En el gabinete del gobernador Javier Duarte de Ochoa se han ido definiendo dos bandos de funcionarios: unos que prefieren no hacer olas y que quieren aparentar que todo marcha muy bien, y otros que sin vanagloriarse de los logros conseguidos hasta ahora no temen reconocer públicamente lo que se ha venido haciendo mal para así poder enderezar el rumbo y seguir empujando a Veracruz hacia la prosperidad, con más seguridad y menos pobreza.
De este último lado está, por ejemplo, el escrupuloso secretario de Infraestructura y Obras Públicas, Gerardo Buganza Salmerón, quien sin pelos en la lengua informó de manera detallada en su reciente comparecencia ante diputados de la comisión respectiva del Congreso local, sobre la serie de denuncias penales que tuvo que presentar ante la Procuraduría General de la República en contra de empresas constructoras que de manera fraudulenta incumplieron con los contratos asignados desde hace tres años, pues unos dejaron obras inconclusas y otros de plano ni siquiera las realizaron, pese a los millonarios recursos públicos de origen federal que recibieron.
En cambio, del lado de enfrente están funcionarios como el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, y su director de Tránsito y Transporte del estado, Roberto López Santoyo, que niegan la existencia de grupos de la delincuencia organizada en el territorio veracruzano, y nada hacen por romper la complicidad de algunos taxistas con estas bandas criminales. Además, minimizan los crecientes índices de inseguridad que no se reflejan en los registros oficiales porque la mayoría de las víctimas prefiere no presentarse ante las autoridades ministeriales a reportar el robo o asalto por lo engorroso del trámite judicial y el casi nulo resultado en la reparación del daño.
El sexenio pasado predominaba en Veracruz un solo cártel, ahora ha trascendido la existencia de otros más, como en la región de Coatzacoalcos, donde empresarios y contratistas de Pemex que están siendo extorsionados reportan la presencia de grupos como Los Zetas, la Familia Michoacana y el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
El martes 3, Bermúdez tuvo que apersonarse en aquella ciudad sureña para reunirse precisamente con representantes de las cámaras empresariales, quienes ya no toleran más el acoso de la delincuencia. Ahí, junto con autoridades municipales y federales, el titular de la SSP del estado hizo un anuncio que seguramente hizo reír a los capos de las bandas criminales: dijo que en dos semanas se sumarán 600 nuevos policías municipales que serán distribuidos en toda la entidad veracruzana (que en promedio son menos de tres por municipio) y que a partir del próximo sábado 21 se instalaría la policía turística en Coatzacoalcos, con 40 nuevos elementos.
Además, anticipó que otros 195 gendarmes serán incorporados al Mando Único Policial que opera en los cinco municipios de esa región del sur de Veracruz, mientras que hasta finales de marzo del año entrante se colocarán 20 nuevas cámaras de seguridad.
Entrevistado al final de la reunión de seguridad organizada en el Centro de Convenciones de Coatzacoalcos, Bermúdez solo admitió que el panorama se ha complicado en cuanto al aumento de robos en casas habitación y vehículos. Y hasta aseguró que no recibió reclamos de los representantes de los de sectores productivos, camarales y autoridades municipales con los que conversó, sino que más bien, dijo, “buscamos soluciones como la aplicación del alcoholímetro y tener una mayor control de los centros nocturnos”.
¿Y los secuestros? ¿Y las extorsiones? Para combatir al crimen organizado se requiere algo más que mandar otras decenas de policías a la calle o de instalar retenes para detener y multar a conductores ebrios.
El pasado 15 de noviembre, en su mensaje dirigido con motivo de su tercer informe de labores, el gobernador Javier Duarte reconoció precisamente que hace 3 años, Veracruz estaba inmerso en un grave problema de inseguridad y que había incertidumbre y gran preocupación.
“No era posible seguir pretendiendo que aquí no pasaba nada, que aquí todo iba bien. Teníamos que cambiar las cosas, y lo hemos hecho! Hoy concluye una etapa y comienza una nueva”, dijo el Ejecutivo estatal, quien recordó que al inicio de su administración ofreció un nuevo liderazgo político, capaz de aprovechar logros, pero también de romper inercias que frenaban las posibilidades de éxito de los veracruzanos. “Tenemos un gobierno responsable, medido por sus avances, y exento de demagogias y simulaciones”, afirmó.
Duarte de Ochoa expuso que en estos tres años tuvo que tomar decisiones difíciles, a veces no las más populares, pero sí las necesarias para poder retomar el camino y dar soluciones reales. “La disyuntiva –dijo– era dejar las cosas como estaban. Pero esa no es la razón por la que me eligieron. Los veracruzanos no querían quedar atrapados en el pasado. Querían mejorar, tener certeza de su presente, pero sobre todo de su futuro; los veracruzanos querían encontrar una oportunidad y alcanzar una mejor calidad de vida.
“Tan fuerte como ha tenido que ser, decidimos transformar para avanzar. Decidimos por un gobierno que ve de frente, que actúa y que se gana día a día, la confianza de los veracruzanos. Ante la adversidad, salimos adelante, siempre fortalecidos. Lo hemos logrado, haciendo bien las cosas. Por eso Veracruz es distinto al de hace tres años. Hoy es mejor. Hay un ánimo de transformación, un ánimo que inspira fortaleza para dar el siguiente paso. Veracruz se ha consolidado. La etapa de las grandes realizaciones ahora empieza”, dijo el ejecutivo estatal.
Por eso la importancia de no descuidar ni echar por la borda lo poco que se ha avanzado en materia de seguridad, pues a partir del año próximo aterrizarán en Veracruz, millonarias inversiones públicas y privadas que van a reactivar la economía estatal generando miles de empleos. Y esta bonanza económica que viene no puede ser botín para los grupos criminales que otros exgobernantes dejaron entrar y crecer en el estado.