Dentro de la Reforma Política que proponen el PRD y el PAN figura en los primeros capítulos la desaparición de los órganos electorales locales y encomendar al IFE la organización de una determinada elección, cuando se acredite parcialidad o colusión con intereses partidistas o de los gobiernos estatales. Es tan seria la preocupación de los partidos políticos sobre las habituales transas realizadas que también proponen auditoría constitucional a la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, que actualmente dependen de la PGR.
En el caso de Veracruz enviaron al senador Manuel Camacho Solís quien hizo una severa advertencia de convertir cualquier incidente en una crisis política.
También piden en la nueva Reforma Política que sea un órgano autónomo el que controle la Fiscalía Anticorrupción para castigar el uso de los recursos y programas públicos por parte de funcionarios de la alta burocracia.
Por el tipo de demandas y cambios constitucionales que exigen los líderes de Acción Nacional y del Partido de la Revolución Democrática la gran mayoría se canalizan hacia el castigo de las habituales practicas que cometen los ejecutivos en el poder en el manejo de valores.
De las treinta propuestas que componen esta Reforma Política una buena parte están diseñadas para restarle poder al Presidente Enrique Peña Nieto y otorgárselo al cuerpo legislativo. Si bien es cierto se trata de pares y los senadores y diputados son más, debían tener un mayor número de atribuciones.
Insisten en la figura del Jefe del Gabinete y la ratificación por parte del congreso en la designación de los secretarios de estado.

Rechazan debatir.
Es muy comprensible la actitud del candidato priísta David Velasco Chedraui a un distrito de Xalapa de rechazar el debate al que fue invitado por una candidata de un partido de oposición, es como si se tratara de un examen profesional para obtener la licenciatura en Física cuando el señor estudio Mercadotecnia Política. Serán muy raros que algunos candidatos acepten participar en este tipo de contiendas electorales ya que salvo honrosas excepciones el nivel académico es muy pobre. Son doctorados en la grilla. Son pocos los que saben sumar…

El infierno carcelario.
Hace días se publicó a ocho columnas en el periódico IMAGEN que en las cárceles en México se vive un infierno. El brillante periodista Julio Scherer en su novela “Máxima Seguridad” en el capítulo de las mujeres de la prisión federal de Puente Grande relata la terrible experiencia de una enfermera Virginia Montes González militante del PRD. Acusada del homicidio de Marco Antonio López Hernández, Virginia fue encarcelada en el puerto guerrerense. Gracias a declaraciones de testigos y del padre del difunto, obtuvo una libertad momentánea. A la puerta de la penitenciaría la esperaba la Policía Federal con una orden de aprehensión por violación de una ley de armas en su modalidad de acopio.
El 30 de noviembre, al mediodía, la treparon a una avioneta, inmovilizaron su cuerpo y le taparon los ojos.
--Así un guardia me dijo: “Vas a aprender a volar”. Me golpeó una ráfaga de viento y la cabeza me empezó a zumbar. Sentí que los oídos me estallaban. Traté de mover los pies. Pero no pisé nada. No sentí piso.
“No logro entender que fue lo que pasó. Ahora escucho sonidos como el viento. Me tapo los oídos, pero el sonido sigue adentro. Me duele la cabeza. Cuando el dolor es insoportable, les exijo que me inyecten porque no puedo dormir.”
No obstante las observaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la situación en los reclusorios del país no ha cambiado.