Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Versos ocultos
2012-11-26 | 21:55:29
Empresa muy difícil es hacer en cuatro versos el balance de un gobierno. Lo consiguió el anónimo trovero que resumió en una cuarteta fulgurante la gestión de don Félix Berenguer de Marquina, uno de los últimos virreyes de la Nueva España.
A este buen señor se le ocurrió hacer una fuente en un sitio de la ciudad de México donde no había agua. Ninguna otra cosa digna de mención hizo en los tres años que duró su presencia en estas tierras. Su única obra, sin embargo, no fue inútil: los léperos y borrachos dieron uso a la fuente, pues se meaban en ella.
Y escribió aquel coplero: “Para perpetua memoria / nos dejó el virrey Marquina / una fuente en que se orina... / y aquí se acabó la historia”. Si es cosa ardua resumir en cuatro líneas un gobierno, más difícil aún es sintetizar dos administraciones en otros tantos versos.
Pues bien: a la prima Celia Rima, versificadora de ocasión, toca el mérito de haber escrito un epigrama de cuatro líneas en el cual se hace, completa, la crónica de los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón. No sé si publicar o no esa mínima pero vitriólica obra de la prima Celia, tan lapidarios y contundentes son sus versos.
Consultaré el caso con personas de mayor sindéresis que la muy escasa mía. Si a su juicio procede dar a los tórculos o prensas ese epigrama fulminante, lo pondré aquí el próximo viernes, último día del gobierno de Felipe Calderón. En caso contrario la tremenda redondilla quedará oculta para siempre…
Los jefes de primera escogen colaboradores de primera. Los jefes de segunda escogen colaboradores de tercera. En efecto, el temor que un mal jefe tiene de que alguno de sus colaboradores le haga sombra lo lleva a poner al lado suyo a quienes son inferiores a él.
Muchos méritos tuvo don Benito Juárez. Uno de los mayores fue haber fincado su gobierno en ilustres mexicanos que eran, sin excepción, superiores a él en saber e inteligencia, aunque no en artes de política.
Espero no equivocarme si digo –wishful thinking- lo siguiente: todo indica que Enrique Peña Nieto tendrá colaboradores de primera, escogidos por sus méritos y aptitudes, no por razones de amistad o de partidarismo, como hizo en muchos casos el mandatario cuya gestión está por terminar.
Confiemos en que el nuevo presidente haya hecho sus designaciones pensando en el bien de la República. Si no, que la Nación se lo demande…
Aquel hombre era joven, galán, lozano y de atractivas prendas corporales. Se llamaba Adonisio Bembé. Quiso tener hermosa descendencia, y se aplicó entonces a buscar una mujer que fuera bella, como él, para tener hijos perfectos. Ninguna hallaba que lo satisficiera.
(Muy bien anduvo Proust cuando escribió: “Dejemos las mujeres bonitas a los hombres sin imaginación”. Un cierto amigo mío, que supo encontrar el tiempo perdido, dijo eso mismo con menos elegancia, pero con más sentido de la realidad. He aquí su frase: “Caras vemos, camas no sabemos”).
Cierto día Adonisio oyó hablar de un señor que vivía en una aldea, padre de tres hermosas hijas cuya belleza era motivo de admiración en la comarca. El pueblo las llamaba -¡ah, la poderosa y originalísima imaginación del pueblo!- Las Tres Gracias.
Buscó al dicho genitor y le pidió permiso de cortejar a sus hijas y de escoger esposa entre ellas. El padre dio su venia, pues a las claras se veía que el pretendiente tenía el don y el din, o sea buena posición social y regular fortuna. La mayor de las jóvenes no cubrió las expectativas del guapo solicitador. “No se le nota nada –le dijo éste al papá de la muchacha-, pero es un poquitito zamba”.
La segunda tampoco estuvo a la altura de los deseos del galán. “No se le nota nada –le dijo al padre-, pero es un poquitito bizca”. La tercera, en cambio, deslumbró al galán. “¡No tiene ni una falta!” –declaró feliz. Y se casó con ella.
Poco tiempo después, según lo esperado, la desposada dio a luz. El hijo, sin embargo, salió feo, con facciones simiescas como de orangután, gorila, mico, mono, primate, cuadrumano, chango, macaco, antropoide o chimpancé.
Adonisio Bembé vio aquel producto y exclamó con acento desolado: “¿Cómo es posible que yo, hombre gentil y guapo –modestia aparte-, haya podido engendrar a este carantamaula o esperpento? No me lo explico, pues la madre es bella como yo (si bien no tanto), hermosa también y de agraciado rostro”.
Le dice el papá de la muchacha: “Es que no se le notaba nada, pero cuando se casó contigo ya estaba un poquitito embarazada”… FIN.

 Entradas anteriores
 Lo Más Visto
 Lo Último

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018