Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-11-19 | 21:53:01
Adonisio, muchacho sumamente atractivo, pero bastante apocado, le dijo en su automóvil a la avispada chica: “Susiflor: yo soy muy corto”. Ella respondió para animarlo: “El tamaño no importa, Doni. Lo que importa es la técnica”.
(Eso dicen también en su defensa los tiradores de rifle corto). “No me refiero a eso –se apenó Adonisio-. Hablo de mi timidez. Para ayudarme dame una señal: si vas a permitir que te acaricie, sonríe”. Al oír eso Susiflor prorrumpió en una formidable carcajada...
Aquel guía que contrató el cazador llevaba siempre consigo una navaja corta de acerado filo. Le preguntó su cliente: “¿Para qué es la navaja, Hubertino?’’. Respondió el guía: “Aquí abundan las víboras de cascabel. Si una me muerde usaré la navaja para hacerme una incisión, y chuparé el veneno”.
Volvió a preguntar, intencionado, el cazador: “¿Y si la víbora te muerde en la parte de la entrepierna que no te puedes alcanzar?”. Contestó el hombre: “Entonces sabré si tiene usted un verdadero sentido de la solidaridad humana”...
Sonó el teléfono en casa de Himenia Camafría, madura señorita soltera. Cuando ella levantó la bocina escuchó una agitada respiración, el jadeo de un hombre que acezaba. Antes de que el tipo dijera algo la señorita Himenia le preguntó: “¿Es ésta una llamada obscena, señor? En caso afirmativo sírvase esperar un momento por favor: voy a traer un jaibol y mis cigarritos”...
Pechina Pomponona, frondosa mujer en flor de edad, acudió con el doctor Ken Hosanna y le contó un problema que afrontaba. Le dijo: “Me casé con un hombre de 75 años. Todas las noches trato de excitarlo a fin de que me haga el amor, pero él en tres segundos se queda dormido’’.
El facultativo le entregó un frasquito con píldoras y le indicó: “Tómese usted una cada noche’’. Pechina preguntó, sin entender: “ ¿Tomándome yo estas píldoras se le aumentará a mi marido la libídine sensual?’’. “No -contestó el galeno-. Pero también usted se quedará dormida en tres segundos’’...
La burocracia tiene un fuerte instinto de conservación. Muchas veces no hace nada, pero lo hace con 15 copias. Así justifica su existencia, y la preserva.
En México, gracias principalmente a la visión de Jesús Reyes Heroles, se llevó a cabo una apertura democrática. Por ella ingresaron en la vida institucional los grupos, entonces clandestinos, que propugnaban la vía armada como medio de solucionar los problemas nacionales, y se fincaron condiciones que hicieron surgir una oposición no solo simbólica, sino viable, que contrastara la dominación del PRI, objeto de reprobación en el extranjero.
Con todo lo bueno que tuvo, esa reforma dio origen -entre otras causas- al nacimiento de una verdadera casta política de la que ahora forman parte los miembros de todos los partidos. Quienes integran esa “nueva clase” –la expresión es de Milovan Djilas- se unen por encima de todas sus diferencias, solidarios, cuando algo amenaza sus privilegios y prerrogativas.
¿Menos diputados? ¿Nuevos senadores? Permítanme mis cuatro lectores comentar esa aspiración usando para eso el nombre de un personaje de esta columnejilla: Estaca Brown…
En la tienda de mascotas estaba a la venta un periquito que había pertenecido a una muchacha de la vida alegre. Llegó un cliente y preguntó: “¿Cuánto cuesta ese loro?’’. “300 pesos’’ -le informó el dueño. Intervino entonces el perico: “Pero si me das mil te hago de todo, guapo’’...
La chica de la tienda de departamentos orientaba al caballero que buscaba una loción para hombre. “Ésta vuelve locas a las mujeres -le recomendó-. Huele a dinero”...
El médico le dijo a don Etilano que su colesterol estaba alto. “Tómese una de estas pastillas cada día -le recetó-, con una copa de vino tinto”. Un par de meses después el galeno se topó con la esposa de don Etilano. Le preguntó: “Su marido ¿ha seguido el tratamiento?”. Respondió la señora: “En las pastillas lleva un atraso de 6 semanas, y en el vino un adelanto de 3 años”…
Se hablaba de lugares para vacacionar. Alguien dijo que lo mejor era Cancún. A otro le gustaba Ixtapa. Un tercero declaró su preferencia por Vallarta. Opinó Babalucas: “Pues para mí no hay nada como Acapulco.
¿Dónde más puedes pasarte un fin de semana sin que te cueste ni un centavo, ir a bailar gratis, comer y beber todo lo que quieras, y luego que al final te regalen 5 mil pesos?’’. Le preguntó uno, intrigado: “¿Eso te ha sucedido a ti en Acapulco?’’. “A mí no -responde Babalucas-. Pero a mi mujer le pasa a cada rato’’... FIN.

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