Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-11-15 | 20:11:53
Doña Frigidia le contó a una amiga: “Finalmente mi esposo encontró anoche la forma de satisfacerme”. “¿Ah, sí? -se interesó la amiga-. ¿Qué hizo?”. “-Se fue a dormir en otro cuarto” -responde la mujer… El joven ballenato le preguntó a un amigo: “Dime: ¿las ballenas tienen una especie de tubito que les sale del lomo hasta la superficie?”. “No -responde con extrañeza el amigo-. No tienen ese tubito”. “¡En la madre! -exclamó consternado el joven ballenato-. ¡Entonces follé con un submarino!”... Don Algón dio a su amiguita, como regalo de cumpleaños, un montoncito de billetes de 100 pesos. “No está mal el regalo -comenta la muchacha-. Pero los billetes me habrían gustado más en color verde”... Babalucas tuvo un problema con su esposa, y recurrió al consejo de un amigo. “No puedo aconsejarte -le dice éste-. En el conflicto que tienes con tu mujer me declaro neutral”. Pregunta Babalucas: “¿Y a favor de cuál de los dos te declaras neutral?”… Le dice una chica a otra: “¡Mira qué silueta tiene ese muchacho!”. Replica la otra bajando la voz: “No es la silueta. Es el llavero”... Una de las principales características del gobierno que presidió Calderón es que en la mayoría de los casos el michoacano escogió a sus colaboradores de entre sus amigos, o dio cargos de importancia a elementos de su partido en los que confiaba. Con frecuencia no tomó en cuenta criterios de aptitud : puso la lealtad por encima de la eficiencia o la idoneidad. Los efectos de esa tendencia se muestran claramente: al final de la administración calderonista el balance no es muy favorable. La mayoría de los secretarios de Estado no presentan resultados apreciables; se limitaron solo a cumplir sus funciones sin emprender cambios de consideración que los hicieran destacar. Sin temor a incurrir en injusticia se puede decir que en este sexenio faltó liderazgo. El presidente centró sus fuerzas prácticamente en un tema único, el del combate a la delincuencia. Esto no significa en modo alguno que no haya habido frutos apreciables en estos seis años. En algunos rubros –vivienda, seguridad social, equilibrio económico- se consiguieron logros importantes. En lo general, sin embargo, estos seis años terminan no a tambor batiente, sino más bien en forma desmayada. La gente, claro, espera que las cosas cambien. (En este país la gente espera siempre que las cosas cambien). Uno de los problemas que Peña Nieto afrontará es que los ciudadanos cifran en él demasiadas esperanzas. Y ya se sabe que uno de los destinos que aguardan a los ilusos es la desilusión. Una cosa esperamos, sí, del mexiquense: que forme un buen equipo de colaboradores, no fincado en el compadrazgo, el amiguismo o en consideraciones partidistas, como se vio en el período de Calderón, sino en las cualidades personales de los funcionarios y en su capacidad para desempeñar su cargo con eficiencia, responsabilidad y sentido del bien comunitario… Le preguntó una señora a su amiga: “¿Qué tal te ha salido la cama de agua que compraste?”. “Pues te diré -responde la otra-. Con este marido que tengo es como haber comprado un trozo del Mar Muerto”... Llega Babalucas con el carpintero. “-Maistro -le pide-. Necesito que me haga una caja de una pulgada de ancho, una pulgada de alto y 36 metros de largo’’. El carpintero se sorprende. “-¿Una pulgada de ancho, una pulgada de alto y 36 metros de largo? -exclama con asombro-. ¿Para qué es esa caja?’’. Explica el badulaque: “-Es que mi vecino se cambió ciudad, y necesito mandarle por paquetería una manguera que me prestó’’... El granjero invitó a desayunar a su vecino, granjero como él. La señora de la casa, para lucirse, preparó un omelette de queso, pero el único queso que tenía era un Limburger fuerte y de muy recio aroma. Prueba el platillo el visitante y dice en voz baja a su anfitrión: “-Oye: cuida a tus gallinas. Se me hace que se las está tirando un zorrillo”... Noé prohibió a los animales que hicieran el amor en el arca, pues la nave podía zozobrar con las agitaciones propias de eso que los ingleses llaman “the old in and out”, el acto natural. Cuando acabó el Diluvio el gato y la gatita salieron con diez gatitos. Al pasar junto al boquiabierto patriarca le dice el gato con una gran sonrisa: “¿Verdad que creíste que estábamos peleando?”... FIN.

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