Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Placeres
2012-11-14 | 22:17:56
Le contó un tipo a su amigo: “Mi mujer nunca me pide que le haga algo cuando estamos en el acto del amor. Anoche por primera vez me pidió una cosa”. “¿Ah sí? –preguntó el otro con interés notorio-. ¿Qué te pidió?”. Contesta el tipo, mohíno: “El control remoto de la tele”…
La abuelita de Pirulina reprobaba la conducta de su nieta, que solía llegar a su casa en horas de la madrugada. “Hija –le decía preocupada-, lo que debes hacer es casarte ya con el hombre que te convenga”. “Sí, abue –reconocía la pizpireta chica-. Pero mientras llega el hombre que me conviene me divierto con hombres que no me convienen”…
Silly Kohn, vedette de moda, y su amiga Nalgarina Grandchichier, vedette como ella, fueron a pasar vacaciones en una playa casi virgen (casi). Le dijo Silly a Nalgarina: “Tras aquellos arrecifes hay una pequeña playa solitaria. Ahí podríamos nadar desnudas”. “¿Para qué? –replicó la Grandchichier-. Nadie nos vería”…
La demagogia y el populismo conllevan muchos riesgos. Cuando se aplican a la educación se convierten en letales. Bajo signos de política nació la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, que en puridad de origen debió llamarse Universidad Lopezobradorista. No dudo que una buena intención haya guiado la creación de esa Universidad. Todos los jóvenes de México deben tener acceso a la educación superior. Pero darles acceso sin más mérito que ganar una rifa a una educación inferior es engañarlos, y crear riesgos para quienes luego recibirán sus servicios. Cuando las cosas se hacen mal los resultados no se hacen esperar. La corta vida de esa institución ha estado señalada por los males de la anarquía, el desorden y aun la violencia. No conozco a su rectora, pero advierto que se está esforzando por hacer que esa universidad sirva para algo más que para crear fraudulentamente una especie de lumpemproletariado de la educación cuyos integrantes servirán en el mejor de los casos como chalanes al servicio de los egresados de otras universidades.
La política no debería mezclarse nunca con la educación. Después de todo la educación jamás se ha mezclado con la política. Los estudiantes de la UACM están todavía en tiempo de decidir si quieren ser verdaderos profesionistas o mera carne de manifestaciones. Los profesores, por su parte, deben decidir en conciencia si quieren servir a un partido político o la Nación y a los jóvenes cuya preparación les ha sido encomendada… ¡Bófonos! Esta última admonición que hiciste, columnista, está cargada de futuro, como la poesía. Si a mí la hubieras dirigido, en estos momentos estaría yo temblando como poseído por el mal de San Vito. Ea, da reposo a tu fatigada pluma y alivia con el relato de algunos flexuosos chascarrillos la tensión que causaste en el ámbito político, si bien no en el académico…
Don Hamponio, el delincuente de la esquina, escapó de la cárcel. Esperó a que cayera la noche, y cuando la oyó caer encaminó los pasos a su casa. Entró en ella por la puerta trasera, para no ser visto por los vecinos, y se dirigió a la recámara. ¡Ah, las cosas que tiene la vida! Vio ahí a su mujer yogando con un desconocido. Esa visión sorprendió mucho a don Hamponio: generalmente a esa hora de la noche su esposa acostumbraba estar dormida ya. ¡Cómo había cambiado! Le preguntó: “¿Qué haces?”. “¡Ay, Hamponio! –respondió la señora en tono de queja-. ¿Cómo podía yo saber que ibas a venir? La próxima vez que te escapes de la cárcel, por favor, avísame”…
Afrodisio Pitongo, galán proclive a la concupiscencia de la carne, cortejó con asiduidad a Dulciflor, muchacha ingenua. Le regalaba cajas no de chocolates, pero sí de muéganos, pues quería ser original. Una noche de luna llena le preguntó por fin: “¿Puedo hacerte una pregunta?”. Ella, que esperaba una romántica declaración de amor, respondió con anheloso acento: “¡Pregunta lo que quieras!”. Le dice el tal Pitongo: “¿Jalas?”. (¡Vulgar pregunta, a fe! “Jalar” –del verbo halar- significa en este país estar dispuesto a hacer algo; en el caso de la mujer, estar dispuesta a tener relaciones amorosas, y más concretamente a realizar el acto del amor. Nada romántica era, pues, la pregunta de Afrodisio; más bien llevaba una fuerte carga de erotismo. Se han perdido los valores. Y también se ha perdido un llavero. Se gratificará con generosidad a quien halle el llavero, porque los principios será imposible hallarlos)… FIN.

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