Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-11-11 | 20:40:06
Monica Lewinsky se alegró mucho con el triunfo de Obama. Declaró: “Sé lo que el Presidente está sintiendo ahora. En mis tiempos yo también le tomé sabor a la Presidencia”. (No le entendí)… Un pequeño señor fue al baño en el conocido restorán “Las alegrías de Schopenhauer”. Tras él entró un hombrón de estatura y peso tan desmesurados que el señorcito no pudo menos que fijar la vista en él. Le dijo el gigantón: “Dos metros de estatura; 150 kilos de peso; gran dotación en la entrepierna y siempre ando ganoso. Dante la Puerta”. Al escuchar eso el pequeño señor se desmayó. Preocupado al ver su desvanecimiento el toroso individuo se inclinó sobre el chaparrito y lo hizo volver en sí moviéndolo y dándole unas leves cachetadas. Abrió los ojos el pequeño señor y le preguntó al coloso: “Perdone usted: ¿qué fue lo que me dijo?”. Responde el otro: “Observé que se me quedaba viendo, y para satisfacer su curiosidad le informé mi estatura, mi peso y mis características sexuales. Luego le dije mi nombre: Dante la Puerta”. “¡Ah, vaya! –exclamó el señorcito con alivio-. ¡Yo oí: ‘Date la vuelta!’”… En ciertos círculos decir algo bueno de Enrique Peña Nieto es algo políticamente incorrecto. Sucede, sin embargo, que a mí me gusta decir cosas políticamente incorrectas, tanto por lo divertido que es eso como porque conozco las grandes incorrecciones que casi siempre hay en lo políticamente correcto. Además esos ciertos círculos no están solos: también hay ciertos cuadrados, y ciertos triángulos, y ciertos rombos, trapecios y paralelepípedos. Todo eso es parte de la diversidad del mundo y de los seres que lo habitan, y esa pluralidad se debe respetar si no se quiere hacer del antidogmatismo un dogma. El caso es que los adversarios del Presidente electo, especialmente los de las izquierdas –bastantes hay en México, y ya viene otra más-, lo presentan como una especie de niño bonito producto exclusivamente de la televisión; un figurín casado con una estrella de la pantalla chica, personero de ocultos intereses que lo mueven tras de las bambalinas y le dictan instrucciones que obedece. Quienes así lo ven no lo ven bien. Desde su campaña, y luego en las visitas que hizo a mandatarios de diversas naciones, yo le he visto al mexiquense piernas de jinete, como se dice en lenguaje campirano. Después de la elección, que ganó en forma desahogada, se ha conducido con discreción y habilidad, y aun antes de gobernar ha conseguido logros importantes, como el de la reforma laboral, manejada por los priistas –y por los panistas también, hay que decirlo- con buen sentido político y de la realidad. Yo vivo en estado de continua esperanza. Entiendo que esa es una característica del mexicano. Espero de Peña Nieto un buen gobierno, y siento que no me equivoco al señalar sus cualidades. Será un presidente firme, pero conciliador, virtudes necesarias para hacer los cambios que requiere este país si aspira a vivir en la modernidad y no atado a conceptos caducos que no tienen cabida ya en el mundo de hoy. (Estas últimas palabras hacen que los conceptos se aflijan y acongojen. Oír que se les llama caducos, y enterarse de que no tienen cabida ya en el mundo de hoy, les causa mucha mortificación. Se alejan los pobrecillos, tribulados, y el autor se queda triste por haberlos apenado así. En próximas entregas hablará bien de los conceptos. Así cumplirá con el deber que imponen tanto la justicia distributiva como la cristiana caridad)… Un cura católico, un ministro protestante y un rabino judío eran buenos amigos entre sí, y con frecuencia se juntaban a tomar un café y a hablar de las cosas de Dios. Cierto día un individuo los encaró, retador. Les dijo: “Lograr la conversión de un hombre es cosa fácil. Me gustaría verlos, sin embargo, tratando de convertir a un oso”. Al principio echaron a broma esa proposición, pero luego la discutieron y acordaron ponerla en práctica. Al día siguiente los tres se internaron en el bosque, cada uno en busca del oso al que trataría de convertir. Se encontrarían por la tarde a fin de comparar sus resultados. A la hora fijada llegaron el sacerdote católico y el pastor protestante. Los dos se veían muy contentos. Dijo el párroco: “Le hablé al oso de la Virgen María, y de inmediato se convirtió al catolicismo”. Dijo el ministro evangélico: “Le leí al oso textos de la Biblia, y al punto se hizo protestante”. En eso estaban cuando llegó el rabino. Venía lleno de heridas, sangrante y lacerado. Dijo con voz doliente: “Creo que circuncidar al oso no fue la mejor manera de iniciar su conversión”… FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Nadie quiso al gatito negro. Nadie.
Bien pronto sus hermanos encontraron casa. Pero los gatos negros, dice la conseja, traen la mala suerte, y no hubo quien quisiera llevarse a este gatito.
Ahora lo tenemos con nosotros. Va y viene por la casona del Potrero como un pequeño emperador etíope. Sus ojos amarillos parecen estrellas de ámbar en una noche oscura. Se detiene de pronto y fija su mirada en mí. Es un gato niño, y sin embargo me inquieta la forma en que me ve.
¿Qué me quiere decir este gatito? ¿Hay en sus ojos agradecimiento o un ominoso anuncio del destino? Quién lo sabe. Nadie nunca sabrá lo que un gato está pensando. Un perro es un libro abierto. Un gato es 10 mil libros cerrados.
Miro al gatito negro. Él me mira a mí, y no sé quién -o qué- me está mirando.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS.
Por AFA.
“… Desórdenes en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México…”.
Con disfraz de autonomía
reinan en la institución
el caos, la confusión,
la violencia y la anarquía.

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