No estaba dentro de la agenda política del Estado de Veracruz, - una situación tan compleja y hasta absurda--, sobre el proceso electoral de los candidatos al Senado de la República. Tres aspirantes con el mismo apellido paterno Yunes, fue algo fuera de serie y que resultó un buen tema para una novela de ciencia-ficción tampoco figuraba. Esto da margen para que el novelista-escritor de esta campaña deje como remate para el capítulo final, algo insospechable por lo inesperado.
Esta historia se concreta a cuatro protagonistas, los del PRI y los del PAN; los candidatos del PRD no figuran en el reparto. No participan ni como actores suplentes de relleno.
Lo ocurrido entre Fernando Yunes y Julen Rementería se llevó la semana pasada a la sala del Tribunal Electoral Federal en la ciudad de México, al detectarse ciertas irregularidades de cómo se decidió la primera posición en el Trife de Xalapa, donde aún persiste la sombra de Manlio Fabio Beltrones y de nuevo aparecen las huellas del exgobernador Fidel Herrera y del secretario Gerardo Buganza, para favorecer al exalcalde del puerto de Veracruz. Lo que obligó al clan Yunes Linares-Márquez a presentar un recurso de apelación ante el Trife nacional.
Por el lado del PRI, pareciera que los problemas superados sobre la fórmula de José y Héctor Yunes, - donde coincidentemente también intervino Beltrones -, ahora se agudizaron, sobre la falta de equidad en los espacios que cada uno de ellos ocupan en las avenidas citadinas y carreteras a lo largo y ancho de la entidad. El carácter se aceleró por las denuncias notariadas presentadas a fines del mes de abril ante el IFE, donde aseguran sus opositores políticos que rebasaron por varios ceros el tope de gastos de propaganda que tienen autorizados, se contabilizan más de 600 espectaculares con el sello del partido tricolor. Empezó el nerviosismo porque además de las sanciones de tipo administrativo se podrían anular el registro de las candidaturas priistas, aunado a los problemas de Peña Nieto.

COINCIDENCIAS DE LA ÉPOCA
El pasado domingo publicamos un texto de la escritora Elena Poniatoska que debería de guardarse en algún recuadro de los hogares mexicanos, en aquellas casas donde aún viven jóvenes. El mensaje es de antología. En una parte dice: “ Son los jóvenes los que se ponen de pie, porque la marginación los hace sensibles a la injusticia y defender a los menos favorecidos; se identifican con los grupos que los gobiernos se encargan de sepultar y resucitar cada seis años con fines electorales. A lo largo del tiempo han sido solidarios con los ferrocarrileros, con los mineros, con los indígenas, con los campesinos, con los zapatistas, las madres de desaparecidos, con las familias víctimas de la violencia por la guerra en contra del narcotráfico y son ellos quienes apoyan las grandes causas sociales de nuestro país. Hoy en día, tal parece que México es un país donde todo le duele, enfermo de corrupción, infectado de violencia, pero si uno se acerca a su corazón escucha un latido tan intenso que lo pone a temblar, el de su juventud.”
Este texto fue leído el catorce de mayo, por la periodista en la sala Miguel Covarrubias en la UNAM, con motivo de cumplir 80 años. No pasaron ni tres días cuando salieron los jóvenes de las más prestigiadas universidades privadas de la ciudad de México para protestar por el manejo interesado y manipulado de la información de Televisa en defensa del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto.