La confianza que existe en las filas del Partido Acción Nacional para ganar candidaturas en varios distritos y la fórmula para el senado de la república, radica en un solo hecho. El PRI no contará en esta ocasión con su operador de lujo, en la persona de Fidel Herrera Beltrán.
Sin el cuenqueño el partido tricolor se siente huérfano en el talento y la capacidad para estas complejas lides electorales. Veracruz siempre había tenido fama de contar con expertos de toda clase en el manejo de estos procesos, desde consumados mapaches para adulterar las urnas como grandes peritos financieros en la compra de votos.
Herrera Beltrán justificadamente tenía el doctorado como el político más conocedor y versado para ganar elecciones. Sabía cómo mover a los candidatos en los complejos vericuetos de las campañas electorales. Todo un veterano en este tipo de contiendas donde sabía aprovechar para beneficio de su partido, las debilidades de los contrarios.
Tenía la extraña y enfermiza habilidad de hacer ganar y también la de que perdieran candidatos de su propio partido.
Fidel Herrera ha sido golpeado duramente por los medios nacionales y locales le han sacado toda la ropa sucia de su administración. No obstante tener el don de cautivar a sus detractores cuando así se lo proponía y que le permitió tener el mayor índice de popularidad en la historia de Veracruz; al salir de su gobierno tuvo que padecer una intensa campaña mediática, que lo ha venido desmoronando hasta convertirlo en el villano favorito. Se repitió en Veracruz la triste historia de Carlos Salinas de Gortari.
Podría escribirse un libro de Fidel Herrera sobre sus hazañas políticas. El popular gobernante contaba con un equipo de trabajo que podían planchar a presidentes de casillas o movilizar a decenas de miles de veracruzanos para que emitieran el sufragio favorable para el partido tricolor.
El CEN del PRI le otorga el grado de maestría cuando se le ocurre crear el turismo electoral, como el sistema más novedoso para el control de votantes fantasmas. Una metodología electoral fuera de serie en que se invitaba a cientos de personas de otras entidades, con el atractivo de que conocieran en compañía de sus familias el mar veracruzano.
El viaje era completamente gratis y disfrutaban de refrescos y alimentos. Las playas del norte y del sur de la entidad fue otro motivo seductor para estos viajeros, que no tenían la menor oportunidad de salir fuera de sus humildes comunidades. La única obligación era de registrarse para obtener su credencial de elector en el estado de Veracruz, recibiendo como una atención disfrazada que era para que cumplieran con su compromiso ciudadano, aunque su domicilio era falso.
En el año dos mil que compitió para senador logró revertir en las primeras horas de la madrugada de aquel domingo veraniego la contabilidad de los sufragios, que hasta la medianoche les eran adversos. Con una gran habilidad tuvo en sus manos el control de más de 500 casillas.
La presidencia la había ganado el PAN con Vicente Fox, pero en Veracruz misteriosamente los dos senadores triunfadores eran del PRI, Fernando Gutiérrez Barrios y el tío Fidel Herrera Beltrán.
Para estas competidas elecciones del 2012, no se cuenta con el doctor Herrera Beltrán y en cambio el PAN tiene a un experimentado rival en estas retorcidas artes electorales, como es el caso del licenciado Miguel Ángel Yunes Linares.
Desde que desapareció el veracruzano Mario Vargas Saldaña no ha tenido el PRI otro operador político de esa estatura sólo comparable con el cuenqueño de Herrera Beltrán y el expriísta de Soledad de Doblado.
Desde su obligado o voluntario exilio habrá que buscar el regreso del cuenqueño para garantizar, haiga sido como haiga sido, que Veracruz no se derrumbe como la importante reserva electoral que fuera en las décadas anteriores.
Se va extrañar al Tío Fide.