Columna: Se dice que...
La división en el PRI es cada dÃa más profunda. Enrique Peña Nieto no quiso entrar en las componendas del poderoso grupo de los dinosaurios donde figuran exgobernadores, exlÃderes nacionales y exsecretarios de los gabinetes presidenciales durante las siete décadas que ostentó el poder federal.
El rompimiento con la profesora Elba Esther Gordillo trae un trasfondo de mucho peso. La lideresa magisterial fue impuesta por el entonces presidente Carlos Salinas por la vÃa de Manuel Camacho SolÃs y de acuerdo con su padrino polÃtico estuvo al lado de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Desde el costoso desembolso de la salida del lÃder nacional priista Humberto Moreira y el oneroso pago de las senadurÃas para la hija y el yerno de la maestra, Mónica Arriola y Fernando González, fueron las gotas que derramó el vaso.
En este mismo espacio se habÃa advertido el elevado dispendio polÃtico que representaba para el PRI el haberse aliado con el Partido Nueva Alianza y haber comprado la franquicia del Verde Ecologista. Se trata de mercenarios de la polÃtica.
A mediados del mes de diciembre conocieron Enrique Peña Nieto y su coordinador de campaña, Luis Videgaray los números adversos que representaba esta coalición con los dos partidos patrimoniales apoltronados que perderÃan su registro sin el refugio de los priistas.
Los tres puntos electorales que representaba el SNTE manejado por su lideresa no se comparaban con los ocho puntos que se perdÃan por el disgusto de los cuadros priistas que habÃan tomado la decisión de cambiar de partido.
Se trataba de puros números rojos
El trasfondo de esta ruptura partidista es completamente opuesto a lo declarado de que hubo un diálogo cordial donde decidieron cada quien irse con su propio candidato. Luis Castro, dirigente nacional del Partido Nueva Alianza muy irritado asegura que la votación para ellos se les triplicará sin tener la larga cola sucia del partido tricolor.
De esta manera empezaron ya los primeros golpes.
Un buen chascarrillo
Eso de la unidad y hermandad entre los priistas es un buen cuento ficción. Lo de la disciplina de los militantes del partido tricolor es un sabroso chascarrillo.
Se vieron en las fotos abrazados y sonrientes los licenciados y precandidatos al Senado de la República, José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa.
En la convención que se efectuará el 15 del mes entrante ya será del conocimiento de don Héctor o don Pepe, que uno de ellos va como segundo en la fórmula, y lo más seguro es que no estarán tan risueños, como en la pasada y concurrida fiesta polÃtica.
Se escogió esa fecha de mediados de mes porque estará Veracruz en pleno carnaval y como se trata de la misma fiesta.
Una situación muy difÃcil para la vanidad y capacidad polÃtica de Héctor Yunes, el tener que aceptar esta situación. Admitir y tolerar que es el segundo, es todo un reto a su tradicional rebeldÃa. La vanidad es el feminismo del orgullo.
Pero ser el dos en el caso de Pepe Yunes, es de buena suerte, se recuerda que Fidel Herrera se subió a las valencianas de don Fernando Gutiérrez y llegó a la gubernatura. Con Peña Nieto o López Obrador en la Presidencia de la República, el camino se tendrá que despejar para cualquiera de los dos senadores priistas.
Cuando un polÃtico dice que va a poner las cartas sobre la mesa no hay que perder de vista las mangas.
La amenaza de las televisoras
Se perderÃa por completo el verdadero poder de todo México si el presidente Felipe Calderón autoriza la sociedad de los dos monopolios televisivos que existen en el paÃs. Se da la puntada el dueño de Televisión Azteca, Ricardo Salinas Pliego de amenazar al gobierno federal si no aceptan las condiciones que ellos quieren, la de concentrar el grupo Iusacell con el grupo Televisa.
La empresa de Azcárraga Jean se convertirÃa en propietaria de la mitad de la telefónica, lo que harÃa ser socias a las dos grandes cadenas de la televisión abierta en nuestro paÃs. En pleno año electoral exigen un precio muy alto por seguir de cómplices en lo que se tenga planeado realizar ya sea chueco o derecho.
La Constitución PolÃtica prohÃbe las prácticas monopólicas y obliga a las autoridades a perseguir toda concentración o acaparamiento en pocas manos.