Por Maquiavelo
Columna: Se dice que...
Refundar al país
2011-05-11 | 21:53:44
En la marcha por la paz que invitara el poeta Javier Sicilia a la que asistieron más de 300 mil personas quedó claro el abierto rechazo de la sociedad mexicana a la clase política.
Nadie se salvó de la ofensiva y lapidaria crítica de los 40 oradores que participaron en el acto, que se celebró en el zócalo de la ciudad de México, pasando desde el Presidente de la República, gabinete, gobernadores, ediles y legisladores.
A todos de una forma pública se les pidió que renunciaran a sus cargos por su inoperancia en la lucha en contra del crimen organizado.
Las palabras retumbaron en el fabricado templete a un lado de la catedral. “Si nos estás escuchando Calderón que renuncie el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.”
No hubo un sólo partido político que no fuera acusado de corrupción y de estar vinculados con los cárteles del narcotráfico.
¿por quién votaremos el próximo año? Pregunto el poeta Sicilia. Y él mismo se contestó. ¿Será un candidato de uno del cárteles o el que quiere encajarnos el monopolio televisivo de Televisa?. En abierta alusión al gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto.
Los oradores pidieron que boicotearan las elecciones presidenciales.
Exigieron que se apruebe la reforma Política para que surja del pueblo una candidatura ciudadana ajena a la corrupta partidocracia que maneja al país.
Ya no sólo piden, sino que ahora exigen que se establezca antes de que termine el sexenio de Calderón, el plebiscito y la revocación del mandato.
El grito de ¡Estamos hasta la madre! Retumbó en la plaza capitalina.
A estas alturas no se puede distorsionar el mensaje que no es otro más que el repudio a la actual estrategia del combate emprendido en contra del crimen organizado. Esta no fue una marcha de una ideología en contra de un gobierno. Fue un conjunto de voluntades que demanda de las autoridades una solución integral. Deben revisar a conciencia las aristas más cuestionadas de su absurda estrategia, en donde la gran prioridad debe ser salvaguardar y garantizar la seguridad de los ciudadanos y hacerlo con un absoluto respeto de los derechos humanos, ello no implica la renuncia a combatir a los delincuentes.
Una cosa es investigar y detener a las mafias y otra muy diferente es atacarlos con bombazos y granadas como si se tratara de un ejército que invade al país.
Operar cuidando la seguridad de los civiles y de la gente inocente.
Una cosa es que sea pequeños o grandes comerciantes de la droga al brutal trato de comandos terroristas que tratan de destruir al país.
No se debe perder de vista que en muchas naciones del orbe esta permitido la comercialización y el uso de estos enervantes y no se trata de tratar a estos vendedores o usuarios como criminales de guerra.
En el pasado había acuerdos que permitían relaciones tranquilas donde garantizaban que la droga sólo serviría de paso y que no se quedaba en el país a fin de no envenenar a las nuevas generaciones. El mercado estaba fuera del país, lo que se quedaba en México eran los dólares.
Un clamor que recorrió por todas las calles que confluyen al corazón de la ciudad de México, fue la salida del presidente Felipe Calderón.
Las repercusiones que esta marcha por la paz que desquició el tránsito de la urbe más grande del planeta, se apreciará en la concentración ciudadana a la que se convocó y que se llevará a cabo el 10 de junio en Ciudad Juárez.
Una demanda pacífica de la ciudadanía para que respondan las autoridades a la catástrofe que ha bañado de sangre a todo el territorio mexicano.
Que las autoridades entiendan que la desatención a este clamor puede tener consecuencias desastrosas para el país.
EL gobierno de Calderón esta escribiendo su epílogo y no encuentra la receta mágica, porque nunca quiso destruir las raíces de ese mal, que se encuentra en la desigualdad, la corrupción, la falta de trabajo, la miseria y la injusticia.
No son las balas las medicinas que se requieren parar sanar al país.

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