* Miedo en la clase política del norte
* Nerviosos por desaparición de alcalde
* Cambian de carros y rutas en sus distritos
El miércoles 23 de febrero el alcalde de Tampico Alto, Saturnino Valdez Llanos desapareció, luego de que acudiera a Ciudad Madero, Tamaulipas, a, según se dijo, realizar actividades de carácter particular.
Fue el 25 del mismo mes cuando se reportó oficialmente su desaparición, pero luego vino un silencio prácticamente total de las autoridades implicadas.
El hecho parece no ser fortuito y tiene antecedentes.
El pasado 12 de febrero un grupo de sujetos con armas de alto poder atacaron la comandancia de la policía, el Palacio Municipal, la biblioteca y un vehículo propiedad del funcionario hasta hoy, desaparecido.
Y aunque el gobierno estatal vía Seguridad Pública y la Agencia Veracruzana de Investigación presuntamente trabaja de manera conjunta con su contraparte de Tamaulipas, los resultados son nulos.
Valdés Llanos salió a Ciudad Madero en Tamaulipas, después de ahí no se ha reportado con la familia.
Es obvio, por los hechos que antecedieron a su desaparición, que existe relación con asuntos de tipo delincuencial.
Y según las últimas versiones este tema ocurrido al edil de Tampico Alto, “acalambrada” a la clase política veracruzana, sobre todo a la que se ubica en el norte de la entidad.
Pues como hemos considerado, les queda claro que las primeras pistas hablan de que fue la delincuencia organizada la que secuestró al edil.
Las razones son claras o por lo menos apuntan a ello. En los medios de comunicación de la zona y elagunos electrónicos estatales existe el archivo donde se puede ver como el alcalde habló fuerte de este tipo de hampa, lo que pocos o reservados funcionarios y políticos hacen porque saben los problemas que con ello contraen.
Eso ha provocado mucho miedo entre los alcaldes, diputados locales y federales de aquella región sobre todo al momento en que tienen que declararse en las distintas demarcaciones o en su caso, recorrer el distrito. Hay que agregarle que la violencia ya se ha presentado en los municipios de Poza Rica y de Tuxpan, éste último gobernado por Alberto Silva, un polémico y cuestionado “Cisne”.
Sobre todo porque la entidad veracruzana limita al norte con Tamaulipas a donde el tema de la inseguridad es alarmante y cada día se presentan muertos en balaceras, cuya pánico generado ha obligado a la gente a no salir de noche.
De ahí que la nueva moda es que los políticos viajen en coche muy modestos como tsurus, chevys o algo que se le parezca para no llamar la atención de los que el Presidente Felipe Calderon ha llamado los enemigos del estado.
Un ejemplo claro es el diputado federal por Tantoyuca, Genaro Mejia de la Merced, que ha tenido que abandonar el viajar en su lujosa camioneta con valor de más de medio millón de pesos para trasladarse en un vehículo pequeño y así pasar desapercibido cuando va a San Lázaro.
Se sabe que el itinerario que usa el legislador es venirse al puerto de Veracruz “camuflageado” y de ahí tomar un vuelo a la ciudad de Mexico, pero en el trayecto hacia el aeropuerto sabe que su vida puede estar en riesgo.
Aunque no es privativo del legislador seguramente sabe que la lumbre le anda cerca.
Genaro Mejía fue un hombre muy cercano y era la tercia que conformaba con el hoy subsecretario de Gobierno, Erick Lagos Hernández y el desaparecido o plagiado, Christian Morales .
La tripleta era la que tenía el control absoluto del manejo de la obra pública en la Fidelidad. Cada uno en posiciones estratégicas. El hoy diputado Mejía era director de Obras de la entonces secretaría de Desarrollo Social y Medio Ambiente, Sedesma.
Como se recuerda, Christian Morales, el más débil de la tripleta y al que seguramente le cargaron las “malas”, fue “desaparecido” desde el 21 de julio del año pasado.
Morales Carreto ya no regresó tras salir ese día por la noche junto con su compañero Nelson Leopoldo Cabrera Cobos y al parecer una mujer, y de igual forma que los dos mencionados, trabajó muy de cerca con el ahora ex gobernador Fidel Herrera.
Hasta ahora nada se sabe.
Por ello, quizá el temor de Genaro Mejía está fundado.
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