El epílogo

El gobernador Fidel Herrera Beltrán, aprecia como la mejor recomendación que recibió durante su toma de posesión, la conseja del ex presidente Luis Echeverría: “Debes considerar esta fecha inaugural de tu gestión como el último día de tu gobierno”.
Y así trabajó durante los seis años.
Al rendir su último informe el día de ayer, apuntó, el sexenio que he transitado quiero significarlo como un período de trabajo arduo, de tareas cumplidas, de responsabilidades compartidas y como frase de despedida con una “amplia visión hacia el futuro”.
Hace hincapié el doctor Herrera Beltrán en la existencia de dos Veracruz distintos, el anterior a los fenómenos climatológicos del pasado mes de septiembre, y el otro estado, resultado de la catástrofe sufrida por las lluvias atípicas.
Como justificación del crédito de 10 mil millones que supuestamente se ejercerá, lo explica detalladamente donde destina cerca de la tercera parte a comunicaciones y desarrollo urbano, figurando como principal erogación la reconstrucción de carreteras y rehabilitación de caminos con más de dos mil millones de pesos, que permitirá una buena navidad a los contratistas mimados.
Como siempre ocurre al final de un gobierno, salen a relucir de manera grosera los defectos, errores, lacras y toda clase de imperfecciones de las que sólo al final se atreven dar a conocer y acusar los políticos aprensivos, demostrando su habitual apocamiento ante una autoridad.
Una historia que se repite cada cambio de administración. Las torpezas del que sale y las excelencias del que entra.
No ha existido gobernador que no haya propuesto un nuevo sistema de gobierno y que no reconozca al final de su gestión que lo que intentó dejar establecido fue una pérdida de tiempo.
Si busca cerrar la puerta para no reconocer los errores, incluso la verdad quedaría fuera.
No hay político que cuando sube a la cumbre del poder en busca del sol del reconocimiento y encuentre sólo niebla, cuando desciende suele explicar el magnífico espectáculo que contempló.
Para bien o para mal no habrá un veracruzano que no recuerde al gobernador Fidel Herrera Beltrán. Es un personaje que logró hacer una nueva escuela dentro de la clase política. Una escuela que no cabe en los límites de las aulas. Para aquellos que estudian separadamente la política y la moral no llegarán a comprender nunca ni la una ni la otra.
El primer cuenqueño que llega al Palacio de Gobierno tiene la costumbre de contar los días y las horas que le restan en su particular cuenta regresiva. Es posible que el saldo lo tenga registrado a partir de hoy, en los minutos que le quedan.
Se llegó al término del fidelismo.
Ayer, al rendir su último informe está consciente que se escribió el epílogo de su gestión y que habrá un sinnúmero de amargados y rencorosos detractores.
Su último informe será un valioso documento para todo tipo de especulaciones. Es como la lectura del réquiem.
Decía el escritor y periodista mexicano Raúl Prieto, mejor conocido como Nikito Nipongo: “Generalmente engañar es lo que se entiende como informar al pueblo”.