Desde la noche del 4 de julio Miguel Ángel Yunes Linares viene sosteniendo la trillada versión de que ha sido víctima de un “fraude electoral” que hasta ahora legalmente el candidato del PAN a la gubernatura de Veracruz no ha podido comprobar; sin embargo, cuando una semana después su nombre apareció en la terna de posibles sucesores de Fernando Gómez Mont en la Secretaría de Gobernación –lista filtrada el domingo 11 desde el círculo presidencial en algunas publicaciones de la ciudad de México–, en el búnker yunista dejaron de pensar de inmediato en el Palacio de Gobierno de Xalapa y algunos de los operadores político-electorales del ex director del ISSSTE ya se imaginaban despachando en el viejo Palacio de Covián.
Sin embargo, el miércoles 14 Yunes Linares y su séquito de incondicionales recibieron un cubetazo de agua helada no tanto porque en lugar de Gómez Montt el presidente Felipe Calderón haya designado al gris ex secretario de Gobierno de Baja California, José Francisco Blake Mora, sino por el mensaje que mandó al ex director del ISSSTE con la precipitada destitución de Patricia Flores Elizondo, una mujer que todavía hasta antes del 4 de julio gozaba del afecto y la absoluta confianza del jefe del Ejecutivo federal, lo que le había dado un gran poder por encima de otros miembros del grupo compacto del calderonismo.
Con el sorpresivo cese de la jefa de la Oficina de la Presidencia, Calderón dejó en claro que no da ningún tipo de concesiones a quienes le fallan en la confianza y la lealtad, méritos que el mandatario ha tomado muy en cuenta a la hora de los reacomodos en su gabinete, pues precisamente lo que más se le ha cuestionado es que no haya designado a los de probada capacidad administrativa y amplia trayectoria política sino a los que considera más confiables y leales hacia su persona.
Sobre la inesperada salida de Patricia Flores de la casa presidencial han empezado a correr diversas versiones. Una de ellas apunta al escándalo de los 14 contratos que por casi 450 millones de pesos le fueron asignados directamente a TURISSSTE para la organización de diversos eventos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución; asunto que fue detonado mediáticamente la mañana del miércoles 14, justo el día de los cambios en el gabinete de Calderón.
Este caso puso además al descubierto las complicidades de Yunes Linares con el ex dirigente del PRD en Veracruz, Elías Miguel Moreno Brizuela, actual secretario de Protección Civil del Gobierno del Distrito Federal. Y es que el ex diputado federal y ex senador perredista es esposo de Rossana del Carmen Ortega Rivas, a quien Yunes puso a cargo del TURISSSTE desde diciembre de 2006 también por ser hermana de Sandra Ortega, con la que el candidato del PAN mantiene desde hace casi 20 años una estrecha relación personal y a la que dejó como jefa delegacional del ISSSTE en el DF.
Sin embargo, ha trascendido que este escándalo habría tenido un fuerte impacto hasta en el seno de la familia presidencial, lo que presuntamente habría afectado también la relación del Presidente con el aspirante panista al gobierno de Veracruz, en cuya forzada candidatura de Acción Nacional metió mano abiertamente junto con su esposa Margarita Zavala de Calderón.
Ello, al parecer, habría desinflado las expectativas de Yunes Linares, quien le apostaba a la presión del titular del Poder Ejecutivo federal para que en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la última instancia legal, se revirtiera el triunfo del candidato priísta Javier Duarte de Ochoa o de plano se anulara la elección de gobernador de Veracruz.
Pero el cabalístico martes 13, el presidente Calderón recibió en la residencia oficial de Los Pinos al coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones Rivera, quien contra las versiones que andan propalando algunos yunistas y ex candidatos del PAN, como Eduardo de la Torre Jaramillo, aspirante fallido a la diputación local por uno de los dos distritos electorales de Xalapa, se ha erigido en uno de los principales interlocutores priístas para defender el triunfo de Duarte, a quien no sólo acompañó en eventos claves durante su campaña electoral en Veracruz sino que el lunes 12 lo arropó también con la plana mayor del CEN del PRI en la conferencia de prensa que el diputado federal de Córdoba con licencia dio en la sede nacional del partido tricolor para demostrar con el cien por ciento de las actas electorales que era el candidato puntero con casi un millón 400 mil votos.
Así, pues, aunque oficialmente se reportó que Calderón y Beltrones hablaron de contribuir a una mejor perspectiva del país y privilegiar la búsqueda de la gobernabilidad y la estabilidad política con los temas de la Reforma del Estado, entre otros asuntos de interés nacional, no se descarta que el caso Veracruz y el reconocimiento al triunfo de Duarte de Ochoa hayan sido tratados en esa plática entre el jefe real del panismo y el senador sonorense, quien al igual que el gobernador Fidel Herrera es considerado como uno de los más experimentados operadores políticos y se le incluye entre los aspirantes presidenciales del PRI para el 2012.
Ante este nuevo escenario, aparentemente el discurso de Yunes Linares también habría dado un sorpresivo viraje en los últimos días. Este martes 20, por ejemplo, el candidato del PAN a la gubernatura presidió una reunión en Misantla, a la que acudieron alcaldes y diputados locales electos así como dirigentes regionales de Acción Nacional y del Partido Nueva Alianza de ese distrito y del de Martínez de la Torre.
Y ahí, luego de dar por hecho que el Tribunal Electoral del Poder Judicial del Estado le dará la constancia de mayoría al candidato priísta Javier Duarte antes del 15 de agosto próximo, Miguel Ángel Yunes dijo que recurrirá al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para demandar la anulación de la elección y se convoque a comicios extraordinarios.
Sin embargo, según la percepción de algunos de los asistentes a esta reunión, ya no vieron ni escucharon a Yunes Linares tan convencido de sus arengas sobre el supuesto “fraude electoral”, y lo que más les llamó la atención fue su advertencia de que “en su debido caso que el Presidente de la República, por cortesía, le hable a Javier Duarte, no es por reconocer la labor de Duarte, ya que le ha hablado a todos los ganadores de la elección de todos los partidos políticos; el Presidente –les remarcó– no resuelve ningún asunto electoral.”
Pero panistas veracruzanos que desde hace más de dos sexenios han tratado y conocen personalmente a Calderón –como dirigente nacional del PAN y/o diputado federal–, no descartan que el Presidente de la República se haya sentido traicionado o decepcionado de Yunes Linares que no respondió a las expectativas que le había vendido ni pudo capitalizar todos los apoyos y recursos del gobierno federal que recibió para doblegar a su enemigo común: el gobernador Herrera, por lo que nuevamente el ex priísta verá frustradas una vez más sus aspiraciones políticas.
Y es que en la elección federal de 2006, según versión del ex dirigente nacional del PAN, Manuel Espino Barrientos, fue Calderón quien en su calidad de abanderado presidencial vetó a Yunes como candidato del partido blanquiazul para el Senado de la República; luego, hace diez días, el Presidente permitió el engaño de que podría ser el sucesor de Gómez Mont en la Secretaría de Gobernación, y ahora estaría por utilizar el conflicto post-electoral de Veracruz para concertar con el PRI algunas de las reformas torales que al mandatario panista le urge destrabar en ambas Cámaras del Congreso de la Unión.
¿O por qué, además del senador Beltrones, el presidente Calderón recibió posteriormente en Los Pinos al coordinador de los diputados federales del partido tricolor, Francisco Rojas, camarada de Duarte en el Palacio Legislativo de San Lázaro y otro férreo defensor del impugnado triunfo priísta en Veracruz?