Por Maquiavelo
Columna: Se dice que...
Cartas sobre la mesa
2010-05-20 | 21:55:52
Como se explica que el presidente Barack Obama recibió con todos los honores y un elegante protocolo a su vecino Felipe Calderón durante la reciente visita que este hiciera a la ciudad de Washington. Era sólo una justificación de la gran culpabilidad que tiene su gobierno sobre la tragedia que vive México en su combate con los cárteles de la droga. Algo que no se puede olvidar, es como empezó México a cultivar la mariguana y la cocaína. Fue precisamente por una petición muy formal que le hizo el presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, al entonces mandatario mexicano Manuel Ávila Camacho.
Al entrar en guerra los norteamericanos con Japón, se había interrumpido el tráfico de esas drogas, con los países del Lejano Oriente. Productos que utilizaba el ejército estadounidense para controlar el dolor y se les daba a fumar la “Cannabis Indica” a los soldados para inflamarlos de valor y audacia antes de entrar en combate.
Para ello, fueron las propias autoridades norteamericanas las que proporcionaban a México las semillas y la tecnología para cultivar la mariguana y que pudieran sembrar la amapola para producir la heroína, el opio y también las hojas de coca.
Desde aquellos años de los lejanos 40, México se convirtió en el principal productor y los Estados Unidos en el gran consumidor. Sobre la tradicional sumisión de nuestro país a los ordenamientos del vecino del norte, se acató la orden de inmediato y se destinaron campos de los estados de Sinaloa, Michoacán y Guerrero para atender la demanda de los marines.
Cuando terminó la guerra la infraestructura de cultivar y producir la droga estaba en marcha. Lo único que cambió fue que los soldados americanos acostumbrados al consumo de estos estupefacientes querían seguirla usando y compartiendo con familiares y amigos los estados de euforia.
Un gigantesco mercado que estaba dispuesto a pagar lo que fuera, con tal de no perder esa costosa e ilegal adicción a la que los habían acostumbrado.
Para compensar que México había ayudado a sus soldados a perder el miedo de la guerra, los Estados Unidos lo obligaron a que entraran las fuerzas armadas mexicanas al conflicto que tenían con los nipones y crearon de manera artificial el ambiente bélico, hundiendo dos barcos petroleros como un buen pretexto para que nuestro país declarara la guerra.
México carecía de todo. No había barcos en la armada, los únicos aviones eran los primeros de pasajeros de compañías estadounidenses. A cambio de la “golden” acapulqueña entregaron los modernos cazas para crear el famoso escuadrón 201, que por cierto tuvieron que entrenar a los pilotos mexicanos en una modesta academia de aviación en el estado de Texas y luego fueron enviados a una base de las islas Filipinas.
La única acción que vieron los aviadores mexicanos fue la que pasaban los noticieros sobre la guerra en las salas de cine.
En la Casa Blanca que conoce muy bien esta historia tuvieron que atender al visitante mexicano con un gran tacto, ya que la diplomacia, es el arte de conseguir que los demás hagan con gusto lo que uno desea que hagan. Y cuando Obama dijo que iba a poner las cartas sobre la mesa, Calderón debió mirarle la manga.

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018