Todo lo que se escriba sobre el Partido Revolucionario Institucional se quedará corto. Cuando se habla de la renovación de este instituto político no deja de ser sólo un gran cuento. Desde que nació se establecieron los cacicazgos. Es un sistema partidista totalmente ajeno a la democracia.
No existen los nuevos cuadros.
Al igual que el gobernador Fidel Herrera que fue cuatro veces diputado federal y una como senador siguen siendo dentro de este instituto político los mismos personajes.
La líder del PRI, Beatriz Elena Paredes Rangel, durante sus 39 años de vivir de la política, ha sido legisladora durante 13 años e inició su carrera a los 21 como diputada local en Tlaxcala. No se incluyen sus años de gobernadora y de líder de los campesinos. Al igual que Herrera Beltrán nunca han trabajado fuera de las nóminas gubernamentales.
De la misma forma que ella, el dirigente obrero mexiquense, Armando Neyra y el reconocido mapache de César Augusto Santiago han sido diputados o senadores desde 1979.
Más de tres décadas viviendo del sueldo y las canonjías que otorga el Poder Legislativo.
Son los mismos priistas que votaron por el incremento del 15 por ciento del IVA y que ahora volvieron a aumentarlo. No han cambiado y siguen siendo los que aprobaron el Fobaproa.
Como si fueran alumnos fósiles de una escuela pública figura, el licenciado Oscar Levin, el que trabajaba para que la Secretaría de Hacienda persiguiera a los periodistas que no aceptaban los ordenamientos de sumisión y servilismo.
Dentro de esos cuadros de honor del PRI, figura el veracruzano, Víctor Flores, que ahora se ostenta como licenciado “diesel” porque lo dice él. Es una obsesión de los políticos veracruzanos priistas de presumir de cargos académicos que no poseen y lo más grave, van a resultar como el doctor Alzati, que llegó a ser el secretario de Educación del gobierno de Vicente Fox y que ni siquiera había terminado la licenciatura, de allí el apodo de doctor “falzati”.
Lo que sí le reconocen al ex líder Víctor Flores, de un sindicato que ya no existe, como es de los ferrocarrileros, de hacer espléndidos regalos a sus compañeros de bancada. Son los embutes o “chayos” que reciben los actuales diputados federales. Son los compañeros legisladores priistas de la misma legislatura de Carolina Gudiño, Salvador Manzur, Javier Duarte, Silvio Lagos, Fidel Kuri, etc.
Otro personaje es Emilio Chauffet Chemor que coordina al mayor grupo compuesto por 45 diputados mexiquenses que trabajan y cuidan desde el año pasado, los intereses del gobernador Enrique Peña Nieto.
Pero hay otro dinosaurio que tiene mayor tiempo que Fidel Herrera en estos trabajos legislativos. Se trata de Sami David David, compañero de la Facultad de Ciencias Políticas, de la UNAM, que ha sido cinco veces diputado y una como senador.
Si se trata de “dinos” veracruzanos, también figura el diputado Amadeo Flores Espínosa que ha sido diputado desde la 56 Legislatura. Dentro de esas fuerzas básicas del Insen político veracruzano, está también don Carlos Brito. El quiere seguir siendo el caudillo del sur de Veracruz.
El Palacio de San Lázaro ha sido la cuna y la escuela de los caciques del PRI. Un centro educativo maternal que permite graduarse desde el kinder hasta doctorados. Tiene 80 años de crear dictadores políticos. Sin duda la mejor y más antigua academia de la clase política mexicana.