Por años el Instituto de Pensiones del Estado ha ido a la debacle. Desde el sexenio de Fidel Herrera Beltrán por allá del 2006 no se sabe del destino del usufructo algunas de sus propiedades. Incluso años antes, se deshicieron también de cines como por ejemplo, el Toña La Negra y Agustin Lara en Veracruz.
En el sexenio de Dante Delgado Rannauro el IPE era una importante paraestatal con decenas de propiedades que le permitían ingresos importantes, por si fuera poco, estaba saneado, y no se comparaba la nómina de los jubilados y pensionados que hoy alcanza los 29 mil afiliados.
La secretaría de Finanzas expone en sus Plan Estatal de Finanzas Públicas que propondrá al Consejo Directivo del IPE, que encabeza Hilario Barcelata se acuerde la depuración y una especie de reestructuración en cuanto a la política de pensiones y jubilaciones.
La reserva técnica del instituto desapareció hace mucho. Incluso Duarte ofreció una lista de bienes para que este organismo dispusiera de ellos y con su venta se hiciera de recursos. El estadio Luis “El Pirata” Fuente y el Acuario de Veracruz.
Se resume en cuatro aristas la problemática actual de este instituto según el documento que avala Clementina Guerrero.
La incapacidad para poder pagar en tiempo y forma a los 29 mil jubilados, una reserva técnica que no permite abatir el déficit entre las cuotas que ingresan y la derogación del pago de las remuneraciones a ex trabajadores.
Además de los bajos ingresos por cuotas en proporción a los sueldos de los empleados en activo. Y se le suman los adeudos de las dependencias del gobierno del Estado y los municipios con respecto su cumplimiento de sus obligaciones para con el instituto.
Entre ellos, la Fiscalía General, el DIF estatal, el Tribunal Superior de Justicia y hasta el Cecytev e Institutos como el Tecnológico de los Tuxtlas y el de Misantla. Hasta el ayuntamiento de Xalapa se encuentra en la lista.
Durante más de 10 años se cuestionó que el IPE no transparentara sus ingresos. Como eran desde entonces los hoteles Xalapa y Chachalacas que están administrados por la Sociedad Mercantil Operadora de Cines y Hoteles Xalapa-Chachalacas, S. de R.L que en su momento fue constituída, hace ya una década, por el entonces director Gonzalo Morgado Huesca, y hoy sigue apareciendo como socio mayoritario.
A pocos meses de asumir la dirección el titular, Barcelata Chávez se ha encontrado con una caja de pandora, y podría decirse que se sacó la rifa del tigre. Entonces, hizo declaraciones en el sentido de que se tenía planeado vender 20 inmuebles propiedad del organismo para “volverlos dinero” e integrarlos al Programa del Préstamos.
Más venta ante la urgencia que representa disponer de fondos y el funcionario mencionó “dos edificios que se encuentran en el centro de la ciudad de Xalapa y varios terrenos, que hay que regularizar porque muchos están invadidos”.
En línea y consciente de la situación que se padece, aseguraba que “es todo un plan financiero, es convertir los bienes que no dejan ningún ingreso, volverlos dinero e incorporarlo a un programa de préstamos que ya tienen el instituto. Cuando uno presta, nos genera un rendimiento de 12 por ciento anual; mientras que los bienes ahí parados solo generan pérdidas, hay que pagar predial, algunos ya fueron invadidos” dejaría en claro Barcelata Chávez.
El problema del IPE es tan grave como oscuro por su pasado administrativo. Era considerado incluso como un barril sin fondo. Y no hay como hacer que alcance el equilibrio financiero, al menos, a corto plazo. Los excesos vienen desde los altos sueldos con que burócratas se han jubilado y miles de maestros de la Universidad Veracruzana por ejemplo.
El IPE tiene un plazo. Se resiste a morir. Lo que contempla el Plan de Finanzas puede ser una solución, más los esquemas propios que intenta su dirección, pero lo primero que requiere es una inyección urgente de recursos, de otra forma, ni siquiera tienen tranquilidad para pensar en lo que se puede hacer para rescatarlo.