Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
¡Bien hecho Rector!
2016-04-06 | 09:54:29
Don Chinguetas les comentó a sus amigos: “Mi hijo quiere ser proctólogo, pero yo le digo que mejor sea odontólogo”. Alguien le preguntó: “¿Por qué le dices eso?”. Explicó él: “Porque el odontólogo tiene 32 puntos para trabajar, y el proctólogo solamente uno”... Rosilita corrió a recibir a su abuela. Le pidió con ansiedad: “¡Enséñame tu serpiente, abuelita!”. “¿Cuál serpiente?” -se sorprendió la señora. “¡Esa que tienes! -respondió la niña-. Cuando mi papá supo que vendrías le dijo a mi mami: “Me voy al café. No puedo soportar a la víbora de tu mamá”... Don Algón necesitaba una nueva secretaria, y llamó a una chica de quien le habían hablado muy bien. Le preguntó: “Señorita Rosibel: si le ofrezco 10 mil pesos a la semana ¿me dirá que sí?”. “Don Algón -respondió de inmediato la curvilínea joven-. Por ese sueldo le diré que sí dos veces a la semana”... Con actitud prudente, pero al mismo tiempo firme, el nuevo rector de la UNAM, Enrique Graue, está haciendo frente al problema de la indebida ocupación del Auditorio Justo Sierra por una banda de bribones que mantienen secuestrado un bien que pertenece a toda la comunidad universitaria. Más de tres lustros de culpable lenidad hicieron posible esa indebida expropiación que ya no se puede tolerar. Los maestros y alumnos de la Universidad han mostrado su apoyo al rector Graue, quien merece reconocimiento por su decisión de rescatar el auditorio después de que otros rectores le sacaron el bulto al problema por conveniencias de política. Conocí ese emblemático recinto universitario a mi paso por la Facultad de Filosofía y Letras. Ahí se hacían conciertos, representaciones teatrales, conferencias, proyecciones cinematográficas, eventos culturales de todas clases y del más alto nivel. Ahora el auditorio está convertido en porqueriza donde viven y moran delincuentes de baja estofa que medran en ese privilegiado espacio y lucran con su explotación. Por este medio envío una nota de infamia a esos hampones, y al rector Graue un voto de respaldo y un aplauso de felicitación. Don Añilio y doña Pasita, ella de la tercera edad, él de la cuarta, contrajeron matrimonio. Llegaron al hotel y se instalaron en la suite nupcial. A poco sonó el teléfono en la recepción. “Perdone, señorita -le dijo don Añilio a la operadora-. Mi esposa y yo nos casamos hoy. Sabemos que hay algo importante que debemos hacer, pero no recordamos qué. ¿Nos lo podría decir?”... Un cierto sacerdote quiso aprender a jugar golf, pues necesitaba hacer penitencia por sus pecados. Después de tomar algunas lecciones en el club local se dispuso a practicar el juego. Hizo su primer tiro y no le acertó a la pelotita. El segundo intento lo falló también. Tiró una tercera vez y a lo único que le pegó fue al aire. Mohíno y encorajinado se quedó en silencio rumiando su enojo y frustración. El caddie le dijo: “Padre: éste es el silencio más maldiciento que he oído en mi vida”. (Nota: El lexicón de la Academia no registra ese mexicanismo, “maldiciento”, de mayor sonoridad y contundencia que el inane adjetivo “maldiciente”. Más que la Academia, sin embargo, puede Su Majestad el Uso. En obediencia a sus dictados empleo aquella palabra)...
El fotógrafo le enseñó a doña Uglicia las pruebas de su retrato. Ella se disgustó al verlas. “Señor mío -le dijo con hosco acento al retratista-, no salí nada bien”. “Señora -respondió el fotógrafo-. Para hacer el milagro de que usted salga bien necesitaría yo revelar las placas con agua de Lourdes”... El paciente le preguntó al médico: “¿Cuándo estaré curado?”. Respondió el facultativo: “Cuando se le acabe el dinero”... En la fábrica se hizo un concurso para escoger a la operaria más guapa. Después de elegida alguien le reprochó al presidente del jurado el mal tino que tuvieron los jueces al hacer la designación. “¿Por qué escogieron a esa chica? -le preguntó con acrimonia-. Es fea de rostro; su espalda parece de estibador; carece de lo necesario para sentarse con comodidad, y sus piernas son flacas y estevadas”. “Es cierto -admitió el otro-. Pero era la única cuyo tetamen es lo suficientemente amplio para desplegar completa la banda con el letrero ‘Miss Compañía Fabricante de Aparatos Electrodomésticos, S.A.- Semana de Calidad Total’”. FIN.


MIRADOR ›armando fuentes aguirre
En aquellos discípulos dijo HuSsong a su tiempo: -Es bueno creer en Dios. Pero es muy malo esgrimir nuestra creencia como bandera de batalla, y andar por ahí proclamando nuestra fe igual que pregón de charlatán. Eso hemos de dejarlo para los buhoneros de las religiones, que fatigan lo mismo a los hombres que al Señor. -¿Qué debemos hacer entonces -preguntaron los discípulos- para dar testimonio de nuestra fe? -Tradúzcanla en obras buenas -respondió el maestro-. La verdadera fe no necesita de palabras. Es mansa y silenciosa. Sabemos que la fe sin las obras está muerta. Las muchas palabras la matan aún más. Dejen ustedes que el bien que hacen manifieste su amor al Dios en el que creen. Al ver sus buenas obras quienes dudan también creerán. Los discípulos supieron que HuSsong tenía razón, y fueron a predicar sin palabras. Quiero decir que fueron a hacer el bien. ¡Hasta mañana!... MANGANITAS ›por afa
“Un viudo se negó a contraer nuevo matrimonio”. Con intención más que negra comentó dicho señor: “La verdad, no tengo humor para afrontar otra suegra”.

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