A pesar de todos los esfuerzos del gobernador Javier Duarte de Ochoa de mantener ilusionados a sus precandidatos con ciertas esperanzas de que podían llegar a ser ellos los nominados, consciente que es solo el ego del poder del cual carece en esta ocasión y que la decisión cupular estaba tomada a favor del senador Héctor Yunes Landa desde septiembre del año pasado, le resultaba difícil y complicado el mantener una posición equivocada de la facultad de decisión cuando este se convierte en una conspiración permanente ante sus subalternos.

La posesión del poder por ilimitado que sea no da la ciencia para saber cómo debe ser utilizado.

Ya quedó definido, como se afirmó desde un principio, el candidato del PRI es el senador Héctor Yunes Landa, que se enfrentará al abanderado de la ya confirmada alianza del PRD y del PAN, su pariente que dejó de ser amable el diputado federal Miguel Ángel Yunes Linares.

Los demás de los legisladores Alberto Silva, Erick Lagos, Jorge Carvallo y Adolfo Mota al que se sumó el prudente secretario Flavino Ríos es solo una anécdota electoral más que siempre ocurren en estos procesos y de la cual se empeñó hasta el último momento el gobernante veracruzano en mantenerla olvidándose que el secreto del poder está en la voluntad.

Los dos son Yunes y parientes cercanos. Si se trata de encuestas, está arriba Héctor como persona, si se trata de partidos políticos, está Miguel Ángel. Si se trata de gastar más dinero en esta contienda están parejos.
En lo único que coinciden es que ambos candidatos están comprometidos con castigar a los funcionarios estatales de las dos pasadas administraciones que desviaron recursos y que han provocado un severo malestar y enojo entre la población veracruzana que votará en la primera semana del mes de junio. Es la única bandera electoral realista que les aportará sufragios.

Por ese singular motivo de evitar que llegaran los Yunes a las candidaturas se trabajó intensamente en Xalapa y Barcelona durante los últimos meses para bloquear el arribo de los primos y destruir la impensable alianza entre el PRD y el PAN.

El nuevo capítulo ya está por escribirse y al parecer existe el apoyo de las esferas cupulares de los tres partidos políticos mayoritarios para que se lleve a cabo en el estado de Veracruz como ejemplo para el futuro.
La visita del presidente Peña Nieto a Veracruz con motivo del aniversario de la Promulgación de la Reforma Agraria, no tenía ningún sentido político sobre algo electoral que ya estaba definido. Por eso la inusual actitud del mandatario de buscar su lucimiento personal y su baladí baño de pueblo.

Los invitados de México y de la entidad eran de palo. El exdirigente nacional del PRI, Gustavo Carvajal, justificó merecidamente su presencia. Un reconocimiento a su coaccionada disciplina y acorralado silencio.