En el consejo nacional del partido político Morena, celebrado en el pasado domingo, su líder nacional, Andrés Manuel López Obrador, afirmó de manera oficial y pública, la decisión que se había tomado desde la creación de este instituto, que el cincuenta por ciento de las prerrogativas que reciben del Instituto Nacional Electoral, serán entregadas a las universidades y escuelas públicas que requieran de estos recursos, que representan cientos de millones de pesos.

Todo lo contrario de las dirigencias nacionales y estatales de los partidos políticos existentes, que se reparten estos dineros públicos entre ellos, en algunos casos entregan algunas sumas a los candidatos para sus campañas políticas y para la compra masiva de votos. Aportación que realizan los gobiernos estatales.

En Morena no se aceptan estos “cochupos”. La escuela implantada por el “Peje”, cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, donde ningún funcionario disfrutaba de camionetas, choferes y guaruras pagados por esa administración.

Hasta los teléfonos celulares tenían que ser cubiertos por los usuarios. El número de secretarias y de personas de oficina era el estrictamente necesario. Eso permitió la gran obra pública realizada como los segundos pisos, creación de nuevas universidades y el Metrobus que agilizó la transportación de los millones de capitalinos que requieren de esos servicios.

Se recuerda que fue el primer funcionario público que implantó la ayuda económica a las personas de la tercera edad y expandió los programas de ayuda social en las colonias marginadas de la gran metrópoli.

En esta ocasión señaló López Obrador que las puertas de Morena estaban abiertas a cualquier persona que se quiera afiliar sin importar su militancia que haya tenido. Al único partido político que se le otorgará todo el apoyo para que retorne a la vida política del país será con el Partido del Trabajo.

No olvida López Obrador a la clase política mexicana que en los hechos ha demostrado su lealtad. Los oportunistas de siempre están perfectamente catalogados, se delatan en su quehacer impropio e insustancial, de la clásica bufalada, que está presta a unirse a la “cargada” de los triunfadores.

Por una extraña coincidencia tanto el PRI como el PAN cambiarán en este mes a sus dirigentes nacionales. Por decisión presidencial se le entregó a Manlio Fabio Beltrones y por herencia pactada de Gustavo Madero a Ricardo Anaya Cortés.

Ante la inminente desaparición del PRD, se tomó la gran tarea de cambiar a toda la dirigencia nacional y buscar en alguna figura política de prestigio dentro de la vieja escuela de la izquierda, completamente ajena al grupo corrupto de Los Chuchos, su supervivencia.

El serio problema que confrontarán ambos dirigentes nacionales, del PRI y del PAN, son las demoledoras encuestas del periódico Reforma, que apunta como seguros ganadores tanto en el país como en el Distrito Federal, a los abanderados del nuevo partido político.