Por Catón
Columna: De política y cosas peores
De política y cosas peores
2014-10-08 | 09:59:42
“Acúsome, padre, de que anoche le arrebaté
a una muchacha la flor de su virginidad”. Así
le dijo al padre Arsilio un joven penitente.
El buen sacerdote ardió en santa indignación.
“¡Eres un pérfido! -le dijo con tonante
cólera-. ¡Te aprovechaste del candor de esa
infeliz doncella para saciar tus rijos de lujuria,
lascivia, lubricidad, incontinencia,
impudicia, libídine y voluptuosidad!
De penitencia rezarás cien padrenuestros
y cien avemarías. Ahora dime, infame: la
desdichada joven a quien quitaste la preciosa
gala de su impoluta pureza ¿es católica?”.
“No, padre -replicó el muchacho-. Pertenece
a una de esas sectas que hay ahora”. “Ya veo
-ponderó el párroco-. Está bien: olvídate de
la penitencia y vete en paz.
La juventud es la juventud”. Me fascina
la Edad Media. Los positivistas la llamaron
torpemente “edad oscura”. ¿Edad oscura la
de Dante, Chaucer, Bocaccio, Santo Tomás
de Aquino, el Poema del Cid y Alfonso el
Sabio? ¿Edad oscura la de Giotto y las catedrales
góticas? ¿Edad oscura la de Bacon,
la de Avicena y Averroes?
Como diría un muchacho de hoy: no
manches. Luminoso tiempo fue aquel en
que los hombres aprendieron a ver más allá
de lo que se ve, y a tocar con su mano lo
inasible. Ahora bien: ¿a qué ese campanudo
exordio? Me sirve para decir que los castillos
medievales tenían un doble resguardo: el
foso y la muralla.
Esas defensas amparaban al señor feudal,
e impedían que llegaran a él sus enemigos.
Observo cierta semejanza entre eso y el viejo
sistema político mexicano, por muchos
motivos reprobable, pero cuya eficacia no
se podrá poner en duda.
El primer valladar que protegía al Presidente
de la República -después de los
gobernadores- eran los secretarios de su
Gabinete. Ellos enfrentaban en primera
instancia cualquier problema que se presentara.
Si la cuestión los rebasaba el caso
iba a dar a la secretaría de Gobernación. Y no
era el titular quien se hacía cargo del asunto.
Antes que él intervenía algún funcionario
menor. Si el trance era apurado lo atendía
un subsecretario. Y sólo cuando el problema
era verdaderamente grave lo tomaba en
sus manos el secretario. Así, era muy raro
que algún conflicto llegara al Presidente.
Los tiempos han cambiado, y las cosas no
pueden ser como antes.
Eso lo entiendo bien. (Lo que nunca he
podido entender es el Teorema de Pitágoras).
Me pregunto, sin embargo, si el castillo
del señor actual no perdió ya su foso y su
muralla. En el conflicto con los estudiantes
politécnicos la secretaría de Educación
fue hecha a un lado. Gobernación asumió
directamente el problema.
Quizá no podía hacer otra cosa, pero lo
asumió. El secretario del ramo le hizo frente
en forma personal, y además salió a la calle
a “dialogar” con los muchachos, a pesar de
los muchos riesgos que eso conllevaba. Se
ha sentado un precedente por el cual otros
manifestantes podrán reclamar el mismo
privilegio que a los del Poli se otorgó.
Más peligroso aún: rebasados el foso y la
muralla que protegían el castillo del señor,
no será remoto que se le pida a éste atender
en persona tales movimientos. Imaginemos
a 20 mil estudiantes exigiendo ante
el Palacio Nacional o en Los Pinos que el
Presidente Peña salga a hablar con ellos,
como salió ya el secretario de Gobernación,
a quien se considera su segundo en el mando.
Si salió el segundo ¿por qué no pedir ahora
que salga el primero? Después de su súbita
popularidad, y tras los muchos piropos que
escuchó, las cosas se le pueden revertir al
que dijo a todo que sí, y que a pesar de eso
está recibiendo ahora como respuesta un no.
Decía un señor: “Me preocupa mi hijo.
Ya está en edad de tener sexo, y una de esas
jóvenes modernas podría trasmitirle un
herpes, o contagiarle el sida. ¡Cómo quisiera
yo que se encontrara una muchacha buena,
a la antigüita, que lo llenara de ladillas o le
pegara una gonorrea!”...
Uglilia, mujer fea, dejó en su testamento
su cuerpo a la ciencia. Ahora la ciencia está
tratando de hacer que el testamento se
declare nulo...
Comentó cierto señor: “Sólo hay dos
cosas que no se pueden evitar: la muerte y
los impuestos. ¡Si por lo menos vinieran en
ese orden!”...
Pepito tenía 4 añitos cuando le preguntó
a su mami: “¿Cómo nacen los bebés?”.
Respondió la señora: “Los trae la cigüeña”.
Volvió a preguntar Pepito: “¿Y quién se está
tirando a la cigüeña?”. FIN

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Cuando llegan los días del otoño,
días de niebla y lluvia pertinaz, se abre
en las cocinas del Potrero la flor de los
antiguos cuentos.
A veces son oscuras narraciones de
sanguinosos crímenes. Otros relatos
hablan de almas en pena que expían
algún pecado horrible que en vida cometieron.
Algunas historias son para
reír, como ésta que oí ayer.
Trata de un hombre que iba en su
caballo por un estrecho camino de herradura.
Tras él venía su esposa a lomos
de una mula. Perdió pisada el animal,
y mula y mujer cayeron a lo hondo del
barranco y perecieron.
Tiempo después el viudo se quejaba:
“¡Qué ingrato es este mundo! Después
de que murieron mi mula y mi mujer
muchos han venido a ofrecerme otra
mujer, pero ninguno ha venido a ofrecerme
otra mula”.
Los hombres ríen al oír la historia, y
las mujeres menean la cabeza con disgusto.
En el fogón borbollea la olla con
el agua para el té de menta o yerbanís.
Y la niebla del mundo se disipa en una
suave sensación de paz.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Un alcalde de Guerrero tenía
nexos con el narco...”.
En modo nada sutil,
y además poco político,
comentaba cierto crítico:
“Es solo uno entre mil”.

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