Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Los que saben de finanzas
2014-09-26 | 09:53:32
Doña Frigidia, ya se sabe, es la mujer más
fría del planeta. En cierta ocasión fue al
cine a ver la película “Los últimos días de
Pompeya”, y su sola presencia en la sala
cinematográfica hizo que se congelara la
lava del Vesubio.
Cierta noche su esposo, don Frustracio,
le pidió la realización del acto que por
disposición de las leyes humanas y divinas
sirve para perpetuar la especie y sedar la
natural concupiscencia de la carne. Ella,
como de costumbre se negó. Le dijo que
tenía jaqueca.
Don Frustracio le ofreció ponerle un
par de chiqueadores, remedio casero casi
olvidado ya consistente en dos pequeñas
rodajas de papel o de hojas vegetales que,
a veces untadas con sebo, se aplican en las
sienes para quitar el dolor de cabeza. Ella
manifestó que desconfiaba de la utilidad
de ese recurso, y más cuando en verdad no
tenía cefalalgia.
Reiteró el señor su pedimento. Le dijo a
la señora que hacía mucho tiempo no accedía
ella al trato connubial. “La última vez
que lo hicimos -recordó- fue cuando Nolan
Ryan, celebrado pitcher, lanzó su quinto
juego sin hit ni carrera, y eso fue justamente
un día como hoy, pero de 1981”. “¿Y ya
quieres otra vez? -prorrumpió escandalizada
doña Frigidia-. ¡Eres un erotómano,
un maniático sexual!”.
A don Frustracio le dio bastante sentimiento
oírse llamar así, pues era hombre
espiritual -leía a Amado Nervo y hacía crucigramas-,
y tales adjetivos lo lastimaron
mucho. Su esposa se apenó. Le dijo: “Está
bien: accedo a tu solicitud. Pero mientras
tú lo haces yo me pintaré las uñas, porque
mañana andaré muy ocupada.
Procura entonces hacerlo evitando cualquier
agitación”. Feliz de poder disfrutar al
fin los goces de himeneo don Frustracio no
sólo realizó el acto en la conocida posición
del misionero, sino también con reserva
misional, tanto que la señora pudo llevar
a cabo sin estorbos su tarea. Por primera
vez en su vida de casados terminaron los
dos al mismo tiempo, don Frustracio el
acto natural, doña Frigidia su pintura de
uñas. “¡Mira! -exclamó feliz el marido-. ¡Ya
estamos alcanzando la armonía sexual!”...
Al igual que los economistas yo no sé
mucho de economía. Sin embargo desde
que tengo uso de razón -de unas semanas
a la fecha- he advertido que en México la
macroeconomía anda siempre muy bien,
en tanto que la microeconomía anda siempre
muy mal. Los voceros oficiales hablan
de estabilidad, del buen crédito que nuestro
país tiene en el extranjero, pero esas
ventajas no se reflejan nunca en bienestar
para los mexicanos, especialmente para
quienes forman ese gran contingente de
pobres que suma ya más de la mitad de la
población.
Me atrevo a sugerir, entonces, que la
macroeconomía se aplique a la gente, y
la microeconomía a las finanzas internacionales.
Así las cosas andarán mejor, y el
pueblo mexicano podrá disfrutar de los
bienes sociales en que se finca una vida
digna. Claro, vuelvo a decir que no sé mucho
de economía. Pero ¿habrá alguien que
sepa de economía?
El empleado de don Algón le preguntó
a la secretaria del ejecutivo: “¿Cómo hiciste
para obtener el aumento de sueldo
que te dio el jefe?”. Respondió ella: “Podría
decírtelo, pero esa información a ti no te
servirá de nada”...
Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la
concupiscencia de la carne, les comentó
a sus amigos: “Me gusta el sexo seguro.
Antes de hacerlo le pregunto a mi pareja
a qué horas regresará su marido”...
El primer día de clases la maestra instruyó
a los niños: “Si alguno de ustedes
siente ganas de ir al baño, levante la mano”.
Preguntó Pepito: “¿Y con eso se quitan las
ganas?”...
Tres secretarias platicaban a la hora
del café. Dijo una en voz baja: “Ayer vi un
preservativo en un cajón del escritorio del
jefe”. Dije la segunda: “Yo también lo vi, y
con mis tijeras le hice un agujerito”. Al oír
eso la tercera secretaria se puso pálida y
exclamó: “¡Dios mío!”...
Antes de empezar el amoroso trance el
galán le preguntó, cauteloso, a su dulcinea:
“¿Tomaste la pastilla?”. “Sí” -respondió
ella. Se llevó a cabo entonces la natural
acción.
Unas semanas después la muchacha le
reveló a su novio, llorosa, que a consecuencia
de lo que hicieron aquel día estaba un
poquitito embarazada. “¿Cómo es posible?
-se consternó él-. ¡Me dijiste que habías
tomado la pastilla!”. “Y me lala tomé -replicó
ella-. Era de menta”. FIN.

MIRADOR
››armando fuentes aguirre
Llegó sin anunciarse y se presentó:
-Soy el número uno.
Estoy acostumbrado a oír a muchos
que dicen ser el número uno, de modo
que le pregunté:
-¿Está usted seguro de ser el número
uno?
-Seguro estoy -respondió él-. Si no
me cree pregúntele al número dos.
Llamé a ese número y le pregunté si
el número uno era en verdad el número
uno.
-Lo es -respondió el número dos-.
Pero yo soy dos veces el número uno.
Quedé confuso al oír esa respuesta,
y se la trasmití al uno. Él quedó igualmente
confundido, y dijo:
-Si el número dos es dos veces el
número uno, entonces el tres lo es tres
veces, y cuatro el cuatro, y así sucesivamente.
-Piensa usted bien -le dije-. Todos,
en mayor o menor medida, somos el
número uno.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Seguirá lloviendo...”.
No es que de augur me las eche,
pero una idea se fragua:
si sigue habiendo tanta agua
se producirá más leche.

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018