Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Los mejores políticos
2014-10-06 | 09:34:40
Libidiano Pitonier, hombre dado a lúbricas
voluptuosidades, se estaba refocilando en el
lecho del pecado con la esposa de su mejor
amigo. Arrebatada por la pasión ignívoma
ella le pidió vehementemente: “¡Bésame,
papacito! ¡Bésame!”. “No haré tal cosa -respondió
muy digno el follador-. Ya de por sí me
siento bastante mal haciendo esto”...
El niñito le dijo a su mamá: “Creo que mi
papi se va a comprar un cochecito de juguete”.
Preguntó la señora: “¿Por qué supones eso?”.
Explicó el pequeño: “Vi su cartera, y en ella
trae ya la llantita de refacción”...
Declaró una damisela: “Tengo los ojos
bien abiertos: solamente hago el sexo con
los hombres que valen la pena”. Alguien le
preguntó: “Y ¿qué haces con los que no valen
la pena?”. Respondió ella: “Lo hago también,
pero cerrando los ojos”...
Decía don Martiriano hablando de doña
Jodoncia, su mujer: “Sé que a veces siente
ganas de iniciar el día con una sonrisa, pero
siempre se sobrepone a ese impulso”...
Don Frustracio les contó a sus amigos:
“Cada tres meses mi esposa accede a realizar
el acto del amor. Por desgracia la fecha
coincide siempre con el dolor de cabeza que
le da cada tres meses”...
Obra de Dios y de María Santísima fue que
los estudiantes politécnicos no le hicieran
al secretario Osorio Chong una proposición
indecorosa, pues igual habría tenido que
obsequiarla. Los jóvenes mostraron una
habilidad política mayor que la del Gobierno.
Hicieron coincidir su movimiento con las
vísperas del 2 de octubre, lo cual puso a los
funcionarios contra la pared, y se portaron en
tal modo ordenado y pacífico que se ganaron
la simpatía y el apoyo de la gente. Llegaron
vencedores, pues, a Bucareli, y al titular de
Gobernación no le quedó más que mostrarse
habilísimo negociador diciendo que sí a todo,
allanándose de plano a la totalidad de las
demandas de los estudiantes.
Abrió ya la compuerta. Lo demás vendrá
en cascada hasta culminar seguramente
-vaticinio no muy arriesgado- con una autonomía
por la cual el Politécnico quedará libre
por completo de la injerencia gubernamental,
con la capacidad de nombrar sus autoridades
y definir su propio rumbo.
La hasta ahora morigerada institución,
tan institucional, empezará a sufrir entonces
los males por los cuales ha pasado ya la
UNAM, y sabrá de paros y de huelgas un
semestre sí y otro también. A nadie se podrá
culpar de eso. Cosas son del tiempo y de las
circunstancias.
Los politécnicos reclamarán todo lo que
los universitarios tienen en materia de libre
determinación, y no será posible ya frenar
esas demandas, por lo demás legítimas. Yo
celebro esto como una conquista más de los
ciudadanos frente al Gobierno. Y vaya que
muchos de quienes la consiguieron ni siquiera
son ciudadanos todavía...
Un hombre rico y de alta sociedad llegó a
las puertas del Cielo. San Pedro revisó su expediente
y le dijo enseguida: “Puedes pasar”.
Contestó el hombre al tiempo que se disponía
a retirarse: “No me interesa”. “¿Por qué?” -se
sorprendió el apóstol. Replicó el individuo:
“No me inspira confianza un lugar al que se
puede entrar sin haber hecho reservación”...
Otro sujeto, en cambio, fue a dar al infierno.
Al trasponer las puertas del sitio de
la condenación se asombró al verlo lleno de
hermosísimas mujeres y de barricas de vino
y de cerveza. “¡Fantástico! -exclamó lleno
de entusiasmo-. Si así es este lugar ¿por qué
entonces le llaman infierno?”. Explicó un
diablo: “Porque las barricas tienen un hoyo
abajo, y las mujeres no”...
Usurino Cenaoscuras, hombre avaro y cicatero,
se molestó al ver que su hijo mayor salía
de la casa llevando una linterna de mano.
“Te acabarás la batería -le reclamó-. ¿A dónde
vas?”. Respondió el mozalbete: “A cortejar a
las muchachas”. Manifestó con acrimonia el
cutre: “Yo jamás llevé lámpara al ir a cortejar
a las muchachas”. “Lo sé -contestó el hijo-. Y
mira lo que te agarraste”...
La esposa de Capronio leía el periódico. Le
dijo a su marido muy molesta: “¡Qué barbaridad!
Aquí viene el anuncia de un sujeto que
ofrece a su mujer por una noche a cambio de
un abono para la temporada de futbol”. “Es
un imbécil” -comentó Capronio. “¿Verdad
que sí?” -dijo ella. “Sí -confirmó Capronio-.
La temporada ya va muy adelantada”... FIN.


MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
El viajero es muy joven. Tiene apenas
20 años. Diría yo que no sabe nada
de la vida de no ser porque ahora tiene
casi 80 y tampoco sabe nada de la vida.
Llega a Nápoles, pues ha leído La
Historia de San Michele, de Munthe,
y quiere ir a Anacapri. En la Strada di
Porto ve una taberna en cuya puerta
hay unos versos escritos en el antiguo
dialecto de los napolitanos:
“Amice, alliegre mangiamo e beviamo,
n’fin che n’ce stace l’oglio a la lucerna.
Chi sa s’a l’autro munno n’ce vediammo.
Chi sa s’a l’autro munno n’ce taberna”.
Intenta el joven viajero una traducción,
y escribe en su libreta:
“Amigos: comamos y bebamos alegremente
en tanto que haya aceite en nuestra
lámpara.
Quién sabe si en el otro mundo nos
veremos.
Quién sabe si en el otro mundo habrá
taberna.
En aquel tiempo el viajero no entendió
esos versos.
Ahora sí los entiende.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Dañan los desórdenes a Oaxaca...”.
La población se da al cuerno
pues la cosa es por demás:
no hay orden, tampoco hay paz.
Todo porque no hay gobierno.

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