Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
Réquiem a Valentín Ruiz Ortiz
2014-06-15 | 21:10:33

El ingeniero Valentín Ruiz Ortiz, egresado de la UNAM, un empresario veracruzano que se entregó a su pueblo, a la gente y fundador de las más grandes empresas en la entidad, que dan empleo a miles de familias, deja una huella imborrable llena de bendiciones por sus grandes obras humanitarias de las que nunca publicitó y menos se sintió poderoso al actuar en la sencillez y la humildad cristiana.

Forjador de la continuidad del ejemplo de su padre don Valentín Ruiz Obregón y de su señora madre doña Tere Ortiz Revueltas, el ingeniero Valentín Ruiz Ortiz, siguió con la obra material y social de su señor padre, y creo importantes fuentes laborales que son ahora, empresas que dan empleo a miles de familias en toda la entidad veracruzana y que extendió su desarrollo con varios hoteles en Chiapas y Campeche.

Trabajador de toda una vida, se daba tiempo para la atención de sus hijos, nueras, nietos y del amor más grande de toda su vida, su esposa señora María Esther “Teté” Anitúa de Ruiz con quien estuvo casado más de cuarenta años en un sólido y feliz matrimonio.

Don Valentín, como le decía la gente en estos lares, mantuvo las puertas abiertas de sus oficinas siempre dispuesto a ayudar a quien le solicitaba apoyo.

Entre sus muchas obras están, el estadio Luis “Pirata” de la Fuente, la autopista Veracruz-Cardel, varios fraccionamientos como el Costa de Oro, y los hoteles Fiesta Americana, Fiesta Inn, en esta entidad y en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas y en Ciudad del Carmen, Campeche, y la construcción de miles de casas de interés social, como un ejemplo de su pasión por crear fuentes de empleo.

Sus operaciones financieras las hacía con la visión del hombre que hasta daba la camisa a los bancos en sus acciones por crear una fuente de trabajo y así salió avante a las crisis económicas y devaluaciones que se presentaron en su tiempo y ante lo que nunca se dobló, además nunca se le vio escuchar alguna queja.

Se mantuvo lejano de la política y de los políticos y nunca nadie lo pudo convencer para participar en un cargo de elección popular, pero en la cercanía decía a sus amigos, que su apoyo en las campañas era por igual a los dos partidos políticos que han estado en el poder y con eso evitaba los reclamos de los poderosos políticos ante lo que nunca se sometió y disfrutaba de su lejana distancia para caer no en compromisos, componendas y menos tráfico de influencias.

Una de sus frases coloquiales y continuamente mencionaba en la agudeza de su visión y que se mantuvo muy serio y hasta poco sonriente, pero a veces el humor jarocho le ganaba y como todo ser humano disfrutaba de la fina ironía que se usa en estas tierras: “es que a muchos les gusta rascarse como a los changuítos”, al decir en la metáfora de que hay quienes sólo buscan su propio beneficio.

En los últimos años, a pesar de la inseguridad, nunca dejó de salir a caminar por el bulevar sólo, y disfrutaba que la gente se le acercara a platicar o daba su saludo con mucha educación.

Fue un católico convencido de asistir a misa y de mantenerse apegado a la familia, como un ferviente devoto de San Judas Tadeo, al que le contribuyó con importantes donaciones para la construcción de su iglesia en la colonia petrolera de Boca del Río, en donde aportó material de construcción y los cuatro equipos de aire acondicionado y últimamente el del salón de eventos.

En sus últimas apariciones públicas ya enfermo, con casi setenta años de edad, asistió a un evento en la Bolsa Mexicana de Valores a un tema de la bursatilización como invitado del gobernador del estado de Veracruz y a un homenaje que se realizó en honor en el Club de Yates en este puerto en donde se le puso su nombre a un torneo del pesca.

Fue un distinguido miembro de la Cámara Nacional de la Industria del Construcción (CMIC) delegación Veracruz, en la que nunca aceptó ser presidente, pero que apoyó con mucha decisión a sus colegas constructores veracruzanos.

En sus pláticas fue directo y muy cercano a toda la prensa veracruzana, a la que siempre concedió las entrevistas en sus oficinas al llevar una política de puertas abiertas. Continuamente aparecía en las revistas empresariales y de negocios, en donde le gustaba que las fotos fueran con su clásica guayabera blanca, y ofrecía solidario a sus amigos periodistas: “cuando se necesite el avión ahí está disponible”

Aquella mañana en la que culminaron las exequias de su señora madre doña Teresa Ortiz viuda de Ruiz, el ingeniero Valentín Ruiz Ortiz, se fue a su oficina a trabajar y hacer llamadas telefónicas para darle las gracias a todos quienes les acompañaron en ese momento difícil y también por las esquelas. Lo que significaba un personaje atento a los mínimos detalles a los que con sus acciones les inyectaba su grandeza, por su generosidad y talla de ser humano excepcional.

Nunca habló mal de nadie, nunca se le vio perder la postura de todo un caballero y un personaje que se entregó al trabajo en beneficio de los que menos tienen. Incluso no realizaba vida en social y sólo cumplía en la atención de los compromisos familiares.

Hasta hace unos meses daba respuesta puntual a los mensajes de su correspondencia por internet, siempre la respuesta atenta y cordial, y daba cuenta en donde se encontraba, pero nunca dijo estoy enfermo. Se mostró estoico, firme y muy entregado a su espera del encuentro con Dios, que se dio esta mañana en el Día del Padre, colmado del cariño y el amor de toda su familia.

Veracruz le debe mucho a don Valentín Ruiz Ortiz, le debe el recuerdo al más grande y vertical de sus hijos. Descansa en paz amigo nunca te olvidaremos. Así las cosas.

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