En el reencuentro de los periodistas veracruzanos y el gobernador Javier Duarte, para superar el dolor por las heridas por los más de diez colegas caídos en el cumplimiento del deber en estos cuatro años de mandato, por fin regresó la luna de miel.

La tregua entre unos y otros, entre propios y extraños, entre los de la pluma y Javier Duarte, se dio por los buenos oficios del coordinador de comunicación social, Alberto Silva Ramos, ex alcalde de Tuxpan, todo un profesional en la materia y que disfruta de la sencillez.

El famoso Beto Silva y del procurador Luis Angel Bravo Contreras, apoyaron en todo para un acercamiento total con la prensa.

Duarte, gobierna una de las entidades más politizadas del país, que en las últimas tres décadas por su posición estratégica en el mapa geográfico es un lugar de paso de migrantes y de la guerra de grupos delincuenciales que disputan todo en una lucha encarnizada en donde policías y periodistas, aportan su cuota de sangre.

En este tiempo, en estos años, la gente empieza a entender mucho de lo que a los periodistas se les exige en el día, por lo que a los medios de comunicación se les responsabiliza negativamente de todo, hasta del mal tiempo, al igual que al propio gobernador. Ambos se hermanan en el blanco de ataques.

En el caso de la prensa, esto es fácil demostrarlo, con la sencillez de que no se requieren métodos científicos para demostrar que en México de todo se culpa a los periodistas, y no hay que ir muy lejos, se pone de ejemplo el caso del DT de la selección mexicana de futbol, Miguel Herrera, que culpó a la prensa por las dos últimas derrotas del TRI y del anticipado fracaso que ojala y cambien por el bien de los fanáticos del futbol..

Así la sociedad y algunas autoridades, responsabilizan a la prensa de “pinches periodistas”, en las clásicas salidas cuando ya la labor estorba a quienes no dan cuenta de que ejercer el periodismo es la tarea de mayor peligro en el mundo, pero sin dar cuenta que la prensa no es ministerio público y menos autoridad jurisdiccional.
Desde hace siglos se lucha desde el papel, los acuerdos y las legislaciones a respaldar la labor de la libertad de expresión como un derecho y una garantía. Aquí de parte de los derechos del hombre, convenciones y todo tipo de foros, pero poco se ha logrado para poder preservar la integridad de los comunicadores en este país y en todo el orbe.
En el estado de Veracruz, se creó una Comisión Estatal para la Defensa de los Periodistas que no funciona y que desde las voces autorizadas de muchos comunicadores se ha solicitado la extinción de un organismo que dista mucho de su verdadero fin, pero sobre de que nunca han ejercido el periodismo, pero además su presidenta, ha sido acosadora de periodistas desde un espacio que ocupó en la UV en donde de forma inhumana trató al compañero periodista Enrique Huerta y a otros colegas, quienes como catedrático recibieron los embates de preside este organismo.
Javier Duarte de Ochoa, es un gobernador sabio y sencillo, conoce a la mayoría de los periodistas del estado de Veracruz por sus nombres y a todos trata por igual con gran camaradería, siempre abierto y festivo a cada encuentro, en donde permite la apertura y encuentros permanentes con toda la prensa, pero también es víctima de la prensa opositora a su gobierno y a la que ha respetado en su labor.
Ahora el gobernador Duarte, con un coordinador de comunicación social muy cercano a dueños de medios y periodistas en general, se percibe un cambio positivo y favorable en una nueva relación, que permite un mayor acercamiento para el dialogo y la entrevista a fin de que cada quien cumpla con su función.
Pero también hay que decirlo, el nuevo procurador de justicia, Luis Angel Bravo Contreras, se ha acercado por igual a todos los periodistas y ofrece también una nueva relación con la prensa veracruzana y anuncia a fondo las investigaciones en el esclarecimiento de los hechos registrados en donde han perdido la vida nuestros colegas.
La libertad de expresión y el derecho a la información como garantías individuales, se deben ejercer con mucha responsabilidad en una época difícil en donde la inseguridad es generalizada y afecta a todos en común.
No hay que descartar que en el estado de Veracruz, es el único estado del país en donde en aras de la libertad de expresión, también algunos medios de comunicación de distintos géneros se han visto faltos de ética y con una visión parcial hacia el propio gobierno estatal, con posturas futuristas, ideológicas, de grupo y hasta partidistas que no esconden y que se han respetado y con mayor razón, el gobernador Duarte, desde el inicio de su mandato de ejercer un compromiso firme de garantizar el trabajo de la prensa, “convergente o divergente”.
Fueron muchos los que asistieron el siete de junio al evento conmemorativo del día de la libertad de expresión con Javier Duarte y fue un gran marco para saludar a los amigos y colegas de toda la vida que después de muchos años se vieron unidos, todos en un mismo lugar y bajo un mismo techo, pero lo más importante no se vieron vedetismo y falsas posturas, todos felices por primera en muchos años, claro esto hay a quienes no les gusta porque siguen en el dolor, el odio y el rencor natural de la propia ideología de los seres humanos.
De cientos de periodistas que llegaron al WTC para participar en una verdadera convivencia gremial, un columnista que antes viajó y disfrutó de todos los beneficios del mandato anterior en gran escala y que así consignó y se ufanó en sus crónicas, se quedó en la entrada parado, sin la entereza de saludar a nadie. Triste postura pero se entiende. La prensa opositora a Duarte, le hace mucho daño a su imagen y en eso hay mucho por trabajar porque la gente se deja llevar por los medios masivos de comunicación.
Va de cuento, entre la pareja de novios, le dice el joven enamorado a su bella dulcinea, -mi amor por favor dime algo que caliente—y le responde la sugerente señorita: ¡chinga tu madre! Así las cosas.