Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Diplomacia
2014-01-31 | 21:33:38
Uno de mis deportes favoritos es navegar contra la corriente. No soy contreras por sistema, a la manera de aquella mujer a quien un día su esposo le gritó hecho una furia: “¡Ya estoy harto de que me contradigas siempre! ¡Voy a matarte como a un perro!”.
Así diciendo le disparó los seis tiros de su mitihueso. Cayó la mujer, y con el último aliento de la vida le dijo desde el suelo a su marido: “¡Miau!”. (Nota: “mitihueso” es la palabra que usan los rancheros de la frontera norte para designar a la pistola Smith y Wesson).
Me gusta, sin embargo, disonar del concierto general. Mis amigos liberales y conservadores han criticado a Peña Nieto por haberse entrevistado con Fidel Castro. Los liberales dicen: “Castro es un dictador, y el presidente hizo muy mal en acudir a saludarlo”. Dicen los conservadores. “Castro es un dictador, y el presidente hizo muy mal en acudir a saludarlo”.
Quizá solo los izquierdistas, que en forma automática saludan todo lo que huela a izquierda, alabaron el gesto del mandatario mexicano. Yo también, sin ser de izquierda –tampoco de derecha soy, y menos aún de centro–, elogio a Peña Nieto por la visita que hizo al comandante.
Castro es un dictador, es cierto, un déspota. Ha sumido a su pueblo en la pobreza, y lo habría sumido también en la desesperación si los cubanos no tuvieran el espíritu que tienen, capaz de sobreponerse a todas las adversidades.
Yo detesto al tirano, pero amo con entrañable amor a Cuba, y pienso que México debe estar siempre en buenos términos con ese pueblo, tan unido a nosotros por la historia, la tradición, el arte y mil vínculos más que ninguna politiquería puede romper o quebrantar.
A restaurar ese afecto, creo, tendió la visita de Peña Nieto a Castro, lo cual en modo alguno significa que el presidente mexicano cohoneste las acciones del castrismo o dé su visto bueno a la dictadura del opresor de la Isla. Un buen diplomático es aquel que sabe callar en varios idiomas.
Con buena diplomacia actuó Peña Nieto en su visita a Cuba. Si para hacer que México conserve su buen trato con ese pueblo hermano es necesario visitar a Castro, entonces, así como alguna vez se dijo que París bien vale una misa, nuestra amistad con Cuba y con su gente bien vale una visita…
Con lo anteriormente dicho, está cumplida por hoy la modesta misión que me he fijado, de orientar a la República. Puedo entonces, sin cargo de conciencia, dar paso a algunos chascarrillos…
Dijo doña Crasa: “Miren el cuerpo que tengo, porno”. Y completó: “Por no hacer dieta, por no hacer ejercicio…”…
En la fila para subir al trampolín de la alberca un hombre empezó de pronto a frotar la espalda del que iba delante de él. Se volvió el nadador, furioso, y le reclamó su conducta al individuo. “¿Por qué me frota así?” –le preguntó hecho un obelisco. (Nota de la redacción: seguramente nuestro amable colaborador quiso decir “hecho un basilisco”).
“Perdone usted, caballero –respondió lleno de confusión el otro-. Es que soy masajista, y al ver su espalda, quizá por impulso reflejo, empecé a darle masaje. Ojalá mi explicación lo satisfaga”. “No me satisface –replicó, atufado, el otro-. Yo soy político, y ¿a poco me voy follando al que va delante de mí? Todo a su tiempo”…
Le preguntó Simpliciano a Pirulina: “¿Me amarás cuando sea viejo, gordo y calvo?”. “La verdad, no sé –respondió ella con franqueza-. Bastante trabajo me está costando amarte ahora que eres joven, delgado y greñudo”…
Llegó Capronio a la casa de su suegra y la encontró con una escoba en la mano. “¿Qué tal, suegrita? –la saludó con untuosidad más falsa que busto de vedette-. ¿Está usted barriendo o va a salir de viaje?”…
Babalucas le preguntó a un amigo: “¿Cómo se dice ‘frío’ en inglés?”. Responde el otro: “Se dice ‘cool’”. “Entonces –inquirió preocupado el badulaque- ¿cómo haces para decir ‘friíto’?”…
Un señor compró una pastilla de Viagra, y le pidió al farmacéutico que le diera instrucciones para su uso. Le indicó el de la farmacia: “Si tiene 50 años tómese toda la pastilla. Si tiene 30 tómese media pastilla. Si tiene 20 tómese un cuarto de pastilla”.
“Tengo 65 años” –se atufó el cliente. “No me entendió, señor –le dijo el farmacéutico-. Si la mujer con quien va a estar usted tiene 50 años, tómese toda la pastilla, etcétera”… FIN.

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