Demasiado pronto se destapó al secretario de Gobierno, Erick Lagos, como el precandidato del grupo en el poder para la gubernatura del estado de Veracruz; situación que provocó serios problemas entre otros aspirantes que se consideran con mayores méritos a nivel local y otros que cuentan con estrechas relaciones políticas en el altiplano que es donde se pronuncian “las palabras mayores”.

En la declaración de derechos del hombre se olvidaron de incluir el derecho a contradecirse. Pero, hay ciertos detalles que apuntan que la decisión sobre Lagos Hernández fue tomada desde que se determinó su nuevo cargo como el número “dos” dentro del gobierno duartista, aunque para algunos políticos de nivel carece de importancia el nombramiento de secretario de Gobierno y, existen sus dudas, no obstante la indiscreción que se tuvo sobre su nominación como el “preciso”.
Las objeciones más constantes es la personalidad del elegido, es la identidad del político que sigue siendo algo misterioso. Un hombre no siempre es estimado por lo que hace. Cada cual tiene su particular manera de manifestarse públicamente. Los seres humanos durante su vida, son generalmente conocidos por el público solo a través de una ficticia personalidad.
Obviamente dentro del gabinete duartista ha provocado esta anticipada versión un natural divisionismo, que se refleja en ciertas acciones gubernamentales y los complejos manejos mediáticos dentro de la rumorología oficialista que siempre ha existido. Hay tres cosas que hay que tomar en cuenta cuando se hace este tipo de confidencias: la manera, el lugar y el tiempo. Son cualidades muy estimadas en este tipo de confidencias, el silencio y la modestia que asume el informante.
Esta indiscreta anticipación causa una atomización entre la clase política estatal que está en desacuerdo, que siga la misma persona como el único dedo electoral y el seleccionador de cargos oficiales sean solo miembros de su misma camarilla. El problema del grupo político es que la gran mayoría de ellos perteneció a la anterior administración y no existe el cambio por todos esperado.
Si bien causó revuelo en el estado, en la ciudad de México la reacción fue muy diferente. Se consideró como una fantasía de acelerados de su reducido mundo que desconocen los mecanismos que se realizan en las altas esferas en la selección de candidatos a gobernadores. La vieja escuela del discreto veracruzano Ruiz Cortines que se siguió al pie de la letra hasta Ernesto Zedillo, que fue el último presidente priista en el específico procedimiento de nombrar a un candidato a gobernador.
El comentario en el CEN del PRI fue muy singular: “Parece que aún no aprenden en la aldea jarocha que el presidente de la República es del PRI.”
Joseph Joubert, escritor y crítico francés afirmaba: “La perfecta inocencia es la perfecta ignorancia”.
Dentro de la oscuridad que entraña el quehacer político en épocas electorales para el ignorante de estos hechos sexenales tropieza con alguna pared, el conocedor permanece tranquilo en el centro de la estancia.
Durante las habituales comidas mensuales con el entonces secretario de Gobernación, el ideólogo Jesús Reyes Heroles, ante la insistencia del reportero por conocer los nombres de los candidatos cuando se avecinaban los tiempos electorales en diversas entidades del país, la respuesta era siempre la misma: “Para que nunca te equivoques hay que saber esperar y tu credibilidad como columnista no la pierdas”. Se le reclamaba de manera respetuosa la importancia de la exclusividad y el inalienable derecho de no rebelar la fuente. La promesa de guardar el secreto no era válida en esas codiciadas reuniones.
La mayor discreción es acomodarse al tiempo.
Tienen que pasar muchas generaciones para pasar de una forma de gobierno a otra, es que antes de construir una ciudad hay que formar ciudadanos.