Hablar del comportamiento de los medios de comunicación y quienes lo ejercen, no es fácil, sobre todo para quienes lo hemos desarrollado desde el ámbito público y privado, lo cierto es que para predicar, hay que hacerlo con el ejemplo y con la certeza de no caer en las pasiones del momento, dejando de ser honesto y congruentes consigo mismo; el tiempo y los puestos no tienen que cambiar los ideales y valores de las personas, desde cualquiera de las trincheras donde se ejerza una profesión con pasión.
Al observar el ir y venir de los medios de comunicación y el papel que éstos juegan en los acontecimientos del país, es indignante y francamente triste ver a quienes esconden la realidad para dar paso a sus conveniencias, o bien a quienes constantemente son reprimidos para que desistan, en esa pelea diaria, de un periodismo objetivo e imparcial.
Recordé, justo hoy, la carta en la que la vocera del gobierno del estado de Veracruz, Gina Domínguez, respondía al catedrático de periodismo, Luis Velázquez Rivera, sobre algunos señalamientos correspondiente a las propiedades adquiridas al amparo del poder, y entonces la funcionaria exponía al columnista que se sentía avergonzada de sus criticas, calificándolas de infundadas.
Lo que creo es más vergonzoso que es un periodismo desleal y sumiso, además de penoso expresarse a la ligera de quien ha ejercido un periodismo libre y sin titubeos, algunos tal vez ambiguos, como muchos quienes navegamos en este barco los hemos hecho y Gina lo sabe muy bien; la hoy funcionaria recordaba sus clases de periodismo, donde el discurso del entonces maestro se regía en torno a la objetividad, el profesionalismo y, sobre todo, el compromiso con la verdad.
“Muy lejos, maestro, quedó esa época”, apuntaba Domínguez Colio, tal vez consciente de que esa es también su realidad; ella como columnista y jefa de información, en diferentes medios de comunicación, fue una mujer aguerrida, crítica, impulsora de jóvenes con espíritus indomables que representaran un periodismo que no se vendía al mejor postor; realmente una mujer admirable.
Ahora como vocera, Gina Domínguez ha sido señalada en diferentes ocasiones, más que por directivos, por reporteros que hacen hincapié en su intolerancia a la crítica o a la opinión abierta de lo que ocurre; entonces se trata de ser congruente, siempre, entre el decir y el hacer; mantener vigente esa defensa por lo que se ama, sin prostituir conductas o comportamientos acomodándolos a cada desempeño como si se tratará de un actor con diferentes tipologías adaptadas a cada libreto.
Decía Gina a Luis “todos los días, sin excepción, usted cuestiona, lo cual es su derecho, demuestra e inventa historias en torno a muchos de los funcionarios del actual gobierno; crea escenarios ficticios, imagina complots y difunde mentiras; ¿en dónde quedó el maestro de periodismo?, me pregunto tras leer su columna”.
Pero la pregunta sería al observar la crítica de la vocera al columnista ¿y dónde quedó la periodista que gustaba de la crítica y que nunca fue juzgada o señalada públicamente por el ejercicio de su labor? Efectivamente, el periodismo se ejerce con veracidad y honestidad.
El periodismo libre no está obligado a publicar solo boletines por un convenio comercial, por ello cometen un error quienes consideran que si no se publica las cosas a modo o a conveniencia, no hay obligación a un acuerdo de publicidad como medida de castigo a la insubordinación.