Existe una gran diferencia en las posturas de los funcionarios y legisladores del PRI que asumen actitudes autoritarias con respecto a la aprobación fast track que se pretende hacer con la Reforma Energética con la totalmente opuesta de los miembros del gabinete del presidente Peña Nieto, como Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray y Pedro Joaquín Coldwell, quienes asisten a los actos de análisis de los senadores del PRD y aseguran que existen grandes coincidencias con la propuesta formulada por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
Las infanterías por el desconocimiento del tema abordan actitudes radicales y discordantes, mientras en las altas esferas del gobierno federal se busca el diálogo y conciliación de los grandes intereses nacionales.
Hay declaraciones autócratas de miembros del partido tricolor que dan pena ajena. No se explica cómo pueden ocupar altos cargos políticos cuando el grupo selecto del gabinete de Peña Nieto fija sus posiciones mediadoras y que buscan dirimir cualquier diferencia. Por algo, las califican como infanterías.

Incongruencias políticas

En el quehacer político local hay actitudes encontradas que para el común de la gente resultan inexplicables. Con la vacante de la dirigencia estatal del PRI pareciera que a nadie le interesaba ese cargo porque se entra en un período en que no existe ninguna actividad electoral. Es como la hora del recreo.
Pero en cuanto se mencionó el nombre de Salvador Manzur, se creó un nuevo ambiente de polémica y hasta de rechazo de grupos opositores que no aceptan el retorno del exsecretario de Finanzas. Si para algunos era un puesto sin importancia por los tiempos, para otros lo ven como una amenaza de un proyecto político que no ha desaparecido.

El fracaso de la privatización

De todas las empresas estatales que llegaron a ser muy cotizadas por sus altos rendimientos económicos y que fueron manejadas por los funcionarios consentidos del presidente de la República en turno, al ser privatizadas la gran mayoría desaparecieron o se convirtieron en los mejores negocios privados, al grado de convertir a sus beneficiarios en importantes millonarios del mundo.
Durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari cuando se remataron estas paraestatales, como el complejo de Ciudad Sahagún, donde se construían los carros de ferrocarril, Fertimex que tenía el monopolio de los fertilizantes, Teléfonos de México que era la joya de la corona o el canal oficial de televisión que se convirtiera en Televisión Azteca, donde participara como accionista el hermano incómodo, Raúl Salinas, quien también ambicionaba quedarse con la Azufrera Panamericana que figuraba en el estado de Veracruz de manera destacada por sus altos ingresos, establecida en la ciudad de Jáltipan. Era esta empresa la que otorgaba las más altas prestaciones a sus empleados por sus grandes utilidades.
Existe el repetido antecedente que cuando estos grandes negocios del gobierno mexicano fueron privatizados o se hundieron o pasaron a manos de corporaciones extranjeras como es el caso de la banca comercial, que son hoy en día las instituciones financieras más redituables.
De allí que el pueblo mexicano tiene justificado temor con lo que se pretende hacer con la principal paraestatal del país como es Pemex.