Por Catón
Columna: De política y cosas peores
La hospitalidad del mexicano
2013-08-21 | 09:32:07
“El niño no se te parece -le dijo la esposa a su marido mientras ambos contemplaban a su bebé en la cuna-. Tú tienes los ojos cafés; él los tiene verdes. Tú tienes el pelo liso; él lo tiene rizado. Tú eres de nariz roma; el niño es de nariz aguileña. Y él la tiene grandecita”...
Al final de esta columnejilla viene un chiste de color sumamente subido. Lo leyó doña Tebaida Tridua, censora de la pública moral, y entró en un proceso rápido de colicuación que no se le detuvo ni siquiera con una dieta a base de potitos. Las personas que no quieran arriesgarse a sufrir un proceso rápido de colicuación deben abstenerse de leer esa badomía...
Suelo poner particular esmero en las dedicatorias de mis libros. El primero que escribí lo dediqué “A mis padres, naturalmente”. En el segundo puse: “Si este libro no tratara de política se lo dedicaría a mi esposa”. El que hice acerca de un espléndido bribón lleva la siguiente dedicatoria: “Como este libro trata de Santa Anna no se lo puedo dedicar a nadie”. Otro de mis libros lo dediqué así: “A Saltillo, mi ciudad, donde mis ojos se abrieron a la luz. Al Ateneo Fuente, mi escuela, donde la luz se abrió a mis ojos”. En efecto, soy ateneísta. No lo digo por jactancia, sino por gratitud. En ese glorioso colegio, el Ateneo, cursé mis estudios de bachillerato. Luego, por tres décadas, fui maestro en sus aulas. Finalmente tuve la honra de ser durante ocho años director de esa prestigiosa institución de la cual fueron alumnos ilustres mexicanos como Venustiano Carranza, Artemio de Valle Arizpe, Carlos Pereyra, Julio Torri, los hermanos Alessio Robles y otros más de semejante nombradía. He dicho en repetidas ocasiones que no hay exateneístas: quien una vez estuvo en el Ateneo ya es ateneísta para siempre. Por eso me alegró que se haya hecho una bella plaza que llevará el nombre del Ateneo Fuente. Los trabajos fueron ordenados por el gobernador Rubén Moreira para rendir homenaje al plantel con motivo de los 145 años de su fundación. Como saltillense y como ateneísta agradezco esa obra que aumenta la belleza del centro histórico de mi ciudad y exalta al colegio donde me formé y a cuyo abrigo viví los mejores años de mi primera juventud. (La segunda es ésta igualmente gozosa que estoy viviendo ahora)...
Babalucas preguntó en el banco por qué le habían devuelto un cheque. “Por falta de fondos” le informó el empleado. -“¡Carajo! exclamó con disgusto el tonto roque-. ¡Primer banco que veo al que le faltan fondos!”...
Sigue ahora el cuento cuya lectura le provocó a doña Tebaida Tridua el penoso proceso de colicuación que hasta la fecha sufre. Quienes teman ser víctimas de un proceso igual deben interrumpir en este mismo punto la lectura y saltarse hasta donde dice FIN...
Un habitante de Cuitlatzintli, pintoresco pueblito suriano, fue a la ciudad, y ahí hizo un amigo. Le dijo: “Te invito a visitarme. Así conocerás la famosa hospitalidad de Cuitlatzintli”. Tanta fue la insistencia del sujeto que el citadino por fin lo visitó. Fue recibido en la estación del tren con música de viento, cohetería y flores. “Ya empiezas a conocer la famosa hospitalidad de Cuitlatzintli” -le dijo con orgullo el anfitrión-. Después éste lo llevó a su casa, y luego de acomodarlo en la mejor habitación le ofreció una espléndida comida generosamente rociada con sápidos chíngueres locales. “Ya vas conociendo la famosa hospitalidad de Cuitlatzintli” -le repitió, ufano-. Esa noche el dueño de la casa se disculpó con su invitado, pues debía asistir a una junta en el casino. “Pero mi mujer –le dijo- seguirá mostrándote la famosa hospitalidad de Cuitlatzintli”. Tan pronto el marido salió de la casa su esposa, en efecto, procedió a mostrarle al visitante la famosa hospitalidad de Cuitlatzintli, pues ciertas cosas le mostró que hicieron que los rijos del hombre se inflamaran en tal modo que sin poder contenerse tumbó a la dama y empezó a hacerle el amor ahí mismo, en el piso de la sala. Sucedió, sin embargo, que el lugareño había olvidado unos papeles. Cuando regresó por ellos vio al hombre refocilándose cumplidamente sobre su consorte. “¡Mujer! -le dijo con enojo a la señora-. Tanto que le he hablado a mi amigo de la famosa hospitalidad de Cuitlatzintli, y tú que me haces quedar mal. ¡Eleva el cóccix, desdichada! ¿No ves que sus éstos están rozando el suelo?”... FIN.
MIRADOR
POR ARMANDO FUENTES AGUIRRE
Yo no soy criticón, y ni siquiera crítico, pero hoy me veo obligado a criticar a la Real Academia de la Lengua.
He aquí que la docta corporación no define en su diccionario la palabra “crítica”.
Si la buscas encontrarás esto que sigue:
“Crítica. Femenino. Ver ‘crítico’”. Y luego: “Crítico, ca (o sea crítica). Perteneciente o relativo a la crítica”.
El lexicón no dice, sin embargo, lo que la crítica es.
Motivo de crítica es eso.
Sea la crítica lo que sea.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
POR AFA
“...Sesionan los diputados...”.
¡Oh sino! ¡Suerte infeliz!
Cuando esa enorme legión
entra por fin en sesión,
sufre amenaza el país.

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