El juego de palabras es una de las mayores habilidades de la clase política mexicana. Se ha dicho de manera reiterada que Pemex no se vende. Y por el lado de los partidos de oposición de la izquierda, ellos aseguran que se quiere privatizar esa empresa paraestatal la más importante del país.
¿A quién le interesaría comprar Pemex, una institución súper endeudada y con los más altos índices de corrupción no solo de sus ejecutivos y sindicato?
La renta petrolera es lo que vale. Si la extracción de un barril de petróleo apuradamente cuesta 8 dólares y se vende en más de cien dólares, las ganancias son mayúsculas. Es ahí donde está el verdadero negocio.
El dinero que se obtiene de estas enormes utilidades no lo maneja Pemex, es un ingreso de decenas de miles de millones de dólares que lo maneja la Secretaría de Hacienda y es la que decide qué presupuesto se le puede asignar a Pemex y en qué se lo puede gastar. Por eso no hay inversiones y mucho menos alguna investigación para hacer esta paraestatal más redituable.
No debe importar lo que le pase a Pemex, lo que debe interesar es la renta petrolera. Los contratos de exploración y extracción del crudo es donde esté el filón de estas valiosas u oscuras transacciones. Es donde se trafica y comercia con empresas nacionales y extranjeras las finanzas petroleras.
Pemex ni regalado lo quieren los que conocen este negocio. Por eso no se vende y así lo asegura el gobierno priista en el poder.

Policías cesados

Ha sido un proceso periódico de ir desapareciendo a las policías municipales a lo largo y ancho del territorio veracruzano. Son movimientos imprevistos donde los guardianes son llamados para revisar sus armas, con el ofrecimiento de que después de registrarlas les serán devueltas. Ya que están desarmados se les anuncia que ya no pertenecen al cuerpo policíaco y que pasen por sus liquidaciones sin descartar que en algunos casos estos son detenidos.
Estas operaciones se realizan con la mayor reserva a fin de que no puedan rebelarse y de improviso varios miles quedan cesantes, personas de todas las edades y con todos los años de servicio se quedan sin empleo.

Odio jarocho

Lo que ocurre en el PRD es digno de escribir para una desganada novela de terror, nadie se explica que concurran a ese partido político, personas que supuestamente se identifican con la misma ideología, principios, estatutos y sean ellos mismos los propios enemigos. Cuando están conscientes del grave daño que se hacen. Se castigan a sí mismos. Es un haraquiri de auto derrota en cada proceso electoral, una actividad permanente realizada con todo dolo y alevosía.
Este absurdo quehacer político no se limita al Comité Ejecutivo Nacional, donde existen diversas corrientes que desde que se fundó este instituto, ellos cultivan un añejo y singular rencor partidista. Jacinto Benavente afirmaba que los políticos odian a los que no pueden engañar, por eso los hombres inteligentes no son nunca afortunados en la política. El caso del PRD en Veracruz se llega a los extremos de un permanente singular enojo personal que llega al extremo, donde se repite la frase célebre del personaje el ratón Crispín “De que te odio, te odio, con odio jarocho”. Entre ellos no se reconocen, nadie sabe quién es el dirigente estatal, sea quien sea, Juan Vergel se resiste a abandonar la sede, Sergio Rodríguez asegura que lo eligieron miembros del Comité Nacional, el diputado federal Uriel Flores dice que los miembros de esa corriente mienten de una manera corriente y grosera. Daniel Nava , Enrique Romero y Bernal Rivera se unen a los sobornados seudo líderes anti aliancistas. Un desbarajuste total cuando faltan unas cuantas horas para definir candidaturas. Se llega a la conclusión de que pasaron de ser un partido político para convertirse en una renovada pandilla con diferentes jefes.