Pareciera una mala costumbre de los gobernantes el estar usando el teléfono celular o enviando mensajes, cuando están en eventos públicos o reunidos con otros funcionarios y personas interesadas en intercambiar sus puntos de vista sobre trabajos que competen a esa autoridad.
El número de llamadas que atendía el entonces gobernador Fidel Herrera en diversos eventos públicos era permanente. Solo las interrumpía cuando era su turno de usar el micrófono. Durante las entrevistas que tenía con los miembros de su gabinete siempre tenía a su lado su BlackBerry y aparentemente no hacía caso a nadie. Situación equivocada por su agilidad mental de hacer varias cosas al mismo tiempo. Esta particularidad es común en las mujeres que pueden realizar diferentes actividades de manera simultánea.
Esta costumbre era común por el expresidente Felipe Calderón, con la salvedad que según sus amigos cercanos era, que casi nunca sonreía y su imagen hacia el exterior es que pareciera siempre estaba encabronado.
Se le recuerda su época como coordinador de la fracción panista en la Cámara de Diputados, donde por razones de trabajo se les obligó a varios de sus colaboradores que tendrían que laborar las fiestas decembrinas, el segundo de abordo el diputado Salinas Torre, al terminó de esas labores extraordinarias se le ocurrió decirle que debía de agradecerles por el sacrificio de no estar con sus familias durante esos festejos y recomendaba algún estímulo o un regalito.
La respuesta de Felipe Calderón fue tajante: “Nada de eso, lo que hicieron fue cumplir con su obligación y punto.” Con ese feo carácter así le fue al país.

Usted no sabe con quien esta hablando…

Todas las señales que hasta ahora han dado los legisladores federales, es el fin del fuero constitucional que disfrutaban aquellos funcionarios que llegaron al poder a través de una elección popular.
El acuerdo con algunas variantes ya fue tomado por los principales partidos políticos del país. Con ello se terminarán las prepotencias y arbitrariedades que acostumbraban los representantes. Hechos bochornosos que atentaban contra la inteligencia y dignidad de aquellas autoridades que se atrevían a detenerlos.
Es un mal de los mexicanos la de portar charolas o escuditos en los sacos de la institución que representaban. Muestran su debilidad al escudarse.

Le llueven invitaciones

El secretario de Educación, Emilio Chuayffet Chemor será el interlocutor de los gobiernos de Veracruz y Tabasco, con el presidente Enrique Peña Nieto. Por coincidencia, el titular de la secretaría que cuenta con el mayor presupuesto federal se identificó años atrás con los veracruzanos, al trabajar primero con Arturo Llorente González en la delegación Benito Juárez de la ciudad de México y posteriormente en Gobernación con Fernando Gutiérrez Barrios. El se autocalificaba como el mexiquense-jarocho.
Para algunos políticos jalapeños sonreían maliciosos que cuando designaron a Chuayffet Chemor en el gabinete del nuevo presidente de México el que no hubiera invitado a su viejo amigo Jorge Uscanga Escobar. Hasta ahora entenderán el por qué necesitaba al funcionario que se desempeña en la actualidad en las delicada área de seguridad que permaneciera en la ciudad de Xalapa. Las invitaciones a Uscanga Escobar se multiplicaron a partir del día de ayer y ya se borró de los envidiosos las señales burlonas. Como norma política nunca se debe descartar a nadie, la rueda del poder está en constante movimiento a veces abajo y por regla siempre suben y llegan hacia arriba. Mario Vargas Saldaña, el político veracruzano más completo que ha tenido la entidad, reconocía que los tiempos cambian, a veces es de tirar cohetes o la de recoger las varas, de allí que fuera el personaje político de 24 horas que mejor identificaba el ideólogo Jesús Reyes Heroles. Entre las decenas de alumnos veracruzanos de Vargas Saldaña figuraron el exgobernador Patricio Chirinos, el ex procurador Rodolfo Duarte Rivas y el exsenador José Luis Lobato.