Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-12-29 | 19:34:52
Se casó Susiflor, y fue con su flamante maridito a pasar la luna de miel en Niagara Falls. A su regreso del viaje nupcial una amiga le preguntó: “¿Realmente Las Cataratas del Niágara son tan grandes como dicen?”. “No –respondió Susiflor-. De hecho esa fue mi segunda decepción”... La señora le indicó al taxista: “Va usted manejando muy aprisa. Tenga cuidado: soy madre ya de 15 hijos”. Replicó el taxista: “Si es madre ya de 15 hijos, la que debería tener cuidado es usted”... El médico le dijo a la muchacha de tacón dorado: “Su problema es de agotamiento. Quédese fuera de la cama una semana”... En el aula de la escuela de animales anunció el búho, que era el profesor: “Hoy vamos a aprender a multiplicar”. El conejo levantó la mano: “¿Puedo retirarme, maestro? Eso yo ya lo sé”... Don Algón, salaz ejecutivo, le dijo en la playa a la lindísima muchacha: “Qué agradable coincidencia, señorita. Mi chequera es exactamente del mismo color de su bikini”... Un europeo vino a México en viaje de negocios. Los negocios, sin embargo, no están reñidos con el placer: siempre hay tiempo para todo, incluso para los negocios. Así, el sujeto le preguntó a un botones del hotel si podía conseguirle compañía femenina. El muchacho no sabía cómo despachar ese negocio, pero -cosa extraña- una generosísima propina hizo el milagro de aclararle súbitamente las entendederas, y media hora después el europeo tenía en su habitación a una muchacha de prominentes prendas corporales tanto por el norte como por el sur. El tiempo es dinero, como dijo el fabricante de relojes. Prontamente la muchacha empezó a desvestirse. El europeo la vio y le dijo disgustado: “No me gusta cómo luces. En mi país las mujeres no se afeitan las axilas, y se ven muy sensuales. Parece que tienen estambre ahí’’. La chica no hizo caso, y siguió quitándose la ropa. “¡Uf! -volvió a molestarse el europeo-. No tienes vello en el pecho. Las mujeres de mi país se lo dejan, y parece que tienen estambre ahí’’. La muchacha se quitó las medias. “¡Uf! –exclamó con disgusto otra vez el individuo-. En mi país las mujeres no se depilan las piernas, y se ven muy bien. Parece que tienen estambre en ellas’’. Entonces fue la muchacha la que se molestó. “Bueno –le preguntó con impaciencia al europeo-, ¿vienes a hacer el amor o a tejer?’’... ¡Mañana! ¡Sí, mañana aparecerán aquí “Los tres chistes más pelados del año!”. Nunca en la historia de esta columneja se han publicado el mismo día tres relatos de tan extremada sicalipsis. Los lectores con escrúpulos morales deben abstenerse de leer esos chascarrillos, pues sufrirá mucho su pudor. Aquellos cuyo pudor tenga mayor capacidad de sufrimiento lean esa tríade de chascarrillos, capaces por sí solos de consumar la decadencia de Occidente. ¡No se los pierdan mis cuatro lectores!... Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, llamó por teléfono al manicomio de la ciudad, y preguntó: “¿Se escapó del manicomio uno de los locos?’”. “No, señor –le respondió con extrañeza la persona que contestó-. Acabamos de pasar lista, y están todos. ¿Por qué pregunta usted si se escapó uno de los internos?”. Responde Capronio: “Porque mi esposa huyó con un sujeto, y ese hombre tiene por fuerza que estar loco”… Don Salacio aprovechó la ausencia de su esposa para buscar los favores de Famulina, la nueva criadita de la casa. Ella al principio resistió las instancias del patrón, pero finalmente cedió porque él le hizo un sustancial ofrecimiento monetario. “¡Qué labioso es usté, siñor! -le dijo con un mohín de coquetería-. ¡Ya me convenció!”. Y así diciendo lo invitó a ir a su cuarto. “Pero antes -le pidió- enséñime un certificado de buena salud, pa’ saber que no tiene usté ninguna enfermedad venérea”. Se sorprendió el señor ante esa inesperada petición. Sin embargo, recientemente había obtenido un certificado de buena salud, de modo que pudo mostrar la constancia que demandaba la criadita. Se llevó a cabo, pues, el erótico trance de fornicación, acabado el cual don Salacio le dijo a la avispada chica: “Marythorn: entiendo que apenas sabes leer y escribir, y sin embargo veo que estás muy enterada en cuestiones de salud sexual”. “Pos sí, siñor -respondió la muchacha-. Inorante, inorante, pero ya traigo una enfermedad venérea, y no quiero traer dos”... FIN.

 Entradas anteriores
 Lo Más Visto
 Lo Último

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018