Se supone que hoy es el día que terminará la vida en este mundo. No obstante que no ocurrirá nada, para algunos investigadores y personas común y corrientes como es el caso del terco y obtuso del columnista Maquiavelo, estos vaticinios de los calendarios mayas si están más que confirmados.
Los argumentos de los científicos de la Nasa y los antropólogos más reconocidos como investigadores sobre la historia de los mayas y lo relativo con sus predicciones donde se niega de manera rotunda esta etapa del término del mundo, tienen un fundamento lógico de lo negativo que representa la información de que esto ocurrirá en una fecha determinada.
Sería un caos total ya que se cometerían toda clase de locuras. Nadie pagaría sus deudas, se gastarían todo el dinero, vivirían intensamente sus locuras amorosas e imposibles, no se preocuparían por su salud, se olvidarían de las dietas y comerían en exceso, darían rienda suelta a sus fantasías, disfrutarían todo lo prohibido.
Por el otro lado, los autores de libros sobre este tema entre los que se cuentan los tres tomos del Sexto Sol, los investigadores iniciales que aseguraron que cada 1,525 años ocurriría un gran cambio de un supuesto desenlace, donde estarían alineados todos los planetas del sistema solar, todo ello estaba marcado en el calendario maya y como explicación a sus argumentos estas son las razones que exponen y donde aceptan que sí está ocurriendo el final de la humanidad, en este planeta habitado conocido como la Tierra.
“Cuando nos ponemos a reflexionar y observamos lo que sucede en el mundo sentimos de una u otra forma que los tiempos apocalípticos están ya presentes, vivimos hoy tiempos de guerra (...), cambios climáticos que provocan grandes calamidades (...) que cada vez que se presentan tal parece que lo hacen con mayor contundencia, y ni qué decir de nuestros comportamientos individuales y sociales cotidianos donde se pone en evidencia que cada vez estamos más lejos de nosotros mismos y de los demás con el consecuente deterioro de las relaciones humanas”.
“Los Mayas sabían que todo esto iba a suceder y por ello nos dejaron un mensaje grabado en piedra que esta constituido por un elemento de alerta y otro de esperanza, mismos que están contenidos en sus Siete Profecías, en el mensaje de alerta nos avisan de lo que va a pasar en éstos tiempos que vivimos, y en el de esperanza nos dicen de los cambios que debemos de realizar en nosotros mismos para impulsar a la humanidad hacia una nueva era, donde los valores mas altos empiecen florecer a través de la práctica cotidiana (...) para llevar a la humanidad hacia el amanecer galáctico, en donde en la nueva era, ya no habrá más caos ni destrucción. Las visiones de futuro, de nuestro presente están en las siete profecías que se basan en las conclusiones de sus estudios científicos y religiosos sobre el funcionamiento del universo.”
Para rematar el historiador Alfredo López Austin, explica que algunas concepciones sobre los habitantes del México antiguo pudieron ser verdaderamente admirables, pero eran las suyas, correspondientes a su cosmovisión por ellos creada y usada. Nada que ver con estas generaciones.
Para las culturas mesoamericanas, algunos finales del ciclo representaban la conclusión del mundo. Simplemente era la particular manera como lo concebían aquellas culturas.
Especialistas advierten que ni desastres, apocalipsis o una gran hecatombe. Este viernes 21 de diciembre del 2012, no ocurrirá el fin del mundo y no serán los mayas los equivocados, sino las erróneas interpretaciones contemporáneas de quienes tienen una visión idealizada del México indígena.
Lo único cierto es que se logró despertar por los mayas un gran interés en el mundo, que tiende a fortalecer la investigación y difusión de esta cultura mesoamericana.
El mundo de hoy es más pragmático y materialista, se vive demasiado rápido.
Los mayas percibían su estancia en la Tierra como algo temporal como una simple transición. Una de las mejores enseñanzas que nos dejaron estas culturas es dejar de preocuparnos por el fin del mundo o de la muerte y disfrutar a plenitud la estancia en este planeta.