Por Maquiavelo
Columna: Se dice que...
El galardón de Perdomo
2012-03-11 | 10:14:10
La muerte es el más alto premio de la vida

Conocí al licenciado Gerardo Perdomo Cueto por
los setentas, era el secretario privado del oficial
mayor de la Secretaría de Industria y Comercio,
Carlos Fabre del Rivero, frustrado aspirante de
la gubernatura de Puebla.
Teníamos un amigo común quien fue el que
nos presentó, Alberto Peniche Blanco, quien era
en aquel entonces el poderoso director de Comunicación
de la Secretaría de Gobernación y posteriormente
con el mismo cargo con el presidente
José López Portillo.
El sentido del humor fue el mejor enlace que
tenía el periodista con el abogado de la Escuela
Libre de “Derecha”, se le decía en broma por
la inclinación ideológica de algunos egresados
de esa prestigiada institución académica, donde
salieran distinguidas personalidades como
Ignacio Morales Lechuga, Tomás Ruiz González,
Felipe Calderón, Margarita Zavala, Carlos y
Miguel Ángel Campos Echeverría y el padre del
“oso” Perdomo, como le decían al entonces líder
estudiantil de aquellas generaciones. Para Perdomo
Cueto su escuela superior era algo más que lo
que simplemente llamamos su Alma Mater.
Antier murió don Gerardo Perdomo el único
Ombudsman que han tenido los periodistas de
Veracruz y del país. Petición formulada al gobernador
Herrera Beltrán en el curso de una cena
de tantas del Colegio de Periodistas, institución
también desaparecida.
Ayer se cumplió su sueño de regresar a la ciudad
de México, volver a los restaurantes de la Zona
Rosa y por las noches a Los Guajolotes, donde
se pasaron las mejores veladas. Ahora su regreso
tiene otra connotación, para descansar en el
Panteón Francés donde se reúnen sus entrañables
amigos de varias décadas para despedirlo
en compañía de sus familiares.
Resulta difícil el pensar que en las comidas
de los miércoles no se podrá contar con su presencia,
el abogado Perdomo Cueto era el primero
en llegar allí, paradójicamente en el puerto de
Veracruz, una persona alérgica al pescado y los
mariscos porque de niño lo obligaban a consumir
la Emulsión de Scott.
Ahora que partió, el columnista considera
que es imposible que un suceso tan natural, necesario
y universal como es la muerte, haya sido
destinado como un designio para el mal de la
humanidad. La desaparición de los seres queridos
es un hecho tan personal que se puede decir
que es el instante en que espiritualmente se
condensa la vida.
Con una botella de vino nos podemos decir
adiós, donde todo es partir pero lo de menos es
morir.
En otra parte de esta edición dominical se da
a conocer la última entrevista en la que se daba
a conocer su designación como director Jurídico
del Corporativo IMAGEN del GOLFO. De
allí que no quisiéramos entrar en sus detalles
biográficos.
Anatole France decía que morir es tan sencillo
y tan aceptable como nacer.
Nací sin saber por qué. He vivido sin saber cómo.
Y muero sin saber cómo ni por qué. Todo termina
para que todo vuelva a empezar.
Para el “oso” Perdomo lo que le ocurrió, eso
no es morir, porque el hombre vive en los sentimientos
y en la memoria de sus innumerables
amigos.

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