Por Maquiavelo
Columna: Se dice que...
Los derechos adquiridos
2012-03-04 | 21:27:45
Todo estaba listo en el congreso, los legisladores estaban más que preparados.
Se habían elaborado las mantas de protesta, las instrucciones a siete oradores que subirían a la tribuna de la Cámara de Diputados, se había contratado a doce camiones con los acarreados para cubrir por completo las galerías.
La orden dada al coordinador de los legisladores priístas, Francisco Rojas era irse con las baterías más pesadas para denostar al presidente Felipe Calderón por haber cometido un delito electoral por su intervención ilegal en los comicios federales, durante la reunión anual de los consejeros nacionales de Banamex, al mostrarles una lámina donde su candidata de partido Josefina Vázquez Mota, se encontraba sólo a cuatro puntos del precandidato priísta Enrique Peña Nieto.
Hasta los discursos de los oradores del partido tricolor fueron revisados y se les agregaban nuevos datos ofensivos obtenidos del último libro del periodista Julio Scherer que retrata de cuerpo entero los vicios, corrupción e inmoralidades del presidente mexicano.
También se les indicó a los tribunos priístas que aprovecharan la ocasión para desprestigiar a su ex compañera legisladora señalándole sus defectos e imperfecciones así como su prohibida participación al utilizar dineros públicos cuando fue la titular de Sedesol, en la campaña presidencial de Felipe Calderón.
El escenario parlamentario para arrancar la guerra sucia estaba preparado para el inicio de la antepenúltima sesión de la actual legislatura federal.
Minutos antes de que se reuniera el quórum necesario que legalizaba el acto camaral llegó la contraorden.
Al cuarto para las doce se les indicó que desaparecieran las mantas y que se cambiaba el orden del día.
A todos los legisladores del tricolor y del PRD les sorprendió.
¿Qué había pasado?
¿El porque se dejaba pasar esta oportunidad de oro?
La noche anterior se habían reunido el líder nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, con el presidente Calderón en Los Pinos.
Hubo un corto dialogo y se llegó a un arreglo.
Se olvidarían los priístas de denunciarlo ante la Fepade por el delito de peculado cometido por Jefe de la Nación a cambio que los casos de los exgobernadores tamaulipecos fueron cerrados y no se permitiera la intromisión de la DEA y la posible extradición hacia las cárceles norteamericanas de estos miembros distinguidos de la clase política mexicana de un reciente pasado.
Se desconoce si también se pactaron los expedientes de Mario Marín, Ulises Ruiz, Fidel Herrera Beltrán, Humberto Moreira y los que seguían en la interminable lista de la PGR.
Joaquín Coldwell y Calderón Hinojosa se olvidaron de rencillas y decidieron hacer caso omiso a las leyes constitucionales y los códigos electorales.
Se las pasaron por el arco del triunfo.
El renacimiento del nuevo PRIAN se había pactado.
A los partidos de la izquierda, el líder nacional del PRI siguió el lema de su líder moral, Carlos Salinas de “Ni los veo, ni los oigo”.
El común denominador de estas posturas de los dos políticos que representan al PRI y al PAN, es la defensa de lo que está acostumbrado y otorgado, hasta lo reconocen como algo más que merecido. Son los famosos “derechos adquiridos”.
Este concepto de “derechos adquiridos” se encuentra en la tradicional lógica de que “así ha sido siempre”. O con el argumento de “esto es lo que me toca”.
El sistema mexicano ha funcionado y sigue funcionando con base en este clientelismo político
Te doy y me das. Te hago un favor y tu como me lo pagas.
Quien llega al poder en México, del partido político que sea, piensa de manera idéntica: Como, cuando y para quien obtener algo. Para si mismo o para su familia.

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