Con motivo de los informes de los presidentes municipales del estado de Veracruz se cruzan las apuestas de quienes en este momento previo a las elecciones presidenciales, serían los favoritos para suceder a Javier Duarte de Ochoa en la gubernatura.
Sin muchas conjeturas destacan Alberto Silva de Tuxpan y Salvador Manzur de Boca del Río. En ese orden.
Para ninguno de los políticos veracruzanos de la administración duartista les conviene que gane la presidencia Enrique Peña Nieto, porque el sería el gran elector y obviamente buscaría como gobernador veracruzano aquella persona que lleve su sello personal.
El esquema de los priistas cambiaría radicalmente y se concentraría en otro dueto de personajes de la política veracruzana y estos serían Jorge Uscanga Escobar y José Yunes Zorrilla. En ese orden.
No se podría descartar la opinión del nuevo líder nacional de los priistas, el cozumeleño de Pedro Joaquín Coldwel, que trae el sello de su compañero en el senado de Manlio Fabio Beltrones, donde abriría una puerta para que figurara Héctor Yunes Landa y con ello la incomprensible repulsa tanto de los fidelistas como duartistas. Su independencia y autonomía pareciera un pecado en las esferas oficiales. El senador Joaquín Coldwel es compañero de banca en la Universidad Iberoamericana de don Tony Macías, el suegro del gobernante Duarte.
Si el próximo presidente de México recayera en Ernesto Cordero, el dúo de aspirantes al gobierno veracruzano se concentraría en las candidaturas del ex candidato Miguel Ángel Yunes Linares y Dionisio Pérez Jácome, actual secretario de Comunicaciones. En ese orden.
Ni Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel quieren tener compromisos con algún equipo de la clase política local. No les funcionan y no tienen ninguna influencia en el electorado.
Si llega Andrés Manuel López Obrador a la silla presidencial, su esquema para Veracruz se concentra en una joven mujer, que por sus particulares características no tendría rival en los comicios del 2016. No volvería Dante Delgado Rannauro a figurar como candidato, su destino se concentra en el gabinete. Su nueva ilusión es llegar a la “grande”.
Por estos análisis de los politólogos de la Universidad Veracruzana, la nueva clase política de los veracruzanos duartistas, no les conviene que sea Peña Nieto el nuevo inquilino de Los Pinos.
La gran oportunidad que tuvieron Miguel Alemán y Fidel Herrera de escoger a modo, al que debía sucederlos se perdería y habría un cambio total donde los políticos locales no tendrían la menor oportunidad.
Desde el presidente Miguel Alemán Valdez hasta Ernesto Zedillo, todos los gobernadores veracruzanos salieron del altiplano. Tuvo que llegar el PAN para cambiar esa tradición política.

Los nuevos ricos

El gran escándalo es el reciente descubrimiento de la existencia de mil quinientos millones de dólares en activos ubicados estratégicamente en territorio estadunidense de la compañía Mexicana de Aviación, cuando sus dueños la declaran en quiebra y el gobierno la ofrece a los que la quieran adquirir en solo trescientos millones de dólares.
¿Qué habrá detrás de los antiguos dueños para que sean intocables por el gobierno de Felipe Calderón?
Los grandes negocios del final de una administración son fuera de serie.

La ausencia del Tío Fidel

Lo que es de justicia reconocer es la actitud de Fidel Herrera Beltrán con su particular ausencia de los círculos políticos de la entidad, a fin de dejar todo el espacio político al gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Se da como un hecho que buscará la Senaduría y volvería a competir con Miguel Ángel Yunes Linares. Ambos quieren ser plurinominales, ya lo hicieron en un pasado donde figuraron en varias nóminas.
Consciente de su influencia tanto en la sociedad veracruzana como en las esferas oficiales de la ciudad de México se ha mantenido el “Tío” de manera discreta y hasta humilde fuera de la entidad. No olvida el exgobernador veracruzano a los amigos en desgracia y sigue pendiente de manera particular de los que lo convivieron en la Cuenca del Papaloapan.
Su origen cuenqueño sigue presente. La nobleza no se adquiere al nacer sino en el curso de la vida.