Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
* LA ‘GUERRA SUCIA’
2010-02-10 | 21:09:09
Conocedor de las más negras entrañas de la política veracruzana –oficio que ejerció casi hasta el ocaso de su vida, además de la abogacía y el periodismo–, Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos, mejor conocido como “Yayo”, le advirtió en un ocasión a un joven aspirante a un cargo de elección popular: “Miiiiira, si quieres saber realmente quién es tu padre… ¡pues métete de candidato!”

Gutiérrez Castellanos, quien fue titular de una Notaría en la ciudad de Acayucan, diputado local, dirigente estatal del PRI y, entre otros cargos públicos, hasta jefe de prensa del Gobierno del Estado al final del sexenio del gobernador Agustín Acosta Lagunes, buscaba prevenir así a su ingenuo discípulo de la “guerra sucia” que entre los aspirantes de un mismo partido a una candidatura o entre los contendientes de oposición suele darse en la víspera o en pleno proceso electoral.

En su caso, aunque ha dicho que por el momento no busca ser candidato a la Presidencia de la República, el gobernador Fidel Herrera ha declarado que la “guerra sucia” en su contra ya comenzó.

Esto en alusión a un reportaje que una revista de circulación nacional le dedicó en su última edición, del pasado domingo 7, en el que con base en una denuncia de “testigos protegidos” anónimos –los cuales la hicieron llegar por escrito en diciembre del año pasado a la oficina del presidente Felipe Calderón–, señalan al gobernador Herrera de encubrir en la entidad a uno de los cárteles del crimen organizado identificado como “La Compañía”.

Esta acusación, que habría sido formulada por supuestos ex empleados de la administración fidelista, fue desechada por la propia Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), por considerarla que no tenía mayor sustento y que más bien obedecía a intereses políticos.

No es la primera vez que a Herrera Beltrán buscan desprestigiarlo vinculándolo con el narcotráfico. En la sucesión estatal de 2004, por ejemplo, sus enemigos difundieron la versión de que poseían fotografías donde el entonces candidato del PRI a la gubernatura aparecía al lado de Juan José Esparragoza Moreno, (a) “El Azul”. Pero las imágenes jamás fueron dadas a conocer, ni antes ni después de los comicios. De haber sido cierta esta especie, sus detractores lo hubieran fulminado mediáticamente y quizá habría perdido la elección, la cual ganó a Gerardo Buganza, del PAN, con una escasa ventaja de casi 26 mil votos.

A esta campaña de rumores Herrera Beltrán siempre respondió de muy buen humor: “sí –admitía– tengo amigos pero ‘nacos’, no narcos”, aclaraba.

Igualmente han deslizado que al final de su mandato, el 30 de noviembre de este año, su destino podría ser el mismo que el del ex gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, quien por un pleito personal con el entonces presidente Ernesto Zedillo y el banquero de origen tuxpeño Roberto Hernández, de Banamex, fue procesado precisamente desde hace casi 11 años por delitos contra la salud, por sus vínculos con el narcotráfico. Luego de permanecer prófugo durante dos años y dos meses, Villanueva fue aprehendido a mediados de 2001.

Pero el gobernador Herrera no ha escatimado ningún apoyo al presidente Calderón y a las Fuerzas Armadas en su lucha contra el crimen organizado. Es más, a mediados de 2009, en una reunión del mandatario mexicano con los 31 gobernadores del país –en la que Calderón les habría advertido que si no se unían todos al combate a la delincuencia organizada existía el riesgo de que en 2012 llegara un narco a la Presidencia de la República–, el veracruzano alertó al jefe del Ejecutivo federal que su partido, el PAN, pretendía postular a la diputación por el distrito electoral de Poza Rica a un candidato que el PRI quiso nominar en las elecciones locales de 2007 y que no lo hizo porque recibió informes del gobierno de la República de que estaba bajo sospecha por presuntos vínculos con el crimen organizado.

En relación al reportaje que lo involucra por proteger supuestamente al cartel de “La Compañía” en la entidad, Herrera Beltrán ha respondido que “eso es una infamia más” y que “cuando a Veracruz le va bien, le tienen que buscar este tipo de cosas”.

“No soy santo, pero no cometo delitos”, dijo el gobernador.

Pero éste no será el primero ni el último ataque mediático al que estará expuesto Herrera Beltrán de aquí hasta el 4 de julio próximo, cuando se elija a su sucesor.

Y más que al candidato del PRI a la gubernatura, los obuses de sus detractores serán disparados directamente contra el mandatario estatal.

La razón es muy simple: el principal activo del Revolucionario Institucional en el estado es Herrera Beltrán, cuya popularidad ha reposicionado al priismo en Veracruz, a tal grado que está por consumar la postulación de un candidato a la gubernatura totalmente identificado con su proyecto transexenal de la “Fidelidad”.

Ello, obviamente, ha provocado que sus enemigos más radicales intenten torpedearlo a él y a los jóvenes de su compacto grupo fidelista, difundiendo las más ruines de las canalladas, como esa perversa versión de que una guapa diputada federal, a la que ahora están perfilando para la candidatura del PRI a una de las principales alcaldías del estado, habría quedado embarazada en la campaña política del último priista que representó al estado de Veracruz ante el Senado de la República.

Cuánta razón tenía “Yayo” Gutiérrez cuando decía: “Miiiiira, si quieres saber realmente quién es tu padre… ¡pues métete de candidato!”

Dentro de poco también sabremos de “ratas de dos patas” y de pederastas.
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