Las vueltas que da la vida. Seis años y medio después, la Reforma Laboral que impulsó el entonces presidente electo Enrique Peña Nieto con ayuda del PRI, PAN, Panal y PVEM en los tiempos de la tristemente célebre 62 Legislatura, será desmantelada, y en los próximos días se sabrá si parcialmente o demolida.
Que se tenían que reformar las leyes laborales “para atraer la inversión, crear empleos, promover el desarrollo del país, regular las relaciones laborales entre la fuerza del trabajo y la planta productiva, que…” eran algunas de las justificaciones estelares que priistas, panistas, panalistas y pvemistas enarbolaron el 8 de noviembre de 2012 para reformar la Ley Federal del Trabajo.
Pues ahora, 27 de febrero de 2019, en las Audiencias Públicas sobre la Reforma Laboral (anunciada para marzo), algunos de esos líderes sindicales charros que entonces se subordinaron sin rubor a Calderón y Peña, ahora han planteado a los diputados de la 64 Legislatura que en la Reforma Laboral próxima “se garantice el derecho de huelga, favorezca los contratos colectivos de trabajo, elimine la tercerización del trabajo (outsourcing) y reduzca los impuestos a la clase trabajadora y a las prestaciones sociales, entre otros puntos”.
Uno de esos líderes, Rodolfo González, secretario general de la CROM, ahora ha solicitado que la Reforma Laboral “considere la eliminación del outsourcing, la reducción de impuestos a la clase trabajadora y a prestaciones sociales, y, además, revisar la jornada laboral “.
Quien presidió aquella sesión infausta para la vida del país fue Agustín Arroyo Vieyra, diputado priísta de Guanajuato. Se veía venir una avalancha legislativa. A punto estaba Peña Nieto de asumir la Presidencia de la República, el 1 de diciembre de 2012. Y con él se congraciaba Calderón enviando la iniciativa peñista –con carácter de preferente- de reforma a la Ley Federal del Trabajo.
Dos diputados opositores presentaron una moción suspensiva. Pero la mayoría fabricada entre Calderón y Peña pasó sobre ellos como aplanadora. Se trataba de Ricardo Monreal Ávila y Martí Batres Guadarrama, actualmente los dos senadores más influyentes de la 64 Legislatura.
Premonitorio, Monreal latigueó a la envilecida mayoría aquella: “Quienes crean que con esta votación anterior resolvieron el tema, están equivocados. Es una victoria pírrica, porque nadie tiene derecho a conculcar los derechos de la Constitución. Así es que no se crean que se saldrán con la suya.
“… El dictamen que ahora se somete a la discusión de esta soberanía constituye un acto más de simulación, un parapeto mediático para distraernos a todos los mexicanos del hecho de que con la reforma que pretende aprobarse en ambas Cámaras se estaría perpetrando un verdadero retroceso en materia de derecho laboral, una regresión en materia de derechos humanos y un duro golpe al de por sí ya vapuleado sector obrero”.
“Cuando presento estas cosas no dejo de pensar paradójicamente en ese poema tan famoso y que muchos de ustedes han escuchado y repetido de Martín Niemöller, que algunos equivocadamente atribuyen a Bertolt Brecht”.
Y parafraseaba Monreal: “… Y aquí en nuestro país, cuando los del gobierno de derecha vinieron por los estudiantes yo no protesté, porque yo no era estudiante. Y cuando los del gobierno de derecha vinieron por los mineros yo no protesté, porque yo no era minero. Y cuando los del gobierno de derecha vinieron por los electricistas guardé silencio, porque yo no era electricista. Y cuando los del gobierno de derecha vinieron por los de Mexicana de Aviación no dije nada, porque ni era piloto, ni era sobrecargo ni era trabajador de Mexicana. Y cuando los del gobierno de derecha ahora están viniendo por todos los trabajadores, nadie dice nada, porque aquí la derecha no son trabajadores. Y el día de mañana, cuando vengan por ustedes, no habrá quien proteste”.
“Es lamentable que estemos en este nivel de discusión, porque afuera no se sabe. Vean la campaña aturdidora, mentirosa que en la radio y en la televisión cada cinco minutos está, aparentemente, señalando las bondades de esta contrarreforma laboral. No hay el derecho a la información, no hay el derecho a la verdad y por eso, nosotros estamos presentando una moción suspensiva para detener la discusión, abrir foros de discusión, escuchar a obreros, a dirigentes, académicos, a intelectuales, a todos para poder generar condiciones de equilibrio en nuestro país”.
“Qué les van a decir quiénes están a favor de la contrarreforma a sus electores. El PRI, el PAN y sus adláteres, ¿con qué les van a salir? ¿Qué les van a decir, qué votaron porque los van a beneficiar? ¿Que votaron a favor porque le creen la campaña mentirosa que está promoviendo el gobierno de derecha? Pero hay un contubernio entre el PRI, el PAN y sus adláteres. Se van a quedar solos”.
Martí Batres restregó al Pleno la sarta de chicanerías legislativas con que pergeñaron PRI, PAN, Panal y PVEM aquella Reforma Laboral. Y les preguntó: “¿Cuál es el motivo de que se den tantas violaciones al procedimiento; que no se respeten los tiempos, que no se respete lo que mandata la Constitución y el propio Reglamento de la Cámara de Diputados? El motivo es exclusivamente político y el objetivo es cumplir con la instrucción de Enrique Peña Nieto de imponer, a como dé lugar, a sangre y fuego, una Reforma Laboral que va a perjudicar a los trabajadores de México”.
La mayoría rechazó de facto la moción. Y entonces se aprestaron a reformar la Ley Federal del Trabajo. (Continuará en esta semana)
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