Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
El déja vu yunista
2018-05-03 | 09:13:30

En la elección municipal de 1997, al igual que en esta sucesión gubernamental, a Miguel Ángel Yunes Linares, a la sazón presidente del CDE del PRI por segunda ocasión consecutiva -la primera vez que dirigió el partido tricolor había sido en 1992, en la campaña electoral de Patricio Chirinos hacia la gubernatura-, le hicieron creer sus asesores y subalternos más cercanos que iban a arrasar en la mayoría de los 210 municipios que en ese entonces existían en Veracruz, con lo que automáticamente aseguraría en 1998 su boleto para suceder a su jefe político en el gobierno de la entidad, luego de un presunto acuerdo entre Chirinos y el presidente Ernesto Zedillo durante una gira de trabajo que el mandatario mexicano había realizado por el norte del estado.


 


En esa ocasión, tal como ahora, a Yunes le entregaron encuestas en las que los candidatos priistas aparentemente ganaban sin mayor problema las principales presidencias municipales, comenzando por la de Xalapa, donde había sido postulada la maestra Rosario Piña, ex directora general de Enseñanza Media, presuntamente recomendada por el arzobispo Sergio Obeso Rivera.


 


Pero en Xalapa, considerada la joya de la corona por ser la capital veracruzana, Charo Piña fue arrasada por el candidato del PRD, Rafael Hernández Villalpando, ex subsecretario de Gobierno y ex rector de la Universidad Veracruzana que había sido propuesto al partido del sol azteca por su amigo y ex jefe Dante Delgado, dirigente de Convergencia por la Democracia, una asociación política nacional recién fundada por el ex gobernador sustituto que por esas fechas aún se hallaba recluido en el penal de Pacho Viejo, desde donde operó electoralmente en contra de Yunes y de Chirinos aliado con el dirigente nacional perredista Andrés Manuel López Obrador.


 


Igual sucedió en más de un centenar de municipios, entre ellos Coatzacoalcos, Minatitlán, Papantla, Martínez de la Torre, Álamo, Tuxpan y hasta Cosamaloapan, para cuya alcaldía Yunes Linares, como dirigente estatal del PRI –en la misma forma despectiva que su hijo que aspira a sucederlo en la gubernatura se expresó de López Obrador, a quien llamó “viejo guango”–, le negó la candidatura del tricolor a don Juan Chiunti, sugiriéndole que mejor se dedicara a cuidar a sus nietos, por lo que de ahí el aspirante priista se fue de inmediato a las oficinas del Comité Ejecutivo Estatal del PRD para pedir que lo postularan...¡y ganó!.


 


¿Se volverá a repetir esta misma historia en los comicios de julio próximo?, se preguntan algunos militantes del PRI que vivieron cerca de Yunes esta amarga experiencia y que saben que las elecciones no sólo se ganan con dinero y el uso autoritario del poder.


 


Si ese fuera el caso -dicen-, la alcaldía xalapeña y 105 más no se hubieran perdido hace 21 años. Y refieren que quien lo dude les pregunte a los priistas que operaron electoralmente en 1997 y que ahora promueven la candidatura del primogénito de Yunes Linares.

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