Enrique Peña Nieto, al dejar la presidencia del país, dice que se va a su casa a disfrutar a su familia y que se retira de la política ¿Será? o sucederá como el ex presidente Carlos Salinas a quien le atribuyen la “mano que mece la cuna” en la política nacional.

En el caso de los ex presidentes de este país, como lo diría la comunicadora Adela Micha con mucha precisión en unos de sus programas de alto rating en la televisión y ahora lucha por persistir en el medio de redes sociales, “son como aquellos jarritos decorativos que no se sabe a dónde poner”…para que no se vean.

En el caso de Ernesto Zedillo, prefirió olvidarse de la política de su país para dedicarse a los negocios como experto de los muchos beneficios que concedió a las empresas extranjeras y que por lo mismo se dice que no cobra su pensión jugosa y abundante, de la que dice Vicente Fox, que nadie se la puede quitar porque la necesita para vivir al igual que a Felipe Calderón.

Luego entonces, Peña Nieto, ya está pensando en disfrutar de su pensión, de su retiro de la política y de alejarse de la vida en general, pero la pregunta sería, de que sí las condiciones del resultado de la próxima elección del 1 de julio, le van a permitir cumplir sus sueños y anhelos a cabalidad, o tendrá los inconvenientes como Fox, Calderón y Salinas que tardaron en legitimarse algunos años de los duros efectos del cargo de mayor peso y responsabilidad en este país.

Ahora, ya con los candidatos presidenciales en ciernes, se avizora la más disputada lucha por la titularidad del ejecutivo federal de todos los tiempos, en donde se han dado unos fenómenos que no escapan a la vista de los propios analistas políticos y de la misma gente.

En el actual proceso electoral presidencial, hay algunas situaciones que no encajan en el modelo tradicional de la sucesión política en México.

Entre los tres aspirantes presidenciales ya nominados por sus partidos políticos y sus respectivas alianzas, por orden de las preferencias en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya Cortes y José Antonio Meade Kuribreña, hay cosas que para la percepción del común no encajan y eso es parte del enigma por descifrar en el camino de los días por venir, pero principalmente en el terreno de las campañas políticas que tendrán un espacio de tres meses, tiempo suficiente para que se den hasta con la maceta, entres unos y otros con la clásica guerra sucia y de descalificaciones, en donde las famosas campañas negras son parte del descredito entre los personajes de uno y otro bando, esperándose las definiciones en los debates que le gustan al Peje.

Los que siempre dudan de los procesos electorales ya comienzan  a generar la clásica duda del INE como en el caso de la zona de Veracruz y Boca del Río en donde algunos aspirantes a los cargos de capacitadores y supervisores, denunciaron mano negra en la selección para favorecer a amigos, familiares y recomendados.

Ahora, también se ve una lucha de guerra sucia en contra de Ricardo Anaya desde algunas esferas ocultas que favorecen a Andrés Manuel López Obrador, mientras que a José Antonio Meade, por el asunto de las encuestas ya lo han sacado de la lucha electoral, sin bases por la falsa creencia de que hibrido y sin partido, la disputa del voto duro priista será una de las férreas intenciones por disputar de los estrategas de la mercadotecnia política inventada en la campaña que le dio el triunfo a Vicente Fox.

Los discursos de los aspirantes presidenciales muy fríos, sin arengar lo suficiente para levantar emoción entre sus militantes y seguidores, ahora sólo queda esperar a que siga el proceso electoral en tiempo y forma, en donde los dados cargados se evidencian con un cierto sesgo para una Morena que comienza y se mete a su primer lucha presidencial en donde las tesis son de que al final se quede en una pelea de dos o con Anaya o con Meade, en un final de fotografía y sin que nadie se atreva a pronosticar y menos a profetizar un resultado. Así las cosas.