Desde que se produjo la primera derrota del PRI en las últimas tres elecciones, claro que las bases del legendario edificio que se ubica en la esquina de las otras avenidas de tanto bullicio y jolgorio, donde entraban y salían simpatizantes y fieles seguidores del priismo local, fueron cimbradas y con la dos derrotas posteriores prácticamente pulverizaron las paredes ideológicas de quienes se ufanaban en sentirse priistas y redentores de la sociedad.
Aquellos que se valían de un poderoso partido “dedocrático” que exponían y designaban a cuantos candidatos interesaban a los grupos en el poder, para satisfacer ambiciones personales y también económicas, hoy parece que perdieron la memoria y por ende los ideales que se decían perseguir por el bien del pueblo.
Tal parece que esas corrientes de las cuales se nutrió en el pasado el Partido Revolucionario Institucional, para reformar sus posturas de cara a las nuevas décadas, dejando atrás a sus anteriores siglas, no tienen cómo responder a los que aún siguen creyendo en el acrónimo PRI a pesar de que han sido desdeñadas como sí estas en el simbolismo tuvieran vida y que éstas letras sean las culpables de tantas atrocidades que han cometido sus líderes en los tres niveles de gobierno.
El Partido Revolucionario Institucional, como Comité Municipal en Coatzacoalcos, está como el barco sin su capitán, con un timón sólo que se mueve de un lado a otro sin que hasta ahora alguien lo tome con temple para retomar el rumbo adecuado y virar a aguas tranquilas. Dejaron de existir sus bastiones; ni cenopistas que eran sus mayores fuerzas, y aquellos que buscaron acomodos y puestos emanados de estas siglas, huyeron y se han refugiado en otros ideales partidistas, dejando en el olvido, lo que un día les dio para satisfacer todo, poder y dinero.
No hay tampoco líderes políticos del sector campesino, que de por sí en el municipio de Coatzacoalcos poco hay o de plano se han esfumado por la voraz ramificación de la mancha urbana que se va comiendo extensos terrenos, que si bien es cierto eran poco cultivables, este sector para el PRI es letra muerta y no hay de dónde poder acrecentar bases para que el campesinado esté representado en un agónico instituto político que pide a gritos, una nueva generación de huéspedes.
Nada hay del supuesto sector obrero, de ese que sólo ha servido de comparsa, porque ni son realmente obreros de corazón que defiendan con pasión el partido político que les ha dado historia y de grandes líderes. No hay nada, sólo aquellos que se aferran a seguirse aprovechando de éste, para sostener sus instintos que parecen no ceder.
Claro que el sentirse priista y con la frente levantada, hay realmente pocos, pero demasiado pocos. La vieja guardia del priismo, poco a poco se ha ido extinguiendo por el ciclo de la vida, sin dejar huella, ni quien secunde para salvar o rescatar al partido que se le avecinan tempestades como nunca antes hubieren pensado sus anteriores dirigentes de prosapia y veladores de sus propios ideales, de un partido de nacionalismo revolucionario.
Hoy ese edificio de tantas fiestas y celebraciones por triunfos electorales, está en la antesala del sepulcro, como monumento donde la idiosincrasia de las clases encontraron tal vez algún día “Democracia y Justicia Social”.
El priismo porteño está inerme, impávido, no se ve por dónde pudieran encontrar de la “reingeniería” en sus cuadros a gente que rescate lo que aún pudieran, pues tres derrotas consecutivas entre ellas dos diputaciones y la más dolorosa, la más reciente, una municipal; mandarán al olvido cualquier vestigio que aún pudiera quedar del edifico del PRI, porque vendrán cuatro años, sin que el partido que por mucho tiempo ha gobernado al municipio de Coatzacoalcos, no pueda siquiera como servicio social, aportar un apoyo económico para su mantenimiento. ¿Pero y entonces quién o quiénes podrían rescatarlo? ¿Serán los grupos de siempre, o querrán regresar aquellos que traicionaron sus ideales y sus principios?
Quizá el edificio no signifique nada, sino que aquí encierro el tema a todo lo que sea del priismo porteño. Es decir, quiénes serán los envalentonados, de manos limpias y honestas que decidan luchar por llevar a buen puerto las siglas del vilipendiado PRI. Ese que pareciera ser el del hedor que nadie quiere oler. Y vaya que para los verdaderos priistas causa vergüenza y atizan contra los que “abandonaron el barco”, que dieron la espalda o que prácticamente huyeron como cobardes y dejaron que éste se hundiera.
Luego entonces, nadie quiere ser parte del PRI. Nadie quiere sentirse avergonzado de un partido al que le han dado con todo, y en este sentido, no existe hasta el día de hoy quien dé la cara en el también otrora y respetado Comité Directivo Municipal del Partido Revolucionario Institucional, del “tricolor” de lemas emotivos de sus grandes candidatos; de aquellos como “Arriba y Adelante” de Luis Echeverría Álvarez, “La Solución Somos Todos” de José López Portillo o de la que impregnó hasta el fondo como aquella de Miguel de la Madrid Hurtado, de la famosa “Renovación moral de la Sociedad”.
Claro que el priismo tiene que enviar señales de vida, para seguir en la lucha política, porque a pesar de todo, sostiene estructuras, no tan confiables como en el pasado, pero algo habrán de rescatar y eso sí, con la obligación de eliminar lo malo, lo que no funciona y lo que ha dejado de ser el sello de la simpatía el de los arrastres de masas populares. Eso sencillamente ha quedado en el pasado.
El PRI se renovará, dicen los analistas, y tiene que ser pronto, para saber y conocer más cuáles serán sus estrategias a seguir, porque ya tres derrotas electorales consecutivas marcaron su derrumbe y porque las elecciones del 2018, están a la vuelta de la esquina, se espera el resurgimiento o su destierro total. Así que, ¿Quién dice yo, para dirigir al CMD del PRI en Coatzacoalcos?
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