Mientras unos todavía no dan crédito a lo ocurrido el pasado 4 de junio y otros siguen luchando por sus causas, para que, según les sean reconocidos sus derechos con relación al posible triunfo alcanzado, lo cierto es que los que verdaderamente saben de estos oficios de la política, ya comenzaron a trabajar para lo que por vez primera habrá de convulsionarse en el 2018 para el estado de Veracruz.
Vendrá lo que jamás un ciudadano se hubiera imaginado. Campañas para la elección del nuevo gobernador, nuevos diputados locales; diputados federales, Senadores y al nuevo presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Es decir, una batalla descomunal, donde la “guerra política intestinal” se verá por doquier. Los malos de siempre, aunque traten de escudarse en siglas diferentes, seguirán buscando lo que ya no se les dará. Y aunque los aparentemente buenos también lucharán por lo mismo, será el ciudadano veracruzano el que quedará harto, otra vez, de proselitismos electorales.
Claro que las elecciones que renovaron a la mayoría de los municipios que integran el estado de Veracruz dejaron atrás todo tipo de contienda y en los sitios donde han sabido aceptar la derrota para unos y la victoria de otros, ya tienden sus proyectos y se someten a seleccionar a sus equipos de trabajo, porque saben que la encomienda no será fácil. De que se trata de una empresa grande a la que deberán responder, porque quienes votaron por cada cual, centraron sus esperanzas de cambiar lo malo y darle seguridad y tranquilidad, trabajo y servicios que exige una sociedad.
Pero qué bueno que algunos alcaldes electos ya han comenzado a externar a simple modo lo que viene. Que no serán administraciones con dispendio, que se aprovecharán al máximo los recursos económicos y humanos eso sí, apoyados por la inclusión de gente de la misma sociedad que quiera trabajar por el municipio y sin distingos de corrientes idealistas o partidistas, es decir, incluyente.
Para el sur de Veracruz, los ayer candidatos que tuvieron la singularidad de haber alcanzado el triunfo, ahora vendrá lo más difícil, el de responder a los que votaron por el ganador y también a aquellos que no les interesó siquiera dedicarle tiempo para cumplir con la obligación cívica de ir a ejercer este derecho que se tiene como ciudadano y más, en los tiempos difíciles donde se exige la participación de todos, por la situación que se padece en esta parte del estado. Serán éstos seis meses que les queda a las actuales administraciones, tiempo para entregar obras que se comprometieron a realizar, para solucionar las necesidades prioritarias; agua, luz, alcantarillado y tratar de bajar el alto índice de inseguridad.
Se esperan pues, meses de excesivas manifestaciones por el año en el que habrá cambios de gobierno, y será otra vez la oportunidad para el electorado de conocer y concienciar bien lo que se elegirá, porque de tantas equivocaciones ya se está hasta el tope. Y claro que todo se puede esperar, pero ojalá que esas nuevas generaciones de la que tanto se habla aprendan a decidir, que ya no permitan que otros hagan por ellos.
Pero retomando la idea de esta entrega. De lo que se haya obtenido en las pasadas elecciones, que sirva para reflexionar, sobre todo de los que viven y trabajan en la política, a ser más sinceros y honestos. A la gente ya no se le puede engañar, saben quienes insisten en buscar el beneficio personal, que hacen hasta lo imposible para exhibir sus bondades, cuando no las tienen.
Se dan cuenta de que los políticos de siempre y con fracasos electorales a cuestas, quieren a como dé lugar cambiar lo negro por lo blanco. Y en el caso de los partidos políticos que tienen un destino asegurado, es en este caso el PRI, pero no necesariamente el triunfo, sino la derrota. No hay por ahora un aseguramiento de regresar al estrellato de esta política donde lo dominaban todo. El momento es para otros, y si el PAN sabe cumplir a los que creyeron en estas siglas, pueden estar seguros de que los tiempos le seguirán favoreciendo y si incumplen, estarán ahí otras alternativas.
La actual administración del gobierno estatal, lleva seis meses de haber tomado las riendas. Para muchos no ha cumplido con lo esperado o con lo prometido. Pero para aquellos que tienen capacidad mental y no los impulsa la ambición personal, odio o revanchismo, saben que es difícil que en este lapso de tiempo, se solucione todo y más, si dejaron en total bancarrota las arcas administrativas.
Sin embargo, es responsabilidad directa de abatir los estragos de tal o cual situación, porque por eso hubo creencia y es tiempo de conocer resultados reales de lo que se va logrando, que no sean únicamente versiones viscerales contra los que robaron y de que continuarán sometiendo a la justicia los que se encargaron de hacerle daño al patrimonio de los veracruzanos. Es tiempo de salir a decir la verdad de lo que se hace, pues ello contribuirá a seguir creyendo para el futuro que depara al o los partidos que gobiernan esta entidad.
Porque lo que se avecina, sin lugar a dudas, serán tormentas abruptas de todos tipos y lo peor, de luchas intestinales de la que nadie se salvará con tal de llevar “agua a sus molinos” porque el 2018 que viene, será para los políticos que no quieren dejar el poder, el año en el que juegan su futuro; los de la vieja guardia y los bisoños de la política nueva. Pero también de empresarios de altos y de bajos perfiles que buscarán el cobijo de los partidos para llenar sus ambiciones.
Así pues, seis meses restantes para todas las administraciones municipales en este Veracruz nuestro que tendrán que hacer lo suyo para dejar contentos, si es que aún pueden, de lo que no lograron en extensos cuatro años. Y a esperar lo que sigue para los procesos electorales.






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