El pueblo es la voz de Dios

Las predicciones serias de los expertos para este año en el mundo, son altamente negativas. Se trata del fantasma de una guerra mundial que se da por partes y regiones, pero que ante la falta de las previsiones de los líderes de las potencias, el problema avanza y sólo el Papa Francisco se ha mantenido cauto y cuestiona a quienes deben contribuir con urgencia para que prevalezca la paz en el mundo.

Los problemas económicos en todo el orbe se agravan, la pobreza crece y los que impulsan el neoliberalismo no prevén que pocos tienen mucho y los muchos casi nada.

Por eso en, este momento, la tarea pacificadora y profundamente humanista del Papa Francisco ha sido un bálsamo para millones de seres que sufren en el mundo a causa de la explotación y el agravamiento de la pobreza y su gran visión hasta incluye una lucha por conservar al planeta.

La migración se ha extendido en el mundo como un fenómeno natural y ancestral del hombre que fiel a su esencia y ADN camina en busca de mejores alternativas para la sobrevivencia y por ende para mantener la especie humana producción y en movimiento.

La polarización de las grandes potencias que no se ponen de acuerdo y la guerra por mantener la hegemonía sobre el petróleo en el medio oriente, ha sido ya una guerra que lleva décadas entre unos y otros en donde no se respetan creencias y religiones y por lo mismo permanece el pleito entre uno y otros, pero que conlleva sufrimiento a inocentes que son víctimas de lo conflictos que luchan por el poder económico y hegemónico en el mundo.

Los países petroleros en América como México, Brasil y Venezuela, pasan en este momento por una de sus peores crisis económicas ante la baja en el precio del petróleo hacia una disminución insospechada y por el mismo, el desempleo crece y con ello se empiezan a dar serios problemas de abastos de alimentos, medicinas y de todo lo básico para la subsistencia.

Los expertos salen a la palestra, y dicen que en muchos países los contrastes económicos son muy graves. Pocos ganan mucho y los muchos nada ni para comer, y crecen las contribuciones al erario vía impuestos, productos, aprovechamientos y derechos, más el peligro de salir a la calle y enfrentar el pago de la clásica mordida para que por vía de la mordida resolver un problema “fast track” ante el temor de que se convierta en una feroz multa.

En general en las áreas oficiales de cualquier color de los partidos políticos que gobiernan, permanecen ausentes a la solidaridad humana y las dependencias institucionales, en algunos casos sin operar principalmente en temas de salud como sucede en los estados de Morelos y Tabasco en donde se presenta un notable fracaso de los gobiernos perredistas que pierden rumbo y los supuestos compromisos sociales por ser gobiernos de izquierda que disfrutan de vivir como los de la derecha.

Urge en México que en este año electoral, cuando menos se de una tregua a favor de la población que menos tiene y apaciguar a quienes lucran y viven de mordidas y sobornos. Ojo los partidos políticos ya desgastados por serios antecedentes de corrupción como el PRD en extinción y otros más del “chiquitaje” están predestinados a perder el registro por su falta de compromiso con los pobres, con los débiles con los pequeños como dicen el Papa Francisco.

La solidaridad humana y la civilidad deben prevalecer y aunque se trate de año electoral hay que dejar que los beneficios corran a quienes demandan comida y los elementos necesarios para sobrevivir. La problemática es seria y muy grave o que se lo pregunten al líder moral de MORENA, que negó la mano a un pobre vendedor callejero que con una sonrisa limpia le extendió la mano a AMLO y sólo de respuesta una mirada de desprecio.

Los políticos deben volver a la ortodoxia y al sentido común, a la praxis otrora de la actividad política de los romanos y de los griegos, aunque sea de que al pueblo pan y circo, pero más aun el pueblo es la voz de Dios “vox populi vox dei” y que la oratoria seduce con propuestas serias aunque sea para convencer a las mayorías. Así las cosas.