Cuando se inicia la vida de estudiante universitario
el mayor anhelo y la fecha más esperada
es el dÃa en el que le entregan su tÃtulo. Se suele
soñar en esa ocasión con ser uno de los mejores y
más destacados alumnos egresados por el mérito
del reconocimiento de sus altas calificaciones, en
cambio para otros, es terminar con ese engorro de
obligación familiar, para cumplir con su anhelo de
tener tiempo, disfrutar la vida, de conocer nuevas
novias y en algunos casos, el permiso para casarse
cuando ya se cuenta con un tÃtulo universitario.
Actualmente el transcurso de la vida de los universitarios
se ha convertido en las últimas fechas
en los encabezados de diarios o del inicio de los
noticieros audiovisuales con diversas notas de
Ãndole violenta en la sección policiaca. Tal es el
caso de los estudiantes normalistas desaparecidos
en Ayotzinapa, los universitarios secuestrados
en Puebla de la BUAP y ahora la Universidad del
Valle de México es quien no se quiere quedar fuera
de estos titulares periodÃsticos, con el repentino
cierre definitivo de su campus en Nuevo Laredo
dejando a 700 estudiantes a la deriva.
Nadie se explica el motivo por el cual este instituto
cerró sus puertas, las versiones de sus directivos
indican que recibieron amenazas de extorsión,
secuestro y ataques directos contra la población
estudiantil; mientras que para miembros de la
sociedad de alumnos sospechan que hay otros
trasfondos de Ãndole económica, que tiene que
ver con un posible problema financiero de la casa
de estudios.
Para la gran mayorÃa de estas instituciones privadas,
lo importante no es alcanzar un elevado y
eficiente nivel académico, sino la creación de una
interesante y productiva fuente de ingresos. El gran
negocio de la educación es el fundamento empresarial
que rige a estas instituciones universitarias
de Ãndole privada.
El problema de los centros de estudios superiores
públicos es la falta de cupo. Año con año escolar son
varias las decenas de miles de estudiantes que no
tienen acceso a estas instituciones oficiales. Esta
es la fuente principal del impresionante incremento
de la población estudiantil en las escuelas
privadas y por ende el surgimiento de numerosas
universidades privadas.
Los sueños de muchos estudiantes es que no
encuentran al final de la vereda la culminación
existosa de sus años de estudios que le otorga el
tÃtulo profesional, ya sea por un engorroso trámite
administrativo, el cual prolonga por un tiempo
indeterminado la obtención de esta cédula profesional.
Al terminar la licenciatura se inicia un largo
proceso con un sinnúmero de limitaciones que
impiden la inmediata titulación. Situación muy
diferente a la terminación de los estudios de los
niveles primarios, secundarios y de bachillerato.
Mecanismos burocráticos complicados para obtener
el tÃtulo universitario, ajenos a los sencillos
trámites que se hacÃan para pasar de la primaria,
a la secundaria y asà de manera subsecuente hasta
lograr su ingreso a la universidad.
Actualmente no existe una explicación lógica
del por qué un trámite puede llegar a durar más
de dos años, es frustrante para la mayorÃa de los
nuevos profesionistas verse estancados de no poder
comenzar un posgrado, o inclusive conseguir un
trabajo con un sueldo digno, ya que en sus instituciones
educativas de donde egresaron detienen
este proceso de profesionalización.
¿Será que las universidades privadas, quieren
que sus alumnos no den el trascedental paso de
ser estudiante a profesionista? El presente tema
fue desarrollado por una egresada de la carrera
de PsicologÃa que cuenta con un trabajo donde le
exigen su tÃtulo para otorgarle la plaza y que por la
burocracia educativa está a punto de pertenecer al
millonario grupo por su número de ninis veracruzanos
y engrosar el número de desempleados.