Este miércoles, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, felicitó al gobernador Javier Duarte de Ochoa por la gran organización y desarrollo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe (JCC) Veracruz 2014, que pusieron en alto el nombre de México.

El titular del poder ejecutivo nacional se comunicó vía telefónica con el mandatario veracruzano para felicitarlo y externarle el orgullo del pueblo mexicano, ya que los JCC 2014 fueron un éxito rotundo pues superaron todas las expectativas en materia de infraestructura deportiva y logística; además, los atletas mexicanos tuvieron un extraordinario desempeño.

Peña Nieto se congratuló porque los Juegos Centroamericanos y del Caribe fueron una ventana internacional para México, y porque Veracruz fue un buen anfitrión de las misiones deportivas de 31 países.

Duarte de Ochoa agradeció al Presidente de la República la deferencia y le manifestó que los grandes resultados se lograron por el trabajo coordinado no sólo de las autoridades federales y estatales con la Organización Deportiva Centroamericana y del Caribe (Odecabe), sino por la impresionante participación de miles de voluntarios que se sumaron al esfuerzo.

Dice Ricardo Homs, en su columna del Universal: “Cómo explicarle al mundo, -cuando hace pocos meses se horrorizó ante la noticia del secuestro de 200 estudiantes nigerianas por parte del grupo extremista islámico Boko Haram-, que aquí en México, -un país moderno, la decimocuarta economía del mundo y que no está en guerra-, que además de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, han sido secuestrados por policías de su localidad, Cocula-, 30 adolescentes a plena luz del día y un año y medio después a ninguna autoridad le ha interesado investigar nada?.

Es más primero se enteró el periódico francés France 24 del secuestro de los estudiantes de la secundaria Justo Sierra, de Cocula, que las mismas autoridades mexicanas, tanto locales como federales.

Si la PGR y las autoridades estatales y federales no se enteraron durante este año y medio que transcurrió desde el secuestro, es muy malo, -pues significa que no tienen control de lo que pasa en el país-, y si se enteraron y no hicieron nada, es aún peor.

Cuando los hechos son contundentes sobran explicaciones.
Generalmente es mejor no ejercer el derecho de réplica y menos aún cuando un porcentaje de la población de este país pudo haber coincidido con la percepción del presidente José Mújica, de Uruguay.

Exigir explicaciones al gobierno de ese país sudamericano por las declaraciones de su presidente, fue temerario. Hoy los hechos confirman la descomposición social y política.

Es inaceptable que autoridades elegidas democráticamente a través del voto, estén dedicadas a la delincuencia amparadas por el poder del estado, mientras el resto de las autoridades lo permiten para no complicarse, con lo cual se convierten en cómplices.

Es una realidad que el gobierno mexicano no tiene control de sus policías, ni de sus cárceles, ni de sus funcionarios. La desidia, desinterés e insensibilidad genera una compleja red de responsabilidades.

Se ha publicado que sí hubo seis denuncias, interpuestas por los padres de seis de igual número de adolescentes raptados y que fueron ignoradas.
El alcalde de Cocula y toda la policía municipal tiene responsabilidad, pero poco se habla de ello.

La actitud gubernamental generalizada consiste en cerrar los ojos y decir que el problema no existe, como si al ignorar la realidad, -como en un mundo mágico-, la pesadilla desapareciera. En lugar de investigar, prefieren no mover el agua”
Luto en las letras mexicanas por la muerte del escritor Vicente Leñero Otero (Guadalajara, Jalisco, 9 de junio de 1933 - Ciudad de México, 3 de diciembre de 2014) fue un novelista, guionista, periodista, dramaturgo, ingeniero civil y académico mexicano. Fue autor de numerosos libros, historias y obras de teatro.

Se graduó en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1959 con el grado de ingeniero civil, pero Leñero pronto se refugió en la escritura para ganarse la vida. Publicó su primera novela La polvareda en Editorial Jus. La voz adolorida (1961), muestra el realismo psicológico de sus primeros escritos. Se trata del monólogo de un enfermo mental acerca de su vida, justo antes de ingresar al manicomio. Siguió con Los albañiles en 1963, que le valió el Premio Biblioteca Breve, un reconocimiento literario importante. Celebrado por su estructura compleja y su simbolismo, el trabajo narra la historia de un velador en una construcción. En 1967 obtuvo una beca Guggenheim.1

Poco después Leñero empezó a escribir guiones teatrales, adaptando Los albañiles, en 1970; La carpa, en 1971, y Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, en 1972. Influyó en el inicio del género documental del teatro en México, y dos de sus trabajos notables son Pueblo rechazado y El juicio. En los años 80, Leñero publicó con éxito varios libros documentales, como La gota de agua y Asesinato: el doble crimen de los Flores Muñoz.2

Leñero también ha incursionado en otros géneros. Fue guionista de la película El crimen del padre Amaro (2002), una de las películas mexicanas más exitosas, basada en la novela homónima de Eça de Queirós. Participó en el guion de la película El garabato (2008), basada en una obra suya de nombre homónimo. También ha publicado notas periodísticas en el diario Excélsior y en las revistas Claudia y Proceso. Dirigió el taller literario Sólo los jueves en la Sociedad General de Escritores de México.

Fue nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua el 11 de marzo de 2010, tomó posesión de la silla XXVIII el 12 de mayo de 2011 con el discurso "En defensa de la dramaturgia.

El 21 de septiembre de 2011 fue galardonado, junto a José Agustín, con la Medalla Bellas Artes de México que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). A consecuencia de padecer enfisema pulmonar, falleció el 3 de diciembre de 2014 en la Ciudad de México.

Llegaron la paz y los acuerdos a la UV, luego de que las autoridades universitarias reconocieron los excesos en perjuicio de los trabajadores del SETSUV, víctimas de los abusos de quienes se quisieron a completar para los aguinaldos quintándoles lana por la vía de las faltas inventadas al personal. Marcha atrás y sólo quedó evidenciada la rectora Sara Ladrón de Guevara, de permitir estas injusticias. Así las cosas