Al margen de los problemas personales que pudieran existir entre el dueño de los Tiburones Rojos, el ex diputado federal Fidel Kuri Grajales y el hijo del exgobernador de Veracruz, el señor Fidel Herrera Borunda, sorprende que una persona en la ciudad de México traiga una escolta de diez personas para cuidarlo, en una zona considerada como entre las más tranquilas del país.
Gastarse más de un cuarto de millón de pesos mensuales para proteger al vástago del que fuera modesto político de la Cuenca del Papaloapan, es sin duda toda una fortuna que se puede erogar cuando existe un gran patrimonio.
Del otro lado empiezan a surgir nuevas versiones sobre quienes eran los verdaderos dueños del equipo de fútbol de primera división en el pasado sexenio, pareciera que este negocio también era del entonces gobernador Herrera Beltrán. Y las enormes deudas que le reclaman a Kuri Grajales deben trasladarlas a los que manejaban esta empresa. Situación preocupante por el riesgo que entraña que regrese a la división de ascenso.

Una seria acusación.
Ahora resulta que los notarios de Coatzacoalcos son noticias en el periódico La Jornada. Se mencionan los nombres de Enrique Urcelay, Jesús Salas Lizaur, David Dávila, Fernando Mendoza y Fidel Gómez entre otros, a los que involucran en la venta ilegal de lotes.
El que los acusa es Samuel Muñoz de la Rosa, representante de una asociación de ciudadanos quien señaló que la fe pública en la entidad es un fraude y que los notarios se prestan a todo tipo de movimientos ilegales.

Sin reglas periodísticas.
Es un tema muy delicado para los periodistas cuando abordan el narcotráfico y los carteles de la droga que existen en nuestro país. Para los comunicadores veracruzanos es un riesgo muy grave que pone en riesgo la vida, hechos de sangre que han ocurrido de manera frecuente en la entidad.
La dificultad más seria que afrontan los periodistas veracruzanos es el origen de la fuente que les proporciona la información. Es factible que la nota sea filtrada por un grupo rival para golpear a sus adversarios en la plaza.
Tampoco se puede confiar en información proporcionada por los cuerpos de seguridad, ya que se desconoce el trasfondo político que se persigue para que se haga pública. En numerosas ocasiones se trata de expedientes construidos con algún interés muy particular.
El estado de Veracruz sacudido por la violencia donde se han configurado extorsiones y secuestros que afectan seriamente a las empresas y que si ellos protestan o realizan marchas molestan a la clase gobernante. Una complicada situación que los coloca en el filo de la navaja.
Sin quererlo los reporteros de las fuentes policiacas se van involucrando de manera indirecta en el medio criminal. De allí tan difícil este quehacer informativo en que no se queda bien con nadie.
Es una actividad reporteril donde no hay reglas ni normas. El ser o no ser del oficio del periodista.