Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Desafortunado acierto
2014-01-16 | 22:18:18
“Circula en el pueblo el rumor de que te estás acostando con un hombre casado”. Así le dijo con severidad el padre Arsilio a la señorita Himenia Camafría, madura señorita soltera. “No es cierto, padre –replicó ella-. Pero de cualquier modo gracias por el rumor”…
La mañana era gris y nebulosa; soplaba un viento gélido. La esposa de Babalucas comentó: “Hoy no va a salir el sol”. Le dice el badulaque: “¿Saldrías tú en una mañana así?”…
Un tipo le contó a otro: “Mi especialista en próstata ya no quiere verme”. “¿Por qué?” -preguntó el amigo. Explica el individuo: “Hace unos días me estaba examinando, y sin darme cuenta pronuncié el nombre de otro médico”…
Uglicia era muy fea. La vio un caníbal y se hizo vegetariano…
Don Rugadito, señor de edad muy avanzada -estaba en una casa de reposo para ancianos-, salió del lecho de doña Pasita, huésped también del establecimiento. Le dijo: “Nos veremos aquí mismo dentro de seis meses”. “¡Caramba! –exclamó ella con disgusto-. ¿No puedes pensar en otra cosa más que en sexo?”…
Decía Capronio, ruin sujeto: “Mi suegra habla al ritmo de mil palabras por minuto, con ráfagas hasta de mil quinientas”…
Un ejecutivo americano viajó a cierto país de oriente. La misma noche de su llegada estuvo con una musa de la noche. Después de los retozos y jugueteos iniciales –foreplay se llama en inglés esa sesión de calentamiento, generalmente muy corta- él se empleó a fondo en la ocasión. La mujer prorrumpió en un grito clamoroso: “¡Fujifó!”. Pensó el ejecutivo que aquella era una expresión de entusiasmo motivada por sus dotes de supereminente amante, y sintió un gran orgullo de sí mismo. Al día siguiente fue a jugar golf con sus anfitriones. Hizo su primer tiro. La pelota describió en el aire un gracioso arco, curva, parábola o elipse y fue a caer directamente en el hoyo. ¡Hole in one! El hombre manifestó su júbilo con el grito de entusiasmo que había aprendido la noche anterior. Gritó exultante: “¡Fujifó!”. “No, señor –lo corrigió el caddie-. Está usted en el hoyo correcto”…
Aviso importante. Al final de esta columnejilla viene un cuento de subidísimo color. Las personas con escrúpulos de moralina no deberían leerlo. Tan extremadamente rojo es ese cuento que los encargados de hacer la Antología de la Sicalipsis se negaron a admitirlo en sus páginas. Si mis cuatro lectores no sufren tiquismiquis de pudicia podrán leerlo más abajo…
La reforma fiscal trae encalabrinados a la mitad de los mexicanos. La otra mitad están encabronados. Hay quienes dicen que los resultados de esa reforma serán tales que la misma administración se verá obligada a dar marcha atrás en algunas de sus disposiciones. Ricos y pobres por igual –y los ni una cosa ni la otra- están sufriendo ya las consecuencias de esas medidas de corte claramente recaudatorio que atacan a todos ahí donde más duele: en el bolsillo. (Muchos prefieren una patada en los testes, dídimos o compañones a un golpe en la escarcela).
El malestar es aún más grande cuando se piensa que buena parte de los recursos que derivan de nuestros impuestos van a parar a manos de la profusa casta política que padecemos, o se desvían en los oscuros y tortuosos caminos de la corrupción. (Permítanme un momentito, por favor. Voy a apuntar eso de “los oscuros y tortuosos caminos de la corrupción” para usarlo en algún concurso de oratoria. Gracias).
Si vemos las cosas desde el punto de vista estrictamente político no será riesgoso aventurar la predicción de que este mismo año el PRI resentirá en las urnas los efectos de esa reforma. “Culpam poena premit”, dijo Horacio. El castigo persigue a la culpa. ¡Brrr!...
He aquí, ahora, el deplorable chascarrillo que arriba se anunció. Mayúscula es su peladez, motivo por el cual advierto sobre la inconveniencia de leerlo…
Una chica recién casada le confió a su mamá: “Una noche le dije a mi marido en el arrebato del amor: ‘¡Eres mi edén!’. Tanto le gustó esa expresión que se la hizo tatuar ahí donde te platiqué”. “Ten cuidado –le advirtió la señora-. A lo mejor luego te va a hacer que te comas tus palabras”. (No le entendí)…
FIN.

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