Por Catón
Columna: De política y cosas peores
El cuento de la ranita
2014-01-12 | 09:05:35
“Me tomé una pastilla de Viagra –se quejaba en el bar un individuo-. Ahora traigo la pistola cargada, y no tengo nadie a quien dispararle”…
Escapó del zoológico un gorila (Gorilla gorilla), y trepó en un árbol de la más elegante colonia en la ciudad. Los vecinos, alarmados, llamaron a la policía, pues aquella presencia en su exclusivo barrio les pareció bastante sospechosa. El oficial de guardia envió a un elemento especializado en gorilas. Llegó el hombre. Llevaba consigo un enorme perro mastín, un poderoso rifle Magnum y unas fuertes esposas policíacas.
El individuo le entregó el rifle al presidente de la colonia. “¿Por qué pone en mis manos esta arma?” –preguntó el representante, inquieto. “Le diré –explicó el especialista-. Subiré al árbol y empujaré al gorila hasta hacerlo caer. Cuando caiga se lanzará el mastín sobre él y lo morderá en una parte que al gorila le dolerá bastante.
Yo bajaré del árbol y le pondré las esposas. Con eso el peligroso cuadrumano quedará bajo control”. Preguntó el vecino, aún más inquieto: “¿Y qué debo hacer yo con el rifle?”. Responde el tipo: “Si en vez del gorila caigo yo, inmediatamente dispárele al perro”…
La única diferencia entre el sexo por amor y el sexo por dinero es que el sexo por amor sale más caro…
Relató la princesita: “Iba yo caminando por el jardín del palacio cuando escuché a mis pies una débil vocecita. Volteé hacia abajo y vi una ranita que me hablaba. Me dijo: ‘Soy un hermoso príncipe a quien la bruja mala convirtió en una fea rana. Si me llevas a tu cama y ahí me das un besito volveré a ser el apuesto príncipe que fui antes’.
Entonces traje a la ranita a mi lecho, le di el beso que me pedía, y en efecto, se convirtió en este bello príncipe que ven ustedes”. El papá de la princesita le dice hecho una furia: “¿Y piensas, desdichada, que te vamos a creer semejante historia?”…
Susiflor les contó a sus amigas: “Tenía ganas de un chocolate, y tuve que comprar toda la caja”. Dijo Dulcilí: “Yo quería una dona, y tuve que comprar toda la docena”. Declaró Rosibel aún más mohína: “Yo pagué toda una noche de hotel, y mi novio me hizo el amor una sola vez”…
Un niñito acompañado por otro más pequeño llegó a la farmacia y pidió una toalla sanitaria. “¿Es para tu mami?” –le preguntó el farmacéutico, extrañado por el hecho de que un niño solicitara tal artículo. Contestó el chiquillo: “No”. “Entonces –quiso saber el de la farmacia- ¿es para tu hermana?”. “Tampoco –respondió el niño-. Es para mi hermanito. El anuncio de la tele dice que con esto se puede nadar y andar en bicicleta, y él no sabe hacer ninguna de las dos cosas”…
Los hombres a quienes les gustan los ostiones en su concha tienen mucho éxito con las mujeres. Ellas saben que si se comen eso se comerán cualquier otra cosa. (No le entendí)…
Sonó el teléfono en la casa de Himenia Camafría, madura señorita soltera. Ella levantó el auricular y dijo: “¿Bueno?”. Nadie contestó. Repitió la señorita Himenia: “¿Bueno?”. Entonces escuchó una respiración agitada y una voz gutural de hombre que le dijo: “Estoy seguro de que te gustaría que te abrazara, te besara, te recorriera todo el cuerpo con lúbricas caricias, y luego te desgarrara la ropa, te arrojara violentamente sobre el lecho y ahí te poseyera en forma salvaje una y otra vez en todas las maneras posibles hasta dejarte exhausta de placer”. “¡Caramba! –exclamó admirada la señorita Himenia-. ¿Todo eso puede usted deducir de sólo dos ‘buenos’?”…
El papá de Pepito lo llamó y le dijo con solemne tono: “Hijo mío: hablemos de hombre a hombre. Ha llegado el momento de que sepas lo concerniente a las abejitas y las florecitas”. “¡No, papi! –se echó a llorar el chamaquito ante el asombro de su padre-. ¡Por favor, no me hables de eso! ¡No quiero que me digas nada de las abejitas y las florecitas!”. “¿Por qué?” –se sorprendió el señor.
“Mira –explicó el niño-. A los 4 años dejé de creer en el ratón de los dientes. A los 5 supe que la coneja no existía. A los 6 ya no hubo para mí Santa Claus. A los 7 aprendí que los fantasmas y las brujas son pura fantasía. ¡Si ahora me dices que el sexo tampoco existe me quedaré sin nada en qué creer!”… FIN.

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