Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Choque de trenes
2013-12-13 | 10:53:05
Breve historia del matrimonio. Al principio: “¡No acabes! ¡Oh!”. Y después: “No empieces ¿eh?”…
El joven aspirante a jefe de estación de tren era examinado por un funcionario de la empresa. Le pregunta éste: “Dos convoyes vienen a toda velocidad en dirección contraria por la misma vía. ¿Qué haces?”. Responde el muchacho: “Le ordeno a uno de ellos que tome una desviación”. “No hay ninguna desviación” –le indica el examinador.
“Entonces –dice el joven- les aviso por teléfono a los dos, para que se detengan”. “La línea telefónica no funciona” –replica el otro. Propone el muchacho: “Les envío un mensaje telegráfico urgente”. “Tampoco el telégrafo funciona” –repite el examinador. “Entonces –dice el aspirante- le pido a mi hermano que vaya de inmediato a la vía”. “¿Tu hermano? –se desconcierta el funcionario-. ¿Para qué haces que tu hermano vaya a la vía?”. Explica el joven. “Es que él nunca ha visto un choque de trenes”.
Yo digo que la creación del Instituto Nacional Electoral será causa de frecuentes choques entre la Federación y los estados. En buena parte ese organismo se creó para evitar la injerencia de los gobernadores en los órganos de elección y en los tribunales electorales locales, pero ya se verá que al subsistir éstos se crearán condiciones para el surgimiento de conflictos. Dicho de otra manera, dos convoyes vienen a toda velocidad en dirección contraria por la misma vía…
La madura maturranga le dice al briago necio: “Más respeto, señor mío. Recuerde que mi profesión es la más antigua del mundo”. “Ya lo sé –responde el temulento-. Y no dudo que usted haya sido de las fundadoras”…
Don Cornulio llegó a su casa y encontró a su esposa en brazos y todo lo demás de un individuo. “¡Ah, canalla! –rugió el mitrado esposo en paroxismo de ira-. ¡Esto me lo vas a pagar!”. “Llega usted tarde, caballero –respondió el sujeto-. Ya le pagué a su esposa”. (Adúltera, y ni siquiera por amor, sino por venalidad.
Los franceses, que algo saben de estas cosas, dicen: “L’amour fait beaucoup, mais l’argent fait tout”. El amor logra mucho, pero el dinero, todo…
La suegra de Capronio estaba en el hospital. Le pidió a su yerno que hablara con el médico y le pidiera un pronóstico sobre el curso de su enfermedad. Regresó muy abatido el hombre. “¿Hablaste con el médico?” –le preguntó con inquietud la suegra. “Sí” –respondió él bajando la cabeza, consternado. “¿Y qué te dijo? –lo acució ansiosamente la señora-. ¿Te dio alguna esperanza?”. “Ninguna –contesta con voz sombría el tal Capronio-. Parece que se va usted a recuperar”…
Por causa de la inseguridad a la mamá de Susiflor le preocupaba que su hija anduviera en la calle por la noche. “No te preocupes, mami –la tranquilizó ella-. Mi novio y yo ya no salimos. Nos quedamos todo el tiempo en el motel”…
Himenia Camafría, madura señorita soltera, invitó a don Añilio, senescente galán, a que la visitara en su casa por la tarde. Puntual llegó el señor, y con un ramo de finas y variadas flores: caléndulas, clemátides, lavándulas, ciclámenes, anémonas, acónitos y prímulas.
La señorita Himenia le sirvió una taza de champurrado con galletas marías, lo cual desentonaba claramente de aquellas esdrújulas flores aristócratas, pero aun así don Añilio agradeció la colación.
Le dijo a la señorita Himenia: “¿Le parece, amable amiga mía, si procedemos a romper el turrón?”. “Podemos hacerlo –respondió ella-, pero ha de saber usted que el hombre que me lo rompa tendrá que casarse conmigo”.
Don Añilio tosió al oír aquello. “Amiga mía –le aclaró comedidamente-: romper el turrón significa que dos personas que se hablan de usted convienen en hablarse de tú. No es procedente, entonces, la advertencia que me hace”.
“Ah, vaya –replicó la señorita Himenia-. De cualquier modo respóndame esta pregunta: ¿sería usted capaz de abusar de mí?”. Contesta muy digno don Añilio: “Solo si estuviera completamente borracho”. “Entonces andamos de suerte –se alegró la señorita Himenia-. ¡Acabo de comprar una botella de ron!”… FIN.

mirador
armando fuentes aguirre
Historias del señor equis y de su trágica lucha contra La Burocracia.
El Funcionario del Estado hizo llamar al señor equis y le dijo:
-Pagarás un Impuesto sobre tu aguinaldo.
El señor equis se inquietó, pues El Estado aún no le había dado su aguinaldo y ya debía pagar un impuesto sobre él.
-Seguidamente –continuó El Funcionario- deberás pagar un Impuesto sobre el Impuesto por recibir tu aguinaldo.
El señor equis no pudo contener un sollozo: todo el dinero que tenía para la Navidad se le iba a ir en pagar esos impuestos.
-Si no quieres pagarlos–aclaró El Funcionario-, puedes pedir que no te demos tu aguinaldo. Entonces el único Impuesto que tendrás que pagar será el que se cobra a los que piden que no les entregue su aguinaldo.
El señor equis se echó a llorar. Llorando pasará la Navidad.
¡Hasta mañana!...
manganitas
por afa
“…Los diputados dejarán de sesionar en los días navideños…”.
Escucho esa novedad
que nos librará de daño.
¡Ojalá que todo el año
durara la Navidad!

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